En La Palma fueron seis y tres en San Ignacio. Mareros deportados han organizado a jóvenes lugareños a quienes vecinos señalan como responsables de algunos homicidios
Jorge Beltrán.31 de Enero. Tomado de El Diario de Hoy.
Fueron casi diez años los que transcurrieron en La Palma y San Ignacio, en el departamento Chalatenango, sin que ninguno de sus pobladores fuera asesinado. Hasta febrero de 2010 eran dos pueblos tranquilos con bastante actividad turística y cuyos habitantes vivían tranquilos o salían de sus casas a cualquier hora, de día o de noche, sin temor a ya no regresar.
Pero esa tranquilidad es asunto del pasador. En 2010, en esos dos municipios, en conjunto, hubo más homicidios que en la Urbanización La Campanera, de Soyapango, o la comunidad Villa Madrid, del municipio de Colón, en los departamentos de San Salvador y La Libertad, respectivamente, dos lugares considerados por las autoridades policiales y militares como bastiones de la Pandilla 18 y Mara Salvatrucha.
Pero en La Campanera como en Villa Madrid, la gente vive de cualquier actividad económica menos del turismo, y por ello cuando en los primeros lugares se comete un asesinato, no lo callan, ni lo cuentan en silencio, como sucede en La Palma y San Ignacio, donde las autoridades cuentan en silencio los asesinatos y los parientes y vecinos prefieren llorar a solas a sus muertos "para no afectar el turismo en la zona".
Por esa razón, de los nueve asesinatos en esa zona turística durante 2010 no se supo nada ni las autoridades informaron, por lo que sólo los habitantes de esos dos pueblos sabían, hasta ahora, del grave problema que representan los nueve homicidios, varios de los cuales fueron cometidos con un despliegue de crueldad.
Mas en La Palma no sólo son los homicidios lo que preocupa a los vecinos sino también la llegada de varios pandilleros deportados de Estados Unidos que están intentando organizar a jóvenes del lugar, según lo afirmó el alcalde de esa localidad, Héctor Alcides Hernández.
el primero de la racha
Fue Edwin Daniel Huezo Gutiérrez, de 24 años, la primera víctima, supuestamente del grupo de pandilleros que se han asentado principalmente en la colonia La Loma y en el barrio La Tejera.
El 17 de febrero, el joven a quien su familia describe como alguien que había caído en las garras del alcoholismo, amaneció tendido en una calle cercana a donde vivían sus padres. Tenía golpes severos en el cráneo y en el rostro a tal punto de que casi le sacaron un ojo. Antes del amanecer, algunas personas escucharon que alguien se quejaba pero pensaron que estaba muy borracho y por eso no le prestaron la debida atención.
Pero la realidad era otra. Tres sujetos que la gente conoce muy bien lo habían golpeado hasta dejarlo moribundo. Este último se fue del país en tanto que los otros dos aún andan libremente por La Palma.
De la golpiza hubo un testigo, pero cuando investigadores llegaron a interrogarlo dijo que no vio nada.
Los parientes de la víctima aseguran que el hecho ha quedado impune, pues pese a que aportaron bastante información a la investigadores policiales, éstos les han asegurado a la familia quienes, interesados porque se hiciera justicia, preguntaban constantemente hasta hace algunos meses. Ya no lo hace y se han resignado a que los responsables queden sin castigo.
El segundo asesinado fue José Edwin Chacón Guerrero, de 26 años, quien apareció muerto de un disparo en la cabeza el 6 de junio, por un lugar que en La Palma se conoce como la Casona Lido.
Esta víctima era un ebrio habitual que solía cometer hurtos de poca monta, según lo afirman los vecinos de La Palma y lo reconoce la misma familia. A la fecha de su asesinato tenía una semana de haber recuperado su libertad por un delito menor.
Menos de dos meses después, La Palma se estremeció con un crimen horrendo.
Yolanda del Carmen Mancía Cardoza, 32 años, era considerada como la mejor asesora de ventas de una empresa de cosméticos, fue encontrada asesinada dentro de su vivienda en la colonia La Lomita el 20 de julio de 2010 en la mañana poco después de despachar hacia el colegio a su hijo mayor.
Aunque la investigación del caso no ha avanzado más allá del reconocimiento del cadáver y de la inspección en la escena del crimen, en el pueblo, se dice que los asesinos fueron dos hombres y una mujer.
De acuerdo con lugareños, la mujer que participó en el asesinato de Yolanda fue asesinada tiempo después en el cantón Llano de La Virgen, municipio de Citalá. Esto no se pudo comprobar.
Tampoco había transcurrido dos meses cuando Josué Isaí Sánchez Soriano, 22 años. Lo mataron el 28 de agosto de 2010 en la calle que conduce al cantón San José Sacare. La víctima trabajaba transportando gente en un microbús particular y se hacía acompañar por un ayudante.
De acuerdo con parientes de la víctima, el 28 de agosto recibió una llamada para que fuera a recoger unos clientes. Primero se subió un hombre y más adelante otros dos. Los familiares presumen que Josué Isaí intentó escapar pues tenía un balazo en la pierna y se supone que cuando lo alcanzaron le hicieron un disparo en la frente.
El ayudante logró huir baleado pero no quiso decir nada y a los pocos días se marchó de La Palma con toda su familia.
El más horroroso
Como en los primeros dos asesinatos, el de Jorge Alberto Rivera Landaverde, 28 años, vecinos de La Palma están seguros de que fue cometido por pandilleros de la localidad, y más seguros están, dicen, de que fue uno de tres hermanos conocidos como Los Mostaza que viven en La Loma.
A Rivera Landaverde lo mataron el 31 de octubre aunque no hallaron el cadáver hasta el 2 de noviembre, en un sector aledaño al barrio La Tejera.
La víctima era conocido como El Rockero, debido a que le gustaba tocar guitarra, usaba el cabello largo y se vestía completamente de negro; lo describen como un hombre al que le gustaba tomar, pero que no era ofensivo con la gente.
La última vez que vieron con vida a El Rockero fue el 31 de octubre en un río cercano en compañía de varios pandilleros locales que aparentemente departían, cuando menos, bebidas alcohólicas y una sopa.
Dos días después su cuerpo apareció semienterrado. Tenía desfigurado el rostro a golpes, el cabello arrancado con todo y piel y más de 30 puñaladas en todo el cuerpo.
El mismo 31 de octubre, un pandillero llegó de noche y sus parientes han contado que se extrañaron al verlo lavando sus ropas, cosa que nunca hace.
Casi un mes después de que El Rockero apareciera muerto, el 29 de noviembre fue asesinado Wilber Ernesto González, de 20 años; lo asesinaron en el centro de La Palma, muy cerca de la Delegación de Policía quienes pese a estar a pocos metros, llegaron a la escena del crimen, aproximadamente dos horas después de que vecinos los alertaran de una discusión entre la víctima y el grupo de pandilleros locales.
La víctima era hijo de crianza de una familia de La Palma que había decidido vivir en la indigencia tras mostrar un comportamiento que era reprochado por sus parientes. Amigos y parientes creen que lo mataron porque el joven no quiso integrarse a la pandilla.
El 29 de noviembre en la noche, uno de presuntos hechores llegó apresurado a su casa y lavó la ropa, como también lo hizo el día que fue asesinado El Rockero. Este fue el último asesinato en La Palma y luego vendría el turno para San Ignacio, aunque los tres crímenes ocurridos allí han sido en las afueras de la ciudad.
El 2 de diciembre, Leonidas Rodríguez Pineda, de 69 años, y Gladis Marina López, de 46, esposos entre sí, fueron acribillados a balazos en el kilómetro 93 de la carretera hacia El Poy, en el caserío El Mozote, cantón El Carmen. Ambos iban hacia Citalá en su microbús y en una curva bien pronunciada, fueron acribillados. Los vecinos y parientes dicen estar seguros de que quien mató a esta pareja es uno de los hombres que participaron en el asesinado de la vendedora de perfumes, Mancía Cardoza, el 20 de julio en La Palma.
La zona turística culminaría 2010 con el homicidio de Reynaldo Villanueva, 56 años, propietario de varios buses de la ruta 119, quien fue acribillado el 23 de diciembre, supuestamente por tres sujetos que lo estaban esperando cuando el comerciante llegó a ver un terreno que tenía en el kilómetro 92.5 de la carretera que conecta San Ignacio con El Poy. El día del crimen la policía montó un operativo para tratar de capturar a los hechores pero fue infructuoso.
Aunque los mareros continúan asentados en La Palma, 2011 se avisora un tanto mejor, pues han cerrado ya un mes sin lamentar asesinatos que durante 2010 tuvieron que callar "para no afectar el turismo en la región".
elsalvador.com, Maras y crímenes comienzan a golpear zona norte del país
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