24 de Enero. Tomado de Diario Co Latino.
En principio, no hay que dudar que tras el movimiento sindical que se ha desatado en lo que va del mes, hay demandas justas y que se puede negociar de forma racional, es decir, mediante un diálogo serio y de forma realista. Decimos realista porque, a la base de lo negociable, está una realidad determinante, las exiguas finanzas del estado.
No hay que descartar tampoco, que fuerzas extrañas y obscuras quieren sacar provecho de cualquier crisis social-laboral si se llegara a presentar, tal como está ocurriendo en el Órgano Judicial.
Y es que, la huelga en el Órgano Judicial, sin que algunos dirigentes y trabajadores se hayan dado cuenta, tiene de trasfondo un ataque frontal contra los magistrados y su presidencia, por las resoluciones históricas del máximo centro de justicia. Esto, por supuesto, no es negar que los trabajadores tengan legítimas aspiraciones de ganar más, pero, ese triunfo debe ser, producto de una mesa seria de negociación, y no a costa de todo, como parece ser en este momento.
Este lunes, los maestros también realizarían su propio paro, en demanda de un incremento salarial. Los trabajadores sindicalizados del Ministerio de Salud, también han amenazado con tomarse los hospitales e iniciar su propia huelga, por el incremento salarial.
Tanto los docentes como los trabajadores de la salud, reclaman el incremento que el Gobierno anunció para los trabajadores públicos que no estuvieran bajo el régimen de escalafón, en tanto que con este sistema los incrementos los tienen, periódicamente, según el tiempo y el puesto de trabajo, entre otros parámetros.
El decreto para el aumento de los trabajadores públicos, en su artículo ocho, le resta potestad a las leyes de los escalafones, por lo que, la misma no puede ser argüida por los sindicalistas, salvo que se derogara o reformara el artículo en 8 del mencionado decreto.
No obstante, pese a los aparentes impedimientos legales, lo cierto es que urge que el Gobierno en general, y el Órgano Ejecutivo, en particular, llamen a una mesa de diálogo a todos dirigentes sindicales, para que conozcan a fondo de las finanzas del estado, y que, desde ese conocimiento, pueda discutir aumentos salariales razonables, según las capacidades del estado. Y es que de esa sentada debe salir un gran acuerdo nacional entre el Gobierno y los sindicatos del Gobierno.
En esa mesa, por supuesto, no puede dejar de discutirse los salarios mínimos para el sector privado, pues, mientras en el Gobierno se hacen aumentos, la inflación crece, y los más afectados son los trabajadores del sector privado, los proletariados que originaron los estudios de Marx y que durante la décadas de los 60, 70 y 80, abanderamos la gente de izquierda en este país.
Sin desmeritar las necesidades del sector público, nuestro proletario, sin embargo, ha sido el históricamente olvidado y excluido.
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