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2010/10/01

LPG-Ley, institucionalidad y futuro

 Las leyes sin instituciones que les den seguimiento sirven para muy poco. Pero institucionalizadas y ejecutadas, cambian la vida de un país. Las leyes de familia, junto con los jueces correlativos, cambiaron dinámicas familiares negativas en El Salvador, aunque todavía quede mucho por hacer. Hace 40 años era muy difícil que una mujer golpeada en su hogar por su marido fuera a los tribunales. Hoy acudir a los juzgados por ese delito es mucho más frecuente, y aunque siga habiendo esposos maltratadores, muchos se lo piensan dos veces por miedo a una ley y unos jueces que no toman a broma.

Escrito por José María Tojeira.01 de Octubre. Tomado de La Prensa Gráfica.

 

No se puede decir que los niños son el futuro cuando no les brindamos los servicios y la protección que posibilita el futuro decente.

En el campo de la infancia hemos dejado demasiado de lado los derechos de los niños. Al igual que hace años el varón se creía dueño de la mujer, todavía hoy muchas personas ven a los niños como sujetos de protección, en el mejor de los casos, o como pequeñas personitas a las que les toca simplemente obedecer. Una variante, esta última, del antiguo concepto del niño como “hijo de dominio”. Sin embargo los niños son sujetos de derechos. Impresiona leer la Convención sobre los Derechos del Niño y compararla con nuestra todavía deficiente realidad.

Conscientes de la necesidad de avanzar en este campo, la Asamblea Legislativa aprobó por unanimidad, en la administración anterior, la LEPINA, Ley de Protección Integral de la Niñez y Adolescencia. Y dejó para enero de 2011 su pleno funcionamiento. En otras palabras, que dentro de tres meses deberíamos tener una nueva institucionalidad protectora de los derechos del niño. Asegurar vida plena, salud, eliminación del hambre y la desnutrición, desaparición del maltrato es la nueva tarea de las instituciones y los consejos que deben brotar, ya pronto, de la nueva ley.

En cierto modo, si logramos una adecuada ejecución de la ley, estaremos asegurando el tantas veces cacareado mejor futuro de El Salvador. Porque los niños, si bien son ineludiblemente el futuro de cada país, no son necesariamente el futuro decente de un país. Un país que vive una guerra civil, sea aquí o en cualquier otro lugar, no supo convertir a quienes eran niños 20 o 30 años antes de la guerra, en futuro decente del país. Porque las guerras civiles, que siempre se pueden evitar, nunca son futuro decente de nadie.

Tenemos un gran desafío por delante, y para dentro de poco tiempo. Bueno es que a nivel de ciudadanía nos preocupemos por este avance, que es de todos. Cuando vemos las limitaciones existentes en todos los niveles de la institucionalidad estatal debemos decidirnos a priorizar. Y aunque es evidente que hay que mejorar enormemente las redes de protección social en el campo de la salud, la educación, la vivienda y la pensión de ancianidad o retiro, no hay duda de que los niños y las niñas deben crecer ya en otro ambiente. No se puede estar diciendo siempre que los niños son el futuro de la patria cuando en el presente no les brindamos los servicios y la protección que posibilita el futuro decente. Comenzar a hablar de la ley de la infancia y la adolescencia no responderá tanto a los efectismos coyunturales de la política. Pero es una necesidad de largo plazo que hay que operativizar ya.

Ley, institucionalidad y futuro

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