Escrito por Carlos A. Rosales.29 de Enero. Tomado de La Prensa Gráfica.
carlos32262@yahoo.com
Tenía razón Tácito (55-115), al decir: “El poder conseguido por medios culpables nunca se ejercitó en buenos propósitos”. Daniel Ortega Saavedra torció las para volver al poder luego de p erderlo por la vía democrática en 1989. Ahora vuelve a lo mismo con tal de retenerlo.
Por medio de su “Pacto” con el ex presidente y ex convicto Arnoldo Alemán, Ortega obtuvo el poder e influencia que necesitó durante el mandato del presidente Enrique Bolaños (2002-2007), para rediseñar la ley electoral a su antojo. A cambio de la virtual conmutación de su condena por corrupción, el ancho ex mandatario y caudillo del PLC le dio a Ortega las alianzas políticas necesarias para lograr sus objetivos.
Como resultado, hace seis años, la nueva ley electoral le permitió a Ortega retornar al poder, aun obteniendo menos votos que los que había logrado en su derrota presidencial seis años atrás. Ahora, para las elec ciones presidenciales de noviembre próximo, Ortega no ha escatimado esfuerzos en preparar el camino para su perpetuación en el poder.
La constitución nicaragüense permite una reelección no consecutiva y prohíbe las consecutivas. Ello descalifica a Ortega por partida doble, por haber sido presidente democráticamente electo de 1985 a 1989, y por ser el mandatario de turno. Pero Ortega todavía no ha conocido una ley que no sepa torcer o re-escribir según sus necesidades.
Fiel al guión de Hugo Chávez, Ortega ha hecho todo tipo de argucias políticas y legales para retener el poder. Tanto Chávez, como otros líderes adeptos al ideario del hombre fuerte venezolano, han hecho la re-ingeniería constitucional necesaria para eliminar trabas a su reelección.
El menú de las acciones de Ortega para recalar de nuevo en el sillón presidencial incluye recurrir a la vieja práctica de buscar enemigos fuera de sus fronteras para aglutinar y galvanizar un sentimiento de unidad nacional que sirva como plataforma para obtener ventajas políticas.
Por eso, Ortega se inventó un conato de guerra con Costa Rica. Gracias al conflicto fronterizo con su vecino, Ortega obtuvo el primer voto unánime de su presidencia en la Asamblea Nacional.
Nicaragua no es ajena a sonar tambores de guerra para buscar beneficios políticos. Ya en varios momentos de su historia, el país centroamericano había buscado conflictos limítrofes con Honduras y Costa Rica.
La trampa funciona. Una encuesta reciente de la CID-Gallup arroja buenas noticias para Ortega, que obtiene un 40% de aprobación, contra un 30% de encuestados que valora como negativa su gestión gubernamental. Una causa de la valoración positiva de Ortega es la percepción que tiene la población de su manejo del conflicto con Costa Rica.
El 86% aprueba la gestión de Ortega en el conflicto. Ortega, además, sale bien librado cuando se le pregunta a la gente quién será el próximo presidente de Nicaragua. Según la encuesta, el 45% cree que será el actual mandatario, mientras un 20% cree que será el ex presidente Alemán y un 12% se decanta por el periodista radial Gadea Mantilla.
El 59% se pronuncia contra la reelección de Ortega, que la considera “mala” o “muy mala” y solo el 32% la aprueba. Además, el 48% opina que las elecciones serán ilegítimas si Ortega mantiene su posición de reelegirse, contra un 41%, integrado principalmente por partidarios del FSLN, que le atribuye carácter legal.
“Daniel no ha cumplido, y aún así quiere reengancharse”, se lamentaba en noviembre un taxista en el aeropuerto Augusto César Sandino. Lo triste es que Ortega está a punto de lograrlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios que incluyan ofensas o amenazas no se publicaran.