Escrito por Hermann W. Bruch.31 de Enero. Tomado de La Página.
Para los que no gustan de leer mucho, les adelanto la solución: simplemente abrir el mercado, permitiendo una sana y libre competencia. Así de simple.
Tengo que confesar que el asunto del abusivo precio de las medicinas en El Salvador se me ha convertido en una obsesión, pero aún así, prometo que no descansaré hasta lograr que el tema se discuta con honestidad y que el abuso sea detenido. Todo lo que atenta contra el bienestar de las mayorías, para beneficio de unos cuantos privilegiados, amparados en un odioso mercantilismo, tiene que ser detenido a como dé lugar.
Cada vez que el tema se discute en los diversos foros, especialmente en los medios de comunicación, me convenzo de dos cosas: una, que el nivel de comprensión del tema es absurdamente bajo, rayano en la estupidez y, dos, que la capacidad de cabildeo que tiene los importadores/distribuidores, los laboratorios farmacéuticos y las farmacias, entrelazados todos en un odioso y cuestionable contubernio, cuando no un repugnante oligopolio.
Lo sorprendente de todo esto es ver cómo, desde el mismo Ministerio de Salud, que en su momento nos alentó con esperanza, dada la calidad de las personas que están a la cabeza, la Ministra, Doctora María Isabel Rodríguez, y el Vice Ministro, Doctor Eduardo Espinoza, por motivos que sólo podemos sospechar con suspicacia, el tema solo se discute tangencialmente.
El Doctor Espinoza no solo conoce bien el caso sino que es el autor de un excelente estudio que él lideró como investigador principal mientras estaba desde la Universidad Nacional - Negocio Redondo - y si solo nos concentráramos en ese magnífico estudio, podríamos encontrar la solución al problema de una vez por todas. Pero por razones que asumimos son “muy poderosas”, al Doctor Espinoza lo han acallado de manera contundente. Él comenzó a hablar abiertamente del tema cuando llegó al Vice Ministerio, pero inmediatamente se desataron voces acusadoras de todo tipo, llegando a decir que él habría términos ofensivos y soeces (campañas dirigidas desde las tribunas periodísticas amanuenses de los poderes económicos de nuestro país) hasta que lograron callarlo.
Otros tambores percuten constantemente soluciones tontas y sin sentido. Se dice que con la Ley que aún no se aprueba todo va a cambiar. No he visto nada en esa ley que vaya encaminado a abaratar las medicinas, pero a fuerza de repetición la gente se lo cree. Mientras no se libere la importación el problema se mantendrá.
Otro rintintín es el de que le van a quitar el IVA a las medicinas, como si ese fuera el problema. Lo diré con toda claridad: una medicina que ahora cuesta $18.00, si le quitamos el IVA bajaría a $16.00, pero el verdadero problema es que esa misma medicina, en la mayoría de países de Latinoamérica y muchos del mundo, le cuesta a la gente cerca de $2.00. O sea que el problema no es el IVA. El sobreprecio en El Salvador es el resultado de un perverso sistema de “protección” que el Estado ha montado para beneficio de los importadores, distribuidores, laboratorios y farmacias, bajo la premisa falsa de que es para proteger la salud del pueblo. ¡Abrase oído semejante estupidez, por el amor de Dios!
La solución es bien simple: abrir el mercado permitiendo que cualquier ciudadano pueda importar medicinas siempre y cuando vengan certificadas de determinados países que se sabe que cuidan de la calidad con seriedad y protegen al consumidor. Así de sencillo. El alto precio se debe a que los que por ahora tienen permiso de importar y/o producir, le “enchutan” un voraz 500% al precio de los productos y las farmacias le dan el golpe final, zampándole otro obsceno 700%, haciendo que las medicinas en nuestro país sea en la gran mayoría de los casos desde 500% hasta 3000% más caras que en otros países. Sí señores, si quieren verificar esto vayan a verlo ustedes mismos a este “link” Negocio Redondo
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