Los puntos están sobre el papel y basta juntarlos para descubrir la figura trazada. El plan especial para Centroamérica contra el crimen organizado y el narcotráfico con fondos de Estados Unidos es prácticamente un hecho, y es casi un hecho de que el centro neurálgico de esta nueva estrategia estará centrado en El Salvador. Esto habrá que entenderlo con sus ventajas y consecuencias.
Escrito por Gabriel Trillos.03 de Octubre. Tomado de La Prensa Gráfica.
Creo que los puntos se han venido uniendo a lo largo de varios meses tras la visita del presidente Mauricio Funes a Washington en marzo pasado, y ya quedan pocos detalles para llegar a concretar que la base de operaciones contra el embate de los carteles de la droga estará coordinada por las agencias estadounidenses con sus pares salvadoreños, entiendo que uno de esos pares salvadoreños será el ministro de la Defensa, como lo han sugerido desde el norte.
Las señales, las acciones, los mensajes casi que se han ido registrando de forma sincronizada para llegar hasta la decisión de que El Salvador es el mejor aliado de Estados Unidos en Centroamérica. Y recorriendo el camino desde el presente hacia atrás podemos ir viendo hechos concretos.
La reunión de la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, con el presidente Funes y su comitiva en la semana que recién termina, en Washington, D.C., casi selló el pacto antinarcotráfico. Las palabras de una de las funcionarias de mayor confianza en el entorno de Barack Obama fueron muy claras y precisas.
Una semana antes, el presidente Funes se presentó a la Asamblea General de la Organizaciones de Naciones Unidas (ONU) con un discurso muy conciliador y con una alocución de líder regional, y por supuesto con un guiño muy claro para los sectores demócratas que tendrán protagonismo en los congresos para la decisión de los fondos del plan especial, como lo es la propuesta de conformar una comisión especial anticrimen al estilo de la que se formó en Guatemala, denominada CICIG (Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala). Una propuesta cuya necesidad se fundamenta en la aceptación del fallo de las instituciones.
Tenemos por otro lado, la fuerza del presidente Obama a la nominación de la nueva embajadora de Estados Unidos en El Salvador, Mari Carmen Aponte, prácticamente la primera diplomática de alto nivel en Centroamérica de la administración demócrata actual. No hay otro por el momento con ese sello. Y hemos visto cómo la embajadora actual no ha perdido el tiempo en protocolos y semanas de adaptación para salir a la palestra pública para dar mensajes.
No podemos dejar de mencionar también que hace un par de semanas estuvieron en El Salvador los emisarios de los senadores estadounidense John Kerry y Richard Lugar, jefe y miembro del influyente y exigente Comité de Relaciones Exteriores del Senado. Los enviados tuvieron una serie de reuniones con personalidades, partidos políticos, medios de comunicación y otros.
Sumemos el reciente informe de Estados Unidos sobre el combate al narcotráfico en el cual se deja fuera a otros posibles protagonistas de este plan especial en Centroamérica. Se aplazó a Honduras, Nicaragua y a Costa Rica, lo cual deja a El Salvador como el único candidato. Guatemala está fuera desde hace mucho, aunque Costa Rica ha intentado hacerse con este plan por todas las vías posibles. Pero El Salvador ha sido más hábil para responder a Estados Unidos.
El plan está servido. Ojalá que junto al inicio de la guerra contra los narcos, venga un segundo desembolso del fondos del Milenio para la parte social.
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