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2010/10/27

La Página-Fuego abrasador-Diario digital de noticias de El Salvador

Escrito por Flor Young.27 de Octubre. Tomado de La Página.

El ser humano es el único animal capaz de hacer fuego. Esto le ha procurado su dominio sobre la Tierra.

Conde de Rivarol (1753-1801) Escritor francés.

El mes recién pasado, el 11 de septiembre para ser exactos, marcó el noveno aniversario del ataque terrorista mas devastador que ha sufrido Estados Unidos y quiérase o no, la historia del nuevo siglo.

Esto estuvo enmarcado de conmovidos actos de recordación y tristeza, pero no faltó quien aprovechara el momento de dolor para evidenciar su intolerancia y adquirir sus “15 minutos de fama” (frase acuñada por Andy Warhol, pintor americano), sin importarle las consecuencias de sus actos, como casi siempre sucede con aquellas personas irascibles que solo buscan darle rienda suelta a su odio y ocupar su poder, por poquito que este sea. Estamos hablando del “tristemente célebre” Reverendo Terry Jones, pastor de Dove World Outreach Center in Gainesville, Fla., Iglesia Cristiana-Fundamentalista, quien a la luz de la conmemoración de tan doliente evento y acompañado del revólver que siempre lleva al cinto, dijo firmemente que ese día quemarían copias del Corán, libro sagrado de la religión Islámica.

Semejante intención “encendió” a miles de protestantes en las calles de Kabul y provocó una airada reprimenda de parte del General David Petraeus, Comandante en Jefe de las fuerza estadounidenses en Afganistán, indicando que esa acción ponía deliberadamente en peligro a las tropas.

Al final de cuentas, Mr. Jones no realizó tan terrible e irreverente acto, sin embargo, me hizo reflexionar en algunas de las atrocidades que el ser humano ha realizado teniendo al fuego como aliado, valioso elemento para muchos fines, pero vilmente usado también para alimentar los odios, envidias, intereses y sed de poder de algunos.

La quema de libros en el caso de Mr. Jones viene acompañada de sensacionalismo y simbolismo (no olvidemos la carencia de tolerancia y sensatez), pero en el pasado, el prenderle fuego a los textos era una táctica usada por los conquistadores para “barrer” con la historia e intentar que la misma iniciara con su triunfo. En el año 213 A.C., El Emperador de China, Shih Huang Ti, precisamente pensó que al quemar todos lo escritos en su reino, la historia iniciaría con él. Llegó al extremo de quemar vivos a aquellos maestros que continuaron enseñando la historia antigua.

Una leyenda dice que ocho siglos después, el Califa Omar quemó cerca de 200,000 libros pertenecientes a la Biblioteca de Alejandría y que sirvieron para calentar los baños de dicha ciudad por seis meses. Asimismo, podemos mencionar cuando los Mongoles saquearon Bagdad en 1258 en donde se señala que el río Tigris tiñó sus aguas de negro por la tinta que ahí se derramó de los libros destruidos.

Existen acciones en donde los “fogonazos” se originaron por la falta de tolerancia a otras religiones, como fue el caso de las quemas de los escritos de Martín Lutero o bien en 1492, cuando los españoles recuperaron Granada, el último Reino Musulmán en la Europa Occidental, saqueando sus bibliotecas y quemando todo su contenido. Otro ejemplo fue Atanasio, el Obispo rebelde de Alejandría, quien emitió una carta en el año 367 D.C., en la cual exigía que los monjes egipcios destruyeran todos los escritos, excepto aquellos que él particularmente etiquetó como canónicos. Esa lista es lo que actualmente constituye el Nuevo Testamento. De esta manera muchos textos de principios de la era cristiana se perdieron como si hubieran sido públicamente quemados, llamemos a esto “el poder del fuego de la destrucción de información”. Un libro que se perdió por muchos siglos y que fue recién descubierto en Egipto fue El Evangelio de Judas. ¡Es increíble cuantas barbaries se han hecho en el nombre de Dios y muy pocas en el nombre del diablo!.. Irónico, ¿verdad?

Ni qué decir en 1933 en Berlín cuando los nazis hicieron una monstruosa fogata con libros de autores tan valiosos como Kafka, Freud y Sinclair, por declararlos izquierdistas y judíos.

Eso me hace pensar también que los seres humanos no se salvaron de las hogueras, porque no podemos dejar de fuera la época del oscurantismo en la Iglesia Católica y sus tristemente celebres representantes Fray Tomas de Torquemada con sus fieles de la Orden de los Dominicos, y el Obispo de Beauvais, Pierre Cauchon, éste último causante de la acusación y condena de la valerosa Juana De Arco, hoy Patrona de Francia, pero que en su momento fue considerada hereje porque tenía el don o la virtud de poder hablar con Dios y por ello (aunque, siempre hay elementos políticos y de tráfico de influencias) fue mandada directamente a la hoguera.

Tampoco podemos olvidar a “Bloody Mary” (precisamente de ahí el nombre de tan famoso aperitivo), María Tudor, hija del no menos famoso “playboy” de la Edad Media, Enrique VIII, Rey de Inglaterra y su primera esposa, Catalina de Aragón, hija a su vez de los Reyes Católicos de España. Cuando María Tudor ascendió al trono de Inglaterra (Primera Reina en su historia) entre otras cosas se dedicó a matar a cuantos se opusieron a sus mandatos católicos.

La Santa Inquisición reinó del 1184 cuando inició en Francia, hasta su fin en 1834 en España, durante el reinado de Isabel II de Borbón. La palabra Inquisición viene del latín Inquisitio-nis, es la acción y efecto de inquirir investigar y examinar, literalmente y hace referencia a varias instituciones dedicadas a la supresión de la herejía mayoritariamente en el seno de la Iglesia Católica, aunque también hubo tribunales del mismo género entre el Calvinismo y otras denominaciones protestantes, lo que resulta justo mencionar. El número exacto de asesinados, torturados y mutilados se conocerá el día que la Iglesia Católica y otras denominaciones permitan ver sus archivos donde están asentados los juicios y condenas.

Un dato curioso es que la Inquisición cesó en todas partes, con excepción del Vaticano. En el año 1542 varió al titulo de Sagrada Congregación del Santo Oficio, nombre dado por el Papa Pablo III, y su función suprema era salvaguardar la Iglesia Católica en toda materia de fe y moral, así como anular la herejía. Aún hoy en día sigue funcionando con el nombre de Congregación para la Doctrina de la Fe, la cual el actual Papa, Benedicto XVI presidió hasta ser nombrado Obispo Universal. Claro que las prácticas “piromaniacas” cesaron siglos antes. Hoy se dedican a analizar y emitir juicios sobre textos y prácticas.

Un acto que merece especial mención es que el Santo Papa Juan Pablo II pidió perdón por los errores que hubieran cometido los hombres de la Iglesia a lo largo de la historia, así como por haber dejado de hacer el bien necesario en favor de judíos y otras minorías perseguidas. ¡Bien por él!

Ojala, así como Juan Pablo II encontró en su corazón el arrepentimiento y la tolerancia, podamos nosotros encontrarlos en los nuestros y darle otro uso al fuego, las piedras, las armas de mutilación y las leyes sin alma. Ya lo dijo el Gran Mahatma Gandhi: “Puesto que yo soy imperfecto y necesito la tolerancia y la bondad de los demás, también he de tolerar los defectos del mundo hasta que pueda encontrar el secreto que me permita ponerles remedio”.

Diario digital de noticias de El Salvador

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