La nueva embajadora de Estados Unidos en El Salvador acaba de expresar públicamente ese criterio básico de hacer las cosas en común, sobre todo aquéllas que son determinantes para que la sociedad avance y mejore en todos los sentidos.
Escrito por Editorial.29 de Octubre. Tomado de La Prensa Gráfica.
Hay verdades que surgen de la misma realidad y que están más allá de las posiciones estrictamente sectoriales, de ideología y de intereses de grupo. Una de esas verdades es la que se plasma en la necesidad de coordinación y colaboración entre los diferentes actores de la vida nacional para llevar por buen rumbo nuestro proceso democrático, en función de la estabilidad y el desarrollo del país. Hay que salir de la celda mental tradicional, para pasar al ejercicio de una sana convivencia entre diferentes y aun entre contrarios. Esa es la lógica natural de la democracia, como puede constatarse en cualquier país avanzado del mundo.
La nueva embajadora de Estados Unidos en El Salvador acaba de expresar públicamente ese criterio básico de hacer las cosas en común, sobre todo aquéllas que son determinantes para que la sociedad avance y mejore en todos los sentidos. En este caso, el llamamiento ha sido a los empresarios, para que trabajen de la mano con el Gobierno a fin de responder a plenitud a los grandes desafíos nacionales como la reactivación económica, la competitividad productiva y la seguridad en todos los órdenes. Desde luego, la voluntad debe ser compartida e irse manifestando en los hechos mucho más que en las palabras. Estamos en un momento histórico, tanto del mundo como del país, en el que hay que despojarse de viejas ataduras y salir de cualquier trinchera artificial para pasar a enfrentar la realidad tal como es en el aquí y en el ahora.
El llamado debe hacerse extensivo a otros actores claves, como son los partidos políticos y las diversas fuerzas sociales y culturales del país. En esto no debe haber diferenciaciones o distingos por tamaños o por influencias. La agenda nacional nos pertenece a todos, y aunque los liderazgos tienen la responsabilidad de gestar y gestionar iniciativas, éstas no prosperan –y está visto en los hechos– cuando no son debidamente asumidas y compartidas por la ciudadanía en su conjunto. No se trata, pues, de simples negociaciones cupulares, que casi siempre degeneran en repartos de ventajas o prebendas, sino de poner en práctica esa interacción abierta y transparente, que tenga como norte el auténtico interés nacional, sin banderías mezquinas ni distorsiones fantasiosas.
El llamamiento que comentamos puso énfasis en la preservación de la libertad económica y en el fomento de la competitividad. Es decir, una labor de compromiso y un trabajo de viabilización de dicho compromiso. Educación y seguridad son, al respecto, fundamentales e insoslayables. En cuanto a educación, se requiere un redimensionamiento integral del sistema; y en cuanto a seguridad, ya no se puede seguir haciendo prevalecer el juego de las estadísticas de corto plazo. En otras palabras, en todos estos temas se requiere una auténtica agenda de nación.
Mecanismos establecidos como el Consejo Económico y Social pueden ser herramientas muy valiosas para impulsar la lógica de los entendimientos de fondo. Pero el tiempo apremia, y no se puede estar en meras prácticas de salón: hay que ir a la médula de las posiciones y de las diferencias, para partir de ahí hacia la construcción de acuerdos sostenibles.
Quisiéramos insistir en el imperativo de evitar o por lo menos controlar las calenturas circunstanciales que alimentan el pimpón acusatorio, que no le sirve a nadie y que nos perjudica a todos. Es decir, implantar en el ambiente, y por supuesto desde los más altos niveles del liderazgo nacional tanto público como privado, la autodisciplina que permita funcionar con normalidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios que incluyan ofensas o amenazas no se publicaran.