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2010/10/27

EDH-Editorial-Serruchan la rama de la que cuelgan

 La agitación sindical forzó el cierre de miles de empresas, entre ellas una empresa emblemática, como fue la Texas Instruments, que estaba en proceso de convertir al país en un micro "Silicon Valley"

27 de Octubre. Tomado de El Diario de Hoy.

 

os vigilantes privados están en proceso de serruchar la rama de la que cuelgan, creyendo que sindicalizarse sólo va a acarrearles beneficios: mejores prestaciones, mayor salario, seguridad en sus empleos…

Pero las consecuencias serán las que las empresas que los contratan señalan, como son la quiebra de muchas de ellas, desempleo, más altos costos para los negocios que los contratan y, eventualmente, que o los incorporen a un reducido número de ellos a las "milicias populares", o volver a sus lugares de origen.

El sueño salvadoreño, que para los pobladores rurales es venir a la capital y otras grandes ciudades en busca de mejor vida, se les va a truncar, con el agravante de que encontrarán a otros pájaros en los nidos que abandonaron.

Formar sindicatos, a como dé lugar y dónde sea, es la gran política de "inserción social" que viene emprendiendo el Ministerio de Trabajo sin pensar en los graves costos que tal cosa provoca. Uno de esos costos es atizar la conflictividad entre empleadores y ciertos grupos de su personal; otra, sustituir mano de obra por máquinas; la tercera, incremento del desempleo; la cuarta, el cierre de negocios que deja en la calle a sus empleados; la más grave, paralización de inversiones y fuga de capitales y talento.

No decimos esto por futurólogos sino por analizar los efectos económicos que toda alza en los costos lleva consigo, como por recordar lo que sucedió en los años previos a la guerra: la agitación sindical forzó el cierre de miles de empresas, entre ellas una empresa emblemática como fue la Texas Instruments, que estaba en proceso de convertir al país en un micro "Silicon Valley".

Miren quiénes fueron los primeros afectados

La pobreza de hoy es consecuencia de aquellos huracanes, de exigencias laborales imposibles de cumplir, de una ciega exacerbación de gente engañada que llevó a muchísimos a la ruina.

Recuérdese lo que fue la zona franca de San Bartolo, en su momento una pujante fuente de empleo, que finalizó convertida en un cementerio de plantas clausuradas.

En lo que no piensan los sindicalizados es que las empresas de seguridad son eficientes intermediarios entre las personas que contratan y las empresas que utilizan sus servicios. Las empresas administran los recursos, se ocupa de pagar salarios, acuerdan condiciones de trabajo con sus clientes, mantienen la disciplina, capacitan y responden por la conducta de sus vigilantes. Pero al no contar con instalaciones, capital inmueble, gran inversión en equipos, etcétera, no siempre son capaces de sobrevivir a una alza de costos que no necesariamente absorbe el mercado.

Por si no lo saben los agitados, quienes pagan los costos son siempre los clientes, los que contratan servicios, que a su vez los pasan al público. Si una fábrica de alimentos sufre una elevación en sus costos, inexorablemente los tiene que pasar a los que consumen sus productos, a menos, desde luego, que el comandante Hugo Chávez Frías esté dispuesto a subvencionar lo que en esta tierra se consume, lo que es altamente improbable considerando la terrible pobreza que se sufre en Venezuela.

La primera en padecer los efectos de demandas irracionales, paradójicamente, fue Salud Pública, con exigencias de "bonos", cierre de clínicas y hospitales, marchas en las calles, insultos a los titulares, etcétera. El Ministerio terminó demandándo a los sindicalistas en la Fiscalía.

elsalvador.com :.: Serruchan la rama de la que cuelgan

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