Escrito por Luis Laínez.31 de Octubre. Tomado de La Prensa Gráfica.
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El miércoles, en el marco de un foro organizado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), realizado en Panamá, el ministro de Justicia y Seguridad, Manuel Melgar, aseguró que la libertad de expresión “es un derecho ciudadano”. Además, abogó para reactivar la iniciativa de Medios Unidos por la Paz (MEUNO), como una forma para evitar que la violencia se banalice y sea vista como algo normal por la sociedad.
Desde hace más de cinco años, LA PRENSA GRÁFICA tiene un manual para presentar los hechos de violencia. Partiendo de la premisa de la responsabilidad social por el ejercicio de la libertad de expresión, se adoptaron una serie de medidas para informar el fenómeno de la violencia, pero sin convertir a la información en una representación simplificada y frívola de los actos violentos.
De ese modo, una premisa básica es el respeto a la dignidad humana. Esto incluye, además de alejarse de escenas sensacionalistas, la compasión frente al dolor y la invulnerabilidad de la intimidad de las personas. Se respeta la historia de las víctimas.
No es aceptable la apología del delito o del victimario o la justificación de sus actos criminales. Tampoco se debe depender exclusivamente de las fuentes oficiales, que si bien son necesarias también tienen intencionalidad. Hay que contratar las cifras oficiales con las versiones de las víctimas.
Desde hace cinco años, debido a estas y otras normas adoptadas, LA PRENSA GRÁFICA no identifica el nombre de las pandillas. En las fotografías, además, no se muestran sus tatuajes o pintas, para evitar la exaltación del delito.
Dar a conocer noticias sobre violencia tiene una función de prevención, de pedagogía ciudadana. Es decir, que los ciudadanos conozcan los riesgos a los que están sometidos y las precauciones que deben tomar. No obstante, no deben fomentar un clima de inseguridad, especialmente cuando son sensacionalistas, descontextualizadas o truculentas.
Las fotografías, además, evitan toda expresión directa de los cadáveres, situaciones sangrientas y la imagen reiterada de las víctimas envueltas en bolsas oscuras.
Esto ya es un hecho. Pero lo que ha sucedido es que el esfuerzo propio de LA PRENSA GRÁFICA no tiene correspondencia en el ámbito de seguridad. Cada vez es más difícil conocer información, a pesar de que otras instancias del Gobierno hacen gala de sus proyectos para transparentar sus gestiones.
Ser transparentes no es simplemente pegar una gráfica en la página web o reproducir una tabla con los ingresos y egresos, a modo de presupuesto. La información debe ser oportuna, es decir, además de ser relevante no debe llegar meses después de que un hecho noticioso ha sucedido.
El ministro Melgar, en ese mismo foro, que se llamaba “¿Cómo pueden aportar los medios de comunicación a la seguridad en Centroamérica?”, proponía activar un mecanismo para que periodistas y funcionarios de la cartera que dirige pudieran tener mejor comunicación.
Los ramos de olivo están bien. Ahora hace falta pasar a los hechos y demostrar que verdaderamente hay voluntad de ser transparentes.
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