Escrito por Kalena de Velado.31 de Octubre. Tomado de La Prensa Gráfica.
kvelado@yahoo.es
Cuentan que dos fabricantes de zapatos fueron a buscar negocios a otro continente, aterrizando en un país en el cual la gente andaba descalza. Al regresar a sus familias a narrar el resultado, uno de ellos concluyó que no se podía vender nada porque sus ciudadanos no tenían la costumbre de usar calzado. La otra persona llego feliz a su hogar, narrando que había encontrado una gran oportunidad de colocar miles de zapatos en un mercado gigante, a cuyos futuros compradores nadie les había ofrecido productos de acuerdo a sus necesidades y con el mejor precio. Esta anécdota refleja plásticamente la actitud de todo éxito empresarial.
George F. Gilder, catedrático de la Universidad de Harvard, escritor prolijo y experto en tecnología e innovación, señala:”el emprendedor debe ser generoso, altruista y pensar primero en los valores espirituales antes de comenzar a producir valores materiales. Es un trabajo muy duro y difícil el crear puestos de trabajo; para conseguirlo hace falta sacrificio, entrega, capacidad de liderazgo, inspiración y fe. La burocracia, el gobierno, no están preparados para sostener ese tipo de combates. El Estado no crea puestos de trabajo; en el mejor de los casos, los redistribuye de un sector a otro…..El ideal de los emprendedores es avanzar cueste lo que cueste y para ello encuentran su fuerza en la familia. El hombre está auténticamente solo cuando vive en medio de la muchedumbre. Casi todos los emprendedores son personas de familia; y es su familia lo que les compromete con el futuro: sus hijos, su cónyuge. La familia es el eslabón entre la empresa y el futuro…..”
A través de la firma consultora que dirijo he visto lo que antes apuntaba el profesor universitario, coincidiendo con Bill Gates y como empresaria pequeña en lo que apunta Gilder sobre un fallo del pensamiento de hoy: “el desprecio por el fracaso como si fuera algo deshonroso. Pero la aceptación del fracaso es la génesis del triunfo; la diferencia capital entre Europa y los Estados Unidos es que allí hay mucho más fracaso, pero también mucha más iniciativa y, por tanto, más éxito. Si no se acepta la posibilidad de fracasar, la economía se paraliza….Y, además, es imprescindible saber escuchar a los demás. Los empresarios que sólo piensan en sí mismos suelen terminar en las oficinas del Gobierno pidiendo proteccionismo y subvenciones. Son los que piensan que su trabajo y su negocio son tan importantes que merecen la ayuda y el cuidado del Estado. El empresario egoísta satura el mercado y no sirve a los consumidores sino a sí mismo. La mayoría de los economistas son funcionarios y no acaban de entender el espíritu empresarial. Por eso, tampoco saben realmente de economía. Predicen recesiones una y otra vez, cada pocas semanas. Y eso se debe, en mi opinión, a que su visión de la economía es materialista y la materia es limitada. El espíritu, en cambio, es ilimitado. Y el espíritu es la fuente de la riqueza. Sin beneficios el empresario no puede hacer nada, desaparece del mundo de los negocios. Pero un principio muy sano es reinvertir los beneficios; y eso es lo que hacen los verdaderos emprendedores, devolver al sistema lo que ganan y así enriquecerlo. La clave es ésta: el emprendedor es alguien que da, no alguien que toma…La única manera de incrementar la riqueza de una nación es rebajar los impuestos y relajar los controles. Cuando los impuestos son superiores al 25 por ciento, se está nacionalizando el éxito, los logros de la economía, lo cual significa que el empresario se siente expropiado de todo lo bueno que realiza”.
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