Ramón D. Rivas.30 de Octubre. Tomado de Diario Co Latino.
El pasado sábado 9 de octubre, en el Museo de Historia Natural y Eco Parque Saburo
Hirao, se celebró el día del niño. Un bonito encuentro en el que niños japoneses, de padres japoneses, residentes en nuestro país se congregaron para junto con niños salvadoreños, celebrar tan magno día. En esa ocasión se hizo también la entrega simbólica de libros y juegos para la biblioteca infantil del Museo de Historia Natural y Eco Parque Saburo Hirao donados por el gobierno de Japón. Comparto con los amables lectores las palabras que ofrecí en esa ocasión al público congregado y en representación del Dr. Samour, Secretario de Cultura de la Presidencia.
A este evento asistieron personalidad, entre ellos, el excelentísimo Sr. Shisei Kaku, Embajador de Japón, la directora Ejecutiva de la Secretaría de Cultura de la Presidencia Licda. María Isabel Rivas de Sosa, la Coordinadora del Museo de Historia Natural de El Salvador y Eco Parque Saburo Hirao, Licenciada Eunice Echeverría y el escultor, pintor, escritor y músico salvadoreño radicado en Japón, Arquitecto Camilo Bonilla Callada, que es ya toda una celebridad y ha sabido representar a nuestro país, con su arte, en Japón pero que también sus esculturas de personajes se perpetuán como para nunca olvidar.
También, para esa ocasión, la sala de exposiciones del Eco Parque se vio gratificada por la impresionante exposición fotográfica de Koinoboris -que más adelante en esta presentación haré referencia- y la entrega de libros para la biblioteca infantil del Museo de Historia Natural.
Y es que este parque, tan querido por la población salvadoreña, es uno de los símbolos de la antigua y buena amistad que existe entre la república del Japón y El Salvador, dos naciones separadas por un mundo de distancia, pero tan cercanas por la similitud de sus espíritus.
Una muestra de ello lo representa el ciudadano japonés radicado en nuestro país, Saburo Hirao, quien tuvo a bien hacer la donación de un millón doscientos cincuenta mil dólares americanos, para la construcción de este parque, el cual lleva su nombre, y así poder realizar el sueño de su benefactor, el cual fue recrear y educar a la niñez salvadoreña a través de la naturaleza e instrumentos lúdicos.
Esto es parte del legado que nuestros amigos japoneses, han entregado a nuestro país, en pos de esa amistad que data de más de 75 años entre Japón y El Salvador, y que ha seguido dándose a través del tiempo. Nos alegró poder contar en ese día con el escultor Camilo Bonilla un salvadoreño de Zacatecoluca, que ha podido trascender las fronteras, entre nuestros países, y que desde la década de los ochentas decidió hermanarse mucho mas con nuestros amigos japoneses, trasladándose a vivir a “la nación del sol naciente”, para compartir y descubrir con los japoneses, las semejanzas que existen entre ambas culturas, y que ha logrado desarrollar con su incansable espíritu salvadoreño gran maestría en las artes de la pintura, escultura, literatura y música.
Esta experiencia que ha logrado adquirir el maestro Camilo Bonilla, a través de los años, ha sido compartida en numerosas oportunidades con su siempre recordado y querido pueblo de El Salvador; los frutos de su esfuerzo han alcanzado a beneficiar nuestro país, ya que se ha convertido en un incansable promotor de nuestra cultura salvadoreña ante los japoneses, y como uno de los frutos de este accionar, en este mes dedicado a nuestra niñez, nuestro Parque recibió un lote de libros de historias japonesas traducidas al español y juegos didácticos, destinados a ser utilizados en la Biblioteca infantil del Museo de Historia Natural, así como la posibilidad de disfrutar de una exposición fotográfica de Koinoboris, que son banderas tradicionales japonesas que tienen forma de pez carpa, que se izan en los días especiales para los niños, en Japón. Y no bastando con la exposición de fotografía, Camilo Bonilla nos trajo también seis de estas hermosas banderas llamadas Koinoboris, para izarlas en nuestro parque; además, nos deleitamos con la interpretación de la hermosa canción infantil del Koinoboris, a cargo de niños japoneses residentes en nuestro país, y que fue interpretada por nuestros niños salvadoreños como símbolo de unidad.
No nos cabe duda, como Secretaria de Cultura, que esta nueva colaboración del pueblo japonés será de sumo provecho para las presentes y futuras generaciones que visiten las instalaciones de este Eco Parque, porque les permitirán conocer un poco más de las tradiciones que posee una tierra con tanta historia y con tan fuertes raíces culturales como lo es Japón.
Se aprovechó la oportunidad para invitar a los niños que se hicieron presentes, para que sigan manteniendo el espíritu puro e inocente que les caracteriza, y que los japoneses representan y asocian en la figura del pez carpa, ya que este pez realiza una gran fuerza al nadar en contra de la corriente de los ríos para llegar a su destino, pues así nuestros niños, necesitan de esa pureza e inocencia, para crecer en este mundo al cuidado de sus padres, para que al igual que la carpa, puedan llegar a convertirse, pese a todas las pruebas, en los grandes y buenos hombres y mujeres que están destinados a ser.
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