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2010/10/29

LPG-De la gasera al hogar

 Con este subsidio se puede hacer dinero fácil si se “exporta” a Guatemala o a Honduras en donde el precio del cilindro es de mercado. Tienen 55 puntos ciegos de “exportación”.

Escrito por Sandra de Barraza.29 de Octubre. Tomado de La Prensa Gráfica.

 

El segundo problema es menos complejo aunque es más difícil de enfrentarlo por sus implicaciones políticas. El primer problema, el del mercado, tiene que ver con tres empresas, con supuestos poco transparentes y con fórmulas que siempre van a beneficiar a los mismos. El segundo problema tiene que ver con todos los hogares que consumen gas subsidiado en sus expresiones de 10, 20, 25 y 35 libras.

Aquellos impuestos temporales que pagamos como Impuesto de Guerra se hicieron permanentes en época de paz. Se convirtieron en el Fondo de Estabilización y Fomento de la Economía (FEFE). Este sugestivo título del FEFE, que da para colgarle las mejores y más audaces ideas para el desarrollo nacional y local, se ha convertido en sinónimo de subsidio generalizado para hogares y negocios que consumen gas licuado en sus presentaciones de 10, 20, 25 y 35 libras; en subsidio para transporte privado; en incentivo para el contrabando y en fuente segura de enriquecimiento poco lícito. Todo provoca el segundo y millonario problema... la insostenibilidad fiscal del subsidio generalizado. Estas son mis conclusiones sobre el segundo problema que presentaron los funcionarios del Ministerio de Economía.

¿Insostenibilidad fiscal? Según información oficial en el año 2001, el FEFE financiaba el 83% del subsidio y el resto lo financiamos usted y yo sacrificándose otras necesidades de inversión nacional. La tendencia se revirtió. En el año 2010, el FEFE financia no más que el 19% del subsidio al gas licuado y usted y yo de todas maneras tenemos que seguir financiando el 81% que representan ni más ni menos que $101 millones. ¿Va a los hogares más pobres? No. La mayor proporción va a la población de más altos ingresos y a todos aquellos dueños de vehículos que para ahorrar y mejorar la combustión le colocan un sistema especial y un tambo de gas al vehículo. Esto no estaba subsidiado, pero el subsidio es tan millonario y generalizado, que da oportunidad de “negocios”.

El millonario incentivo es tan poco controlado que incentiva el contrabando. Con este subsidio se puede hacer dinero fácil si se “exporta” a Guatemala o a Honduras en donde el precio del cilindro es de mercado. Tienen 55 puntos ciegos de “exportación”. Los contrabandistas cambian colores al tambo, montan bodegas en municipios fronterizos y comercializan los tambos subsidiados con una ganancia superior al 100%. Tan bueno y rentable es el negocio del contrabando de gas licuado que los registros de consumo por hogar en un municipio fronterizo llegan a 282 cilindros al año. ¡Casi un cilindro al día! ¿Cómo controlar esto? ¿Con policías? Yo prefiero que con mis impuestos financien policías civiles y de tránsito y que se ordene de una vez por todas el subsidio al gas. República Dominicana lo hizo y bien.

¿La propuesta de solución anunciada? Iniciar con el desmantelamiento del subsidio generalizado y sustituirlo por uno menos generalizado mientras se avanza a uno más focalizado. ¿Cuándo? fue la pregunta. No hubo respuesta. La propuesta a implementar deja al 70% de los hogares ubicados en el 90% del territorio con subsidio. Dejan con subsidio a los hogares que consumen menos de 200 kw y con subsidio total a los que consumen no más que 99 kw. Esto ¿se llama focalización? Nada más alejado que esto. Teniendo tanta y tan objetiva información para tomar decisiones ¿Por qué no hacerlo y ya? Postergar decisiones no lo hace más fácil.

¿El resultado? La propuesta de “solución” afectará únicamente el 30% de hogares del país que consumen gas licuado. Lamentablemente, insisto, la generalización se mantiene a pesar de tener suficiente información para efectivamente focalizar. Esto significará ahorrar alrededor de $60 millones al año para destinarlos, ojalá, a educación en donde la lista de necesidades es inmensa y a carreteras en donde el deterioro es evidente.

Y con todo lo que nos contaron, preguntamos ¿cuál es el cambio fundamental? La forma de pago. El sistema se mueve de pagarle a los gaseros que subsidian al Estado, a pagarle al 70% de los hogares. Esto seguramente evitará las amenazas y los desabastecimientos que todos hemos padecido, pero no resuelve el problema fiscal. Ojalá que la decisión política fuera más allá que la propuesta del Órgano Ejecutivo. ¿Será posible la racionalidad de los diputados? Talvez nos sorprenden.

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