Escrito por Fernando Fuentes Cabrera.29 de Enero. Tomado de La Prensa Gráfica.
fernandoftes64@yahoo.com
La ocupación de algunas plazas por parte de médicos graduados en Cuba en nuestro sistema de salud fue una noticia que despertó gran interés en los recientes días debido a las versiones, distantes entre sí, dadas tanto por el Colegio Médico como por los mismos profesionales. Por respeto a la profesión médica, no trataré de inclinarme a ningún interés en particular. El tema me llama la atención debido a lo que se ha manifestado, con relación a la formación de los estudiantes de medicina de la ELAM donde se pone en primera instancia el interés por brindar un servicio de salud llevando la atención médica a todos los lugares de la isla.
Lo interpreto como una asistencia donde los médicos buscan a los pacientes, trabajando de esta manera la prevención de las enfermedades.
Históricamente la profesión de la medicina se ha enarbolado en una élite de prestigio. Sin duda nuestro país tiene y ha tenido eminentes y destacados médicos tanto a escala nacional como internacional, y de lo cual nos sentimos orgullosos.
El punto a exponer es producto de una serie de interrogantes al ver las realidades que se viven en nuestros hospitales: ¿en qué momento los médicos pierden la sensibilidad humana? ¿En qué momento el juramento hipocrático es disminuido en su esencia? ¿Por qué la indiferencia al dolor humano? ¿En qué momento el valor por la vida humana está ligada a tener o no dinero?
Casos y ejemplos de mala atención vividos en hospitales nacionales, privados y los del ISSS se cuentan en buen número y con diferentes niveles de gravedad. El dolor y la angustia de los pacientes y sus familiares muchas veces se traducen en dólares ante la mirada sombría de médicos sin estupor que ven la mejor de las oportunidades para diagnosticar una operación o un tratamiento que algunas veces es innecesario.
El sistema de salud en nuestro país ha sido y sigue siendo deficiente, pésimo, de mala calidad, faltan recursos y una campaña de concienciación sobre el valor de la vida de los pacientes. Las actitudes de médicos, enfermeras y personal de servicio de los nosocomios hacen que los pacientes salgan más enfermos de como llegaron al no encontrar una atención adecuada o un consuelo para aliviar su dolor.
Esto que escribo no me lo estoy inventando ni mucho menos levantando calumnias o falsos testimonios. Son realidades que se viven a diario contadas con diferentes niveles de drama y dolor. Todos pedimos cambios, todos pedimos una sociedad más justa, pedimos un alto a tanta ola de violencia, anhelamos un 0% de homicidios diarios. Entonces, es tiempo de respetar la vida. No puede ser que un paciente muera en una sala de emergencias debido a que un grupo de huelguistas están empecinados que les den un bono navideño, y peor aún que la justicia no actúe y siente precedentes.
Qué bueno sería que tuviéramos leyes severas para ser aplicadas a aquellos que por negligencia o mal proceder dejen a un paciente en peor estado de salud o en una sala de velación mortuoria, y no se queden los casos en historias de periódicos o revistas.
Mientras tanto, graduado aquí o graduado allá, no importa, requerimos profesionales que respeten la dignidad de los pacientes, ricos o pobres, chelitos o negritos.
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