Helga Cuéllar-Marchelli.29 de Octubre. Tomado de El Diario de Hoy.
Recientemente se realizó el Primer Congreso Nacional de Educación Superior 2010, el cual contó con la participación de representantes de instituciones de educación superior, el gobierno, la empresa privada, colegios de profesionales, organizaciones no gubernamentales y organismos internacionales. Este encuentro se llevo a cabo con el propósito de generar ideas que servirán de insumo para elaborar el Plan Nacional de Desarrollo de la Educación Superior.
Escuchando las opiniones de distintos colegas y representantes de gobierno, me encontré a don Santiago, quien obviando el saludo de costumbre, me dijo: "No le vaya a contar a nadie, pero he entrado por aquella puerta sin que me vieran. A este congreso, no invitaron a la gremial de maestros a la que pertenezco, pero yo pienso que debo estar aquí. Así que imagino que estará preguntándose: ¿Qué hace un maestro de primaria y secundaria jubilado en este evento?". Guarde silencio unos segundos y le respondí: "don Santiago, me extraña que no lo hayan invitado ya que, en efecto, sería interesante conocer la posición de los docentes acerca de la educación superior. Le voy a decir por qué".
A don Santiago le expliqué que según la Conferencia Mundial de Educación Superior de la UNESCO, las instituciones de educación superior tienen la obligación de avanzar el conocimiento, promover la democracia y buscar soluciones efectivas a los problemas humanos. La relevancia de estas instituciones en la sociedad es evidente en la medida en que contribuyen con el despertar de la conciencia de las personas, la generación de competencias laborales, la promoción de valores y el desarrollo cultural. Y, sobre todo, tal relevancia está asociada con la misión que tienen las universidades y otras instituciones terciarias, de ser capaces de responder a dos necesidades particulares que enfrentan otros niveles educativos.
En primer lugar, la mayoría de los países ha establecido que la formación inicial de los maestros de educación preescolar, primaria y secundaria, se lleve a cabo en las instituciones de educación superior. En El Salvador, por ejemplo, la formación de nuevos maestros es supervisada por el Ministerio de Educación (MINED) y se lleva a cabo en ocho instituciones: una universidad pública, seis universidades privadas y un instituto especializado privado. Sin embargo, solamente cuatro instituciones están acreditadas por la Comisión de Acreditación de la calidad de la educación superior. Contar con buenos docentes en el futuro depende, en buena medida, del trabajo que realicen estas instituciones.
Y, en segundo lugar, las universidades tienen la capacidad de apoyar los esfuerzos para mejorar la educación de un país o región, a través de la investigación, el análisis y la evaluación de los resultados de diferentes niveles educativos. Considerando lo anterior, en el país, ha sido positivo el haber incluido el área de educación en la Agenda Nacional de Investigación que el Vice Ministerio de Ciencia y Tecnología del MINED espera promover, apoyándose en las universidades locales.
En mi opinión, cualquier política de educación superior debe incluir un componente que busque generar impactos positivos tanto en otros niveles, como en el sistema educativo en su conjunto. Los maestros pueden aportar ideas acerca de cómo se podría fortalecer la formación inicial de docentes del nivel superior. Los educadores pueden ayudar a identificar problemas de investigación; y, quienes posean grados de maestría o doctorado, podrían conducir proyectos de investigación o evaluar programas educativos.
Usualmente no se hace el énfasis adecuado en la estrecha relación que existe entre la educación superior, la formación docente y la investigación en educación. "¡Ah! Si por eso estoy aquí, ¿verdad?", me dijo don Santiago. Yo contesté sonriendo que me alegraba mucho verlo y saber que está interesado en este tema.
elsalvador.com :.: Impacto de la educación superior en otros niveles
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