Carlos Mayora Re.30 de Octubre. Tomado de EL Diario de Hoy.
Hay muchas maneras de abordar las relaciones entre ética y periodismo. Entre todas, la que menos me gusta es la que pretende que la ética ponga límites al ejercicio de los informadores, pues sería como decir que la misión de los que construyen carreteras se redujera a poner vallas y señalizar para que la gente no se mate yéndose en los barrancos. La ética debe facilitar el trabajo de los periodistas, ayudarles a hacerlo mejor, potenciar su capacidad.
Es necesario considerar que el periodista es una pieza clave de la sociedad. Es un facilitador de las relaciones entre las personas, es un mediador entre las realidades y su conocimiento, que tiene en sus manos el fabuloso poder de modificar las percepciones… que no es poca cosa pues, ya se sabe: en este mundo de imágenes importa menos cómo son las cosas, que cómo las entendemos.
Los que trabajan en los medios de comunicación moldean las percepciones de las personas. La pretensión del objetivismo, de la transmisión imparcial del hecho puro y duro, está lejos de las teorías actuales que estudian el proceso informativo.
Los comunicadores influyen directamente en la opinión privada, particular, la de las personas concretas, pues cada uno de nosotros tiene su percepción particular de las cosas, a la que ha llegado no sólo por medio de su experiencia personal, sino también por la mediación de los demás.
Así, uno de los primero puntos que la ética tiene que decir a los periodistas, es que a la hora de redactar, de escoger imágenes, de montar una noticia, tienen que pensar en las personas concretas que les van a ver, oír o leer.
Los periodistas tienen responsabilidad en la formación del criterio de su audiencia. Si se precian de buenos comunicadores, deberían haber suscrito un compromiso con la honestidad, para informar poniendo por delante la verdad de los hechos, tal como ellos los entienden. Sin dejar nunca de lado la importancia y el respeto para con la dignidad de su público, de todos, no sólo la de aquellos que pueden ser lesionados en su honra por el ejercicio de la libre expresión.
Para eso, es imprescindible gozar de libertad e independencia a fin de comunicar lo que le parece debe ser comunicado. Pero no una libertad irrestricta, sino condicionada tanto por la verdad (informar lo cierto, investigar, decir lo que se debe), como por el bien común y el bien particular de su público en general y de cada uno de sus lectores en particular.
El periodismo tiene límites, pero porque tiene alcances. Tiene regulación, porque si no la tuviera se podrían conculcar derechos tanto de los protagonistas, como de los lectores de las noticias. El buen comunicador debe ser capaz de saber distinguir la delgada línea que separa el derecho a la información del deber de respetar la línea editorial del medio donde trabaja, la honra y privacidad de las personas, la existencia de verdades que no deben ser calladas, pero sí comunicadas de manera prudente.
La responsabilidad del periodista va mucho más allá de la transmisión verdadera de unos hechos u opiniones, llega hasta un compromiso que se traduce en hacer mejores a quienes comunica, en contribuir para lograr el bien de todos en la sociedad, para poner en el centro de su trabajo la dignidad de las personas, superando la tentación del utilitarismo, la "menta" que pueden darle los poderosos o cualquier otro distorsionador de su labor informadora.
En resumen, los periodistas deben estar muy conscientes de que antes que informadores, son ellos mismos personas honorables, dignas, y por ello deberán evitar todo lo que abaje o corrompa dicha condición.
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