El mensaje fue claro. Si no se hace nada el país está en el peor de los escenarios.
Escrito por Sandra de Barraza.01 de Octubre. Tomado de La Prensa Gráfica.
Son millonarios, se administran sin ningún criterio de racionalidad económica ni social y peor, terminan destinándose a los que menos lo necesitan. Para financiarlos se sacrifican prioridades porque no hay de dónde sacar más. Esta es la realidad. Y esta realidad nos cuesta alrededor del 2% del Producto Interno Bruto según las estimaciones que hicieran el BID y el BM a solicitud del gobierno. Esto significa que no solo no ahorramos sino que destinamos los limitados recursos que generamos, a gastos que tienen poco impacto en la pobreza y el desarrollo.
¿Qué se subsidia? Hay un subsidio eléctrico que asciende a $118 millones. Hay un subsidio al gas licuado que asciende a $141 millones. Existe uno al agua que asciende a $157 millones. Se mantiene el subsidio al transporte público por $55 millones. Y a esto agregue el subsidio a las exportaciones que es de $25 millones. Sumando, al menos gastamos $496 millones anuales en subsidios.
¿A quién se subsidia? El 90% del subsidio eléctrico es generalizado, pero, dice el informe, hay diferencias en los grupos de ingreso. El 10% de más bajos ingresos recibe un subsidio menor al que recibe el 10% con más ingresos: el primer grupo tiene el 64% y el segundo el 99%. En el caso del gas licuado, por cada $1 que se subsidia al grupo de más bajos ingresos, los de más altos ingresos reciben $6. En el caso del agua, el subsidio es principalmente para los hogares en áreas urbanas que tienen cañería. Los hogares urbanos sin servicio tienen que comprar el agua a un precio “de mercado” y los del área rural, en donde se concentran los pobres y los más bajos índices de desarrollo, se padecen todas las enfermedades habidas y por haber por la carencia de este vital líquido.
A los buseros irónicamente les subsidian el número de viajes por día para que saturen las calles innecesariamente. Hay más buses y microbuses de los necesarios. Ya está demostrado que el 40% sobra y nadie ha podido hacer nada. ¿Y quién puede cuando se subsidia a 10,986 unidades en 1,124 rutas autorizadas para que hagan siete viajes diarios durante 25 días al mes? Esta información se conoció en la reciente conferencia organizada por el BID y el BM sobre el estudio sobre el Gasto Público y ante esto, cualquiera se hace la pregunta ¿quién puede supervisar si efectivamente se hacen 2 millones de recorridos? Y por último, a pesar de que el subsidio a los exportadores ha tenido un incremento exponencial, las exportaciones que han crecido sostenidamente son las de emigrantes.
Si a esto se suman las transferencias condicionadas en función de atender pobreza y tercera edad y para la descentralización administrativa, queda poco o nada para inversión. ¿Cómo vamos a recuperar la infraestructura dañada? Ni siquiera me atrevo a preguntar ¿de dónde se obtendrán recursos para construir infraestructura básica para el desarrollo?
Insostenibilidad fiscal fue el mensaje. El mensaje fue claro y más. Incluyó un análisis de las fuentes y el monto de ingresos fiscales y un análisis del monto de la deuda que tiene el país. Todos debemos tener claro que la deuda representa, según las estimaciones de esos organismos de financiamiento, el 51% del PIB. Si el optimismo sobre los supuestos de crecimiento falla, la deuda fácilmente llegará alrededor del 70%. El servicio a la deuda, los gastos en subsidios y transferencias y los gastos ordinarios son simple y sencillamente incosteables.
El mensaje fue claro. Si no se hace nada el país está en el peor de los escenarios. Y ¿qué hacer? Incrementar los ingresos, controlar y reducir los gastos, un manejo responsable de la deuda y evitar que el servicio a la deuda ponga en riesgo la inversión social. Esto significa simple y sencillamente proceder a una reforma fiscal integral. Es ineludible. ¿Cómo incrementar los ingresos? ¿Qué gastos disminuir? La evasión continúa en alrededor del 38%, la ley permite la elusión y las exenciones y los subsidios son millonarios.
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