Hoy, el futuro ya se encuentra aquí, con todas sus demandas sobre la mesa, unidas a las del presente. Esto implica más responsabilidad y por supuesto mucho más trabajo creativo y proyectivo. Hagámoslo en conjunto.
Escrito por Editorial.26 de Octubre. Tomado de La Prensa Gráfica.
Llevamos ya casi veinte años transcurridos desde que concluyó el conflicto bélico interno por medio de un acuerdo político, y este hecho, sin precedentes en nuestra historia patria y ejemplar en la historia latinoamericana, dio pie para confiar en que la modernización política sería acelerada en la posguerra. Las cosas no han salido como se preveían, porque las resistencias a la modernización partidaria siguen siendo aun muy fuertes, como puede observarse en las estrategias de continuismo que prevalecen dentro de los partidos. Ha habido avances, pero ahora mismo las circunstancias derivadas de la primera alternancia real en el ejercicio del poder político demandan una acción más audaz y más consistente a la vez, en lo electoral en particular y en lo político en general. Esto requiere salir del pequeño ruedo de las disputas de ocasión para pasar al escenario prometedor de los entendimientos inteligentes y razonables.
Desde luego, la modernización de la que estamos hablando no se restringe a lo político, aunque esto sea base insoslayable. En estos días se ha estado tratando el tema de la puesta al día de la Educación Superior; y dicho enfoque se extiende de inmediato a toda la educación nacional, cuyo sistema sigue siendo obsoleto e insuficiente en muchos sentidos. La educación en realidad es un todo, y la educación formal es sólo un tramo de la misma. Como está probado hasta la saciedad, sin una educación de la más alta calidad y suficientemente expandida en el cuerpo social, no hay desarrollo que se sostenga y se proyecte. Trabajar en un efectivo rediseño del sistema educativo, que no se quede en los tecnicismos estreñidos de las Reformas Educativas que conocemos, es tarea urgente y vital que habría que emprender cuanto antes y en forma de veras participativa.
También se requiere modernización en otros planos fundamentales para el buen desempeño del proceso nacional, como son el plano de las oportunidades sociales para potenciar y aprovechar todo el talento que hay en el ambiente, el de la diversificación productiva en función de la competitividad tanto nacional como internacional, el de los incentivos adecuados para vitalizar tanto la productividad como la producción, entre otros. Nada de esto puede hacerse si no se sustituye la rutina por la creatividad, y si no se generan visiones de país y agendas de nación que sustenten un proyecto integrado, que supere de una vez por todas la dispersión de esfuerzos tanto públicos como privados, que es cada día más costosa e ineficiente.
Da pena ver cómo se gastan tantas energías en conflictos de poca monta y en discusiones perfectamente evitables, cuando la temática nacional está tan cargada de problemas reales, que se vienen fermentando peligrosamente por la falta de los tratamientos convenientes y de las soluciones idóneas. Tendría que haber, desde los distintos espacios ciudadanos, más presión sobre la institucionalidad para que pase del inmediatismo que no ve más allá de las narices de un período de gestión gubernamental hacia una auténtica proyección de futuro.
Tenemos que estar conscientes, todos, de que en las condiciones presentes del desenvolvimiento de la realidad, aquí como en cualquier parte del mundo, ya no podemos hacer las divisiones tajantes entre presente y futuro que antes eran lo común. Hoy, el futuro ya se encuentra aquí, con todas sus demandas sobre la mesa, unidas a las del presente. Esto implica más responsabilidad y por supuesto mucho más trabajo creativo y proyectivo. Hagámoslo en conjunto.
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