Escrito por Luis Gómez Zárate.28 de Enero. Tomado de La Prensa Gráfica.
He tenido a la vista varios informes sobre la economía de El Salvador, que llegan a las financieras internacionales, y en ellos se demuestra que la situación es grave. Las calificadoras de riesgos internacionales colocan a El Salvador en una posición negativa; se llega al colmo de que nuestros bonos son calificados como Junk Bond, bonos basura.
Además existe incapacidad en el manejo de la administración gubernamental actual, que no conocen ni la o por lo redondo para dirigir el país. No han podido frenar el auge criminal, aunque el encargado del Órgano Ejecutivo declaró públicamente el viernes recién pasado, en la cuna de valientes, que todo el problema se debe a la prensa, la que quiere opacar su buena gestión contra la criminalidad; cuando los muertos, extorsiones, asaltos, y todo tipo de delitos abundan en el país.
En la economía, andan de la seca a la meca, ejemplo el gas licuado, que no saben ni lo que están haciendo. El problema es que el encargado del Órgano Ejecutivo, hoy dice, que una cosa es blanca, más tarde dice que es negra, y luego dice que él no ha dicho nada.
El alza del costo de la vida, como energía eléctrica, gasolina, canasta básica, gas licuado, el aumento del 30% en los costos del sector industrial y comercial, que al final será el pueblo quien los pagará, son signos de un caos económico.
Han perjudicado grandemente el prestigio del país, con tanto préstamo, $3,500 millones en 2010; y para este 2011, otra cantidad igual, convirtiéndonos en un país limosnero. Si los presupuestos que presentan a la Asamblea Legislativa, para su aprobación, los pregonan con bombo y platillo que son equilibrados, ¿en qué ocupan tanto préstamo? que hasta la fecha no se han visto las obras; más bien trasladan fondos de los préstamos para cancelar salarios a empleados públicos, los que deberían estar previstos en esos presupuestos, que dicen estar equilibrados. Por eso mi pregunta es: ¿dónde está invertido el dinero de los préstamos?
Las decisiones de personas incapaces, que juegan a dirigir un país, sin tener el más mínimo conocimiento de lo que es una administración gubernamental, es lo que nos ha conducido a un caos, y si agregamos el irrespeto a la Constitución y leyes de la República de parte de los encargados de la administración gubernamental, la inseguridad jurídica y ciudadana, la corrupción galopante, desempleo, auge del narcotráfico, huelgas, quema de llantas que obstaculizan el tráfico vehicular, toma de la Catedral Metropolitana, cierre de oficinas públicas violentamente, el resultado es claro: vivimos una anarquía total por causa de un gobierno incapaz.
Quienes vivimos en aquel El Salvador, pujante en su economía, con un desarrollo de éxito, una moneda sana y firme, credibilidad económica internacional y como consecuencia de la tranquilidad y seguridad, las inversiones nacionales y extranjeras eran numerosas y fuimos conocidos como los gigantes de Centroamérica; nos da tristeza la situación actual, pero al mismo tiempo da coraje ver que un pueblo aguerrido como El Salvadoreño estemos permitiendo este desorden, incapacidad, ignorancia en el manejo de la administración pública que nos ha llevado a una anarquía total.
A una parte del pueblo lo engatusaron con la frase: “somos la esperanza viene el cambio”, pero hasta este día eso es tan falso como decir dos más dos son cinco.
Sería bueno que en nuestro país se coloquen rótulos similar al que relata Dante que está a la entrada del infierno: “Quien entra aquí, pierde la esperanza”.
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