Entrevista con el próximo presidente de la Asamblea Legislativa, el primero de izquierda en la historia de El Salvador
Por Nelson Rentería/Fernando de Dios.31 de Enero. Tomado de Contra Punto.
SAN SALVADOR – A sus 50 años, Sigfrido Reyes llega al borde de un nuevo escalón en su carrera política. Desde el uno de febrero de 2011 será el primer miembro de su partido, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), que ostentará la presidencia de la Asamblea Legislativa.
Serán 15 meses en los que afirma querer devolver a la institución algo de la credibilidad y confianza perdida, porque es importante, según él, para la institucionalidad democrática del país.
Por otra parte, es una nueva barrera que se rompe en el proceso democrático que vive El Salvador desde los Acuerdos de Paz de 1992, pues supone que la izquierda, por primera vez en la historia, será la responsable de la dirección del primer organismo del Estado.
En lo personal, Sigfrido Reyes, siempre expuesto a los medios y siempre dispuesto para lanzar dardos envenenados a sus adversarios políticos, deberá adquirir un discurso más conciliador, pues representará a todos los diputados de la Asamblea.
Será una nueva prueba para este político de izquierda, proveniente del Partido Comunista de El Salvador, que desde su papel de mando medio en la guerrilla ha ascendido hasta ser una de las caras más visibles e influyentes del actual FMLN.
Este 1 de febrero se unirá a otras fechas cruciales en la trayectoria de Sigfrido Reyes.
Niñez y militancia
Sus años de niñez, adolescencia y juventud estuvieron jalonados de días que forman parte de la historia de este país y que él, de una u otra manera, vivió en primera persona.
Criado en San Salvador, en una familia urbana de clase media, tercero de cuatro hermanos e hijo de empleados del Estado, Reyes cuenta que el despertar de su conciencia política fue producto del fraude electoral que, en febrero de 1972, privó a la coalición Unión Nacional de Oposición (UNO) y a Napoleón Duarte de llegar a la Presidencia de la República.
Tenía 11 años, y aunque era un niño, dice recordar muy bien la sensación de indignación que le produjo aquella situación.
Mientras estudiaba el bachillerato en el Instituto Nacional General Francisco Menéndez (INFRAMEN), “cuando la escuela pública era la mejor”, enfatiza, vivió otro de los episodios que marcaron su vida y la del país.
“La primera vez me iban a matar en un enfrentamiento fue el 30 de julio de 1975”, afirma. Los estudiantes de la Universidad Nacional de El Salvador llegaron a invitar a los del INFRAMEN a participar en la manifestación que tenían prevista para ese día.
Reyes relata que se situó en la cabeza de la marcha que fue reprimida en la 25 Avenida norte, a la altura de lo que hoy es la Avenida Juan Pablo II, ya que las tanquetas de la policía y el ejército les cortaron el paso.
“Los policías simplemente se hincaron unos, otros parados, nos apuntaron y empezaron a disparar, sin mayor advertencia. Me salvé tirándome por debajo del Seguro Social, a salir a la quebrada de Tutunichapa. Fue una impresión increíble, con 14 años”, relata.
El resultado es conocido. La fuerza represiva desplegada por el coronel Carlos Humberto Romero costó la vida al menos a 13 estudiantes.
La lucha por la libertad tendría un antes y un después de ese día en El Salvador.
“Después vino el proceso de mayor concientización”, recuerda Reyes. Y en ese proceso, la figura clave fue Monseñor Romero, que fue nombrado arzobispo de San Salvador en marzo de 1977.
Mientras terminaba sus estudios medios y se graduaba como Primer Bachiller de la República en 1978, el joven Reyes escuchaba al religioso, “una voz que antes no existía”, y se emocionaba, como tantos otros, con su prédica de denuncia de la desigualdad y de los abusos de la creciente represión del Estado hacia los movimientos sociales.
Ya como militante de la Juventud Comunista, Sigfrido Reyes rechazó una beca que le ofrecía el régimen militar para estudiar en el extranjero y, en cambio, se marchó a estudiar ingeniería a Moscú, por aquel entonces gobernado por los socialistas rusos.
Tres semanas después de su marcha, se produjo el golpe de Estado del 15 de octubre de 1979, y tras él, la vorágine de hechos –entre ellos el asesinato de Monseñor Romero- que llevaron a la formación del FMLN el 10 de octubre de 1980 y al inicio de la guerra tres meses después.
Informado mediante el periódico cubano Granma y los compañeros salvadoreños que iban pasando por Moscú, Reyes y otros estudiantes decidieron volver para unirse a la lucha. Se incorporaron con la misión de abrir el frente en el occidente del país, donde, dice, la organización guerrillera había sido “aniquilada de raíz”.
De la ofensiva final a la Paz
Y así, hasta otra fecha crucial, el 11 de noviembre de 1989, día de inicio de la gran ofensiva de la guerrilla contra San Salvador. Ese día, tras meses en la capital preparándolo todo, fue detenido por la policía en la calle Zacamil de Mejicanos, al norte de San Salvador.
“Ese día, por razones que algún día me voy a enterar, en un operativo de la Policía Nacional, me capturan, el 11 de noviembre a las 8:30 de la mañana”, relata.
“Ahí dije yo, 'hasta aquí llegó la historia'. De ahí el reto era resistir a las torturas y las amenazas hasta las ocho de la noche, cuando comenzaba la ofensiva, porque yo lo sabía”, expresó.
El resto de la historia es conocida. La comandancia del FMLN y el Gobierno del ex presidente Alfredo Cristiani (1989-1994) firmaron la paz y la ex guerrilla se transformó en partido político, participando por primera vez en elecciones, en los comicios generales de 1994.
Reyes continuó trabajando para el partido en cargos cada vez de mayor responsabilidad. Pasó por el Parlamento Centroamericano (Parlacen), donde estuvo diez años, y en 2006 llegó a la Asamblea Legislativa, siendo ya parte de la Comisión Política del FMLN, como diputado propietario por el departamento de San Salvador.
Inédita presidencia
Pese a que el FMLN era el partido con mayor número de diputados desde hace varios años, y que por ende le correspondía la presidencia de la Asamblea, los acuerdos políticos (muchas veces oscuros) entre las diferentes fracciones no permitieron que el partido de izquierda presidiera el primer Órgano.
Los farabundistas tuvieron que conformarse con que la derecha moviera sus piezas a su antojo para dejar en la presidencia al Partido de Conciliación Nacional (PCN) por varios años. La más extensa de esas presidencias tiene el nombre de Ciro Cruz Zepeda, quién presidió intermitente el Congreso en cuatro períodos, desde el 2001.
Hoy por hoy, la Asamblea Legislativa es la institución del Estado con menos credibilidad en la población. Mientras que el vicepresidente de la Asociación Salvadoreña de la Empresa Privada (ANEP) Jorge Daboub la calificó como un “mercado persa”, en donde priman los intereses partidarios.
El FMLN asume la presidencia en un momento clave para el país. En el 2012 habrán elecciones municipales y legislativas, por lo que en el año previo las estrategias electorales caminaran con libertad en los pasillos del “salón azul”.
Además, el presidente Mauricio Funes necesita entendimientos con los diferentes partidos políticos, sobre todo en aspectos económicos, debido a que el país atraviesa una honda crisis y la población demanda cambios estructurales, así como de reactivación económica.
Poco antes de ser nombrado su presidente, contesta algunas preguntas para ContraPunto.
¿Cómo recibe usted, después de todo este proceso que ha vivido el país y con él usted desde su juventud, asumir, por primera vez para el FMLN, la presidencia de la Asamblea, una institución que ustedes combatieron y que denunciaron tantos años?
Cuando termina la guerra y entramos a este proceso político, nosotros entramos con el propósito de transformar estas instituciones que por décadas han servido para legitimar las peores barbaridades contra la gente. La Asamblea, tradicionalmente era una especie de oficina de trámite de los militares. Si necesitaban legitimar un estado de sitio, una ley electoral… Hubo un caso que eligieron un presidente de la República. A Armando Molina lo eligió la Asamblea Legislativa porque había muy poca diferencia de votos con su adversario.
Entonces, entramos con el propósito de transformar estas instituciones. La primera vez tuvimos 24 diputados, en el 94. Luego llegó el crecimiento político y electoral del FMLN y desde el año 1997 el FMLN siempre ha ganado más votos en una elección legislativa. Pero siempre la derecha atentó contra esa voluntad del pueblo de darle al Frente la mayoría. Y para mantener esa asamblea sometida al ejecutivo y a los intereses de los grandes grupos económicos, necesitaban presidencias totalmente incondicionales.
Hasta el mayor Roberto D´Aubisson fue presidente.
Sí, pero él fue presidente de la Constituyente.
Así que, para nosotros ha sido una lucha cuesta arriba, porque aunque hemos tenido la legitimidad para poder asumir la conducción de esta Asamblea, la articulación de estas derechas siempre truncó esas aspiraciones, en una actitud claramente antidemocrática. Siempre se confabularon para poner o a uno de ellos a uno de sus socios, cuando en cualquier país con tradición democrática la presidencia del parlamento corresponde de manera incontestable al partido más votado. No es sino hasta que la derecha entra en crisis, y particularmente el partido ARENA, y empieza su descomposición, cuando aparece la posibilidad de que el FMLN asuma la presidencia.
Después de la derrota de 2009.
Obviamente, es a partir de eso, porque todavía en 2009 ARENA, a pesar de que el Frente gana más votos y más diputados, insiste en mantener su viejo pacto con el PCN y le dan la presidencia al PCN. Pero la descomposición que sufre ARENA en los meses siguientes genera las condiciones para otro tipo de arreglos y de pactos.
¿Cómo es ese pacto, ese acuerdo a que llegaron, por el que ahora asume usted la presidencia?
El acuerdo al que llegamos fue, primero que la presidencia del PCN no era sostenible, porque había nacido de un pacto ilegítimo que siempre el FMLN objetó. Segundo que ARENA, por fragmentarse, ya no podía, aunque lo quisiese, darle sostenibilidad a ese pacto. El grupo que surge, que luego se autodenomina GANA, en ese rompimiento con ARENA, busca evidentemente aliados, y encuentra en el FMLN un aliado para poder emerger como grupo parlamentario. Y entonces se genera un nuevo protocolo, un nuevo entendimiento, donde ARENA ya no quiere participar porque evidentemente ya no está en condiciones de imponer sus dictados. Y el PCN acepta entrar en el nuevo pacto bajo el riesgo de salir totalmente de la presidencia de la Asamblea. Y creo que fue una decisión bastante pragmática por parte de ellos, que dijeron bueno, aceptamos que se reformulen las reglas del juego. Han pasado 15 meses desde entonces y llega el momento en que hay que cumplir esas reglas del juego.
¿Ha habido algún tipo de resistencia a que se cumpla ese pacto?
Yo creo que ARENA nunca aceptó, y todavía hoy les es difícil de aceptar, la idea de que el Frente encabece la Asamblea Legislativa, y yo no descartaría que intenten generar actitudes de confrontación y hasta de provocación para desestabilizar la presidencia y tratar de hacer ver mal al presidente. Aunque sé que muchos diputados de ARENA realmente entienden que los viejos acuerdos de la derecha ya no son sostenibles y que su fuerza ha mermado considerablemente y que es mejor buscar entendimientos. El PCN, como decía, entró en este pacto por una razón estrictamente pragmática. Parecía que en algún momento intentaban modificar el protocolo, pero creo que finalmente desistieron de hacerlo.
Usted asume la presidencia en un año electoral, cuando todo el mundo quiere defender sus intereses adentro de la Asamblea. Incluso la ANEP (Asociación Salvadoreña de Empresa Privada) ha dicho que es un “mercado persa” en el que priman los intereses partidarios. ¿Siente que va a ser difícil ordenar todo eso?
Yo no sé si lo ha dicho la ANEP, pero quien lo haya dicho seguramente tiene responsabilidad en haber convertido a esta Asamblea en ese mercado que dicen que es. Porque han sido grupos económicos los que han corrompido esta Asamblea, generalmente asociados a grandes intereses privados que quieren que las leyes se dicten a su medida. Aquí se reciben presiones, se reciben ofertas de grupos de interés. Por supuesto, no todos los partidos entran en ese juego, y lo que no le perdonan al FMLN es que nunca ha entrado a ese juego de mercado persa o árabe o… judío, no sé, pero son esos grupos los que han terminado haciendo que la Asamblea se convierta en algunas situaciones en ese escenario de favoritismos para grupos específicos y que finalmente la Asamblea pague el costo de eso como institución.
Sí, porque en las encuestas y los sondeos la Asamblea es una de las instituciones peor valoradas. Suponiendo que usted es consciente de ello, ¿tiene alguna idea de lo que se podría hacer para ir cambiándolo?
Por supuesto yo parto de reconocer que la situación de la Asamblea en términos de credibilidad y prestigio está muy deteriorada, por esas prácticas de los partidos de la derecha. Hay que hacer algo al respecto y hay que hacerlo pronto. No pensado estrictamente en la Asamblea sino en la institucionalidad democrática del país. No podemos desconocer que este proceso de democratización es un proceso relativamente reciente; las instituciones son frágiles; el proceso todavía presenta debilidades. El debilitamiento extremo de la Asamblea puede llevar al colapso del sistema político y creo que pudieran haber intereses en este país de generar esa situación y que con ello se reviertan todos los avances logrados después de los Acuerdos de Paz. Por eso en los ataques a la Asamblea, aunque en algunos aspectos hay razón, también yo veo intereses particulares en desacreditar la Asamblea para generar un vacío de autoridad y eventualmente un vacío de poder.
Entonces, mi propósito de elevar la dignidad de la Asamblea y dignificar la política que se hace acá va enfocado a tener instituciones democráticas sólidas. De lo contrario, conocemos supuestos mesías que dicen que hay que cerrar los parlamentos y que hay que abolir las instituciones para poder construir nuevos procesos. Entonces, ése es el reto.
¿Y eso pasa también por fortalecer la relación con los otros poderes del Estado, como la Corte Suprema de Justicia, con la que últimamente han tenido discrepancias?
Bueno, hay discrepancias pero creo que son perfectamente manejable en el marco de los roles que nos da la Constitución a cada institución. Yo siempre he sido respetuoso de los fallos de la Corte, aunque no me parezcan algunos de ellos, pero son los fallos de la Corte. Igualmente la Corte tiene que ser respetuosa de las decisiones de la Asamblea, aunque no le parezcan, por supuesto siempre y cuando respetemos la Constitución. Igual con el Ejecutivo. Hay que tener una independencia con el Ejecutivo al tiempo que buscamos mecanismos de cooperación y de comunicación con el Ejecutivo.
En lo referente al reglamento interno de la Asamblea, ¿se plantea algún cambio para evitar cuestiones que también afectan a su imagen, como los madrugones, dispensas de trámite, etcétera?
Hay algunas cosas que son propias de las atribuciones de la Presidencia. El presidente puede de una manera absolutamente legal cerrar una sesión y evitar que se prolongue indebidamente. Pero hay otras disposiciones del reglamento que le dan al pleno la posibilidad de modificar la agenda y de incluir temas que no han sido previamente anunciados, leyes sorpresivas. Así que yo más bien apelaría a la razón y a la sensatez de los colegas diputados para evitar que ese procedimiento de la dispensa de trámite sea abusado, porque el espíritu del reglamento lo que plantea es que en caso de urgencia nacional. Pero acá se introducen piezas con dispensa de trámite hasta para hacer pronunciamientos irrelevantes, y eso sí que creo que termina desgastando el mecanismo y termina finalmente afectando la seriedad y la credibilidad de la Asamblea Legislativa.
Y la transparencia también.
Evidentemente. El hecho de que tú debatas una ley a las tres de la madrugada no es una señal de transparencia, aunque tengas la mejor intención del mundo, porque a esa hora el país duerme.
Hablando de transparencia, ¿qué tiene que decir de este asunto de los nuevos puestos de trabajo, los más de 450 nuevos empleos? Se ha dicho que eso lo controla directamente el presidente de la Asamblea, pero es un poco extraño, porque parece que ningún grupo sepa cuántas personas trabajan para ellos.
No, no, yo creo que todos los grupos saben cuánta gente trabaja para ellos.
¿Y por qué no lo dicen?
Bueno, pero ustedes deberían de insistir. Y efectivamente es una autoridad de la Presidencia, contratar personal a solicitud de los grupos.
¿Cuántas personas trabajan para el FMLN?
Yo lo que te puedo decir es que es el grupo que menos plazas tiene en esta Asamblea, a pesar de ser el grupo más grande, y que nosotros no tenemos esa práctica de abusar de los recursos públicos. Hay otros grupos que, aunque son pequeños, tienen considerablemente muchas más personas trabajando con recursos de la Asamblea.
¿La presidencia de la Asamblea le sirve de trampolín para optar a otros puestos mayores en el futuro?
Bueno mi pensamiento futuro es que dentro de 15 meses la gente me vea con respeto y yo pueda estar solvente frente a la gente y decir cumplí. Y que me saluden en la calle, o en el supermercado o en una visita a una escuela y me digan: Sigfrido Reyes cumplió con lo que prometió. Más allá de eso no estoy pensando en otra cosa
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