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2011/01/24

La Página-Un policía que gana $425 y un ordenanza de la CSJ que gana $720-Diario digital de noticias de El Salvador

 El agente de la PNC a diario corre el riesgo de morir a manos de la delincuencia y tras siete años y medio de servicio su salario nominal asciende a $425; mientras que el ordenanza, con cuatro años y medio de servicio casi duplica el salario del agente, sin correr ningún riesgo.

Escrito por Jaime Ulises Marinero.24 de Enero. Tomado de La Página.

 

La huelga de trabajadores del Órgano Judicial ha terminado, dejando como resultado casi mil audiencias suspendidas y decenas de cadáveres, cuyos familiares vivieron la angustia de no recibirlos a tiempo para su cristiana sepultura.

Hubo necesidad de que la Policía Nacional Civil, por orden de la misma Corte Suprema de Justicia, retomara las instalaciones.

En ninguna instancia retomada por la PNC hubo resistencia. En el caso del Instituto de Medicina Legal de San Salvador, cuando los agentes de la UMO llegaron al lugar se encontraron a los sindicalistas ebrios y “enfiestados” con un kareoke.

Al aceptar que la PNC encontró personas ebrias en el Instituto de Medicina Legal, el vocero de los sindicalistas, Félix Blanco, ex diputado pedecista, en tono de ironía dice que “los bolitos pasando iban”.

DIARIO LA PÁGINA hizo un contraste entre dos empleados, uno un agente de la PNC graduado en 2003 y otro un ordenanza del Órgano Judicial, con cuatro años de servicio.

Agente de la PNC Juan A. Se graduó en 2003 y su salario, durante los primeros cuatro años fue de 399 dólares, de lo cual le descontaban renta, ISSS, AFP. Siete años y medio después su salario subió a 425 dólares, pero mensualmente recibe $60 por el régimen de disponibilidad. Siempre le descuentan renta, ISSS y AFP.

Ingresó a la Academia Nacional de Seguridad Pública en 2002, luego de dos años de haberse graduado como técnico en ingeniería en electrónica del ITCA. Antes de aspirar a ser policía buscó trabajo en más de 15 empresa en las que dejaba su hoja de vida. Sopesó la oportunidad de irse “mojado” del país, hasta que optó por ingresar a la ANSP.

Tiene en su haber dos diplomados; uno en programación informática y otro en idioma inglés intermedio.

Al graduarse de agente fue enviado a una puesto de la delegación de San Salvador. Ha estado en puestos, subdelegaciones y delegaciones de La Libertad, San Salvador y La Paz.

En 2005, durante un operativo en busca de desarticular una banda de pandilleros extorsionistas en San Martín, estuvo a punto de morir, cuando uno de los mareros le disparó a menos de 10 metros. La bala pasó sobre su hombro.

En 2007, perseguían a un vehículo sospechosos, sobre la calle 15 de Septiembre, en el barrio Candelaria de San Salvador, cuando un grupo de pandilleros los atacó. Fue la segunda vez que estuvo a punto de morir.

La tercera vez que sintió la muerte cerca, fue a finales de 2008, cuando en Apopa fueron atacados por pandilleros, que lograron lesionar a uno de sus compañeros. Él y otros seis policías patrullaban la colonia Popotlán tras haber recibido una denuncia de que un grupo de pandilleros habían establecido un punto de asalto. Repentinamente fueron atacados y justo el agente que iba a la par suya, cayó lesionado.

Juan A. ha sido amenazado por lo menos en tres ocasiones por pandilleros que han sido capturados con su participación. Una vez tuvo que cambiar de domicilio porque varios pandilleros se dieron cuenta que era agente de la PNC y amenazaron con matar a su esposa y a su hija de apenas tres años.

Otra vez , junto a dos compañeros, se quedó resguardando la escena de un crimen, para mientras legaba la Fiscalía y Medicina Legal a reconocer el cadáver. Pasaron cuatro horas y los funcionarios no llegaban. Cerca de las 7:00 de la noche un grupo de pandilleros comenzó a rodearlos. Apenas 15 minutos después llegó un refuerzo de unos 15 policías. Juan A. está seguro que los pandilleros los iban a atacar.

Dos compañeros de su promoción de agentes han muerto abatidos por delincuentes y uno ha sido lesionado. Ha visto morir a un agente, víctima de robacarros.

Cuando sale con licencia siempre debe ir pendiente de que nadie lo siga y tratar de disimular que es agente policial. En la colonia donde vive pasa desapercibido, pues ya hay presencia de pandilleros.

En por lo menos tres ocasiones ha intentado ingresar a cursos de ascenso para obtener el grado de cabo. Con sus estudios y su hoja sin “marcas” ni expedientes en la Unidad de Control Interno ni en la Inspectoría, siempre creyó estar apto. Las primera vez ni lo tomaron en cuenta porque se priorizaba a los agentes recomendados y generalmente eran los que venían de las líneas efemelenistas o de los anteriores cuerpos de seguridad. La segunda vez ni siquiera le aceptaron su solicitud y la tercera vez no fue llamado, pese a que su currículo era mejor que el de muchos que si tuvieron la oportunidad.

Juan A. no tiene carro, paga 60 dólares mensuales por su vivienda, su esposa no trabaja y con los cerca de 350 dólares que recibe al mes, una vez eliminado los descuentos, debe mantener su hogar. No recibe bonos, hace turnos nocturnos y a veces trabaja hasta 24 horas o más contunuas, cuando se realizan operativos masivos. En las fiestas de Semana Santa, del Salvador del Mundo y de navidad y fin de año, casi siempre hace turnos

José M. empleado de servicios varios del Órgano Judicial. Ingresó a trabajar al Órgano Judicial en 2006, ganando $684, luego de un año de haberse graduado de bachiller. Ingreso a la institución a los 20 años con la recomendación de un juez amigo de su padre. Desde el año pasado su sueldo supera los $720.

Su trabajo consiste en hacer los “mandados” del tribunal y ayudar a la limpieza, para lo cual hay específicamente otra persona contratada. Entra a trabajar a las 8:00 de la mañana y a las 4:00 termina su labor, pero como estudia, le dan oportunidad de que salga una hora antes. En promedio hace diez mandados diarios, generalmente dentro del mismo centro judicial. Rara vez sale de la institución.

Como todos los empleados del Órgano Judicial, en julio recibe un bono de $350 y en diciembre $750, solo que en dicembre último su bono ascendió a 900, porque gracias a las luchas sindicales recibieron un aumento de $150 en la bonificación de fin de año.

En el año recibe cuatro uniformes, dos pares de zapatos, una capa (aunque por la naturaleza de su trabajo rara vez la ocupa y cerca de su residencia pasa el transporte institucional que lo lleva a su trabajo. Por la tarde no lo van a dejar porque sale antes para la universidad donde estudia Ciencias Jurídica. Estudia tercer ciclo y hasta ahora tiene seis asignaturas ganadas.

Nunca su vida ha estado en peligro. Donde vive todos saben que trabaja en el centro judicial Isidro Menéndez. Tiene vehículo, pero no lo utiliza para aprovechar el traslado institucional.

Con los $720 mensuales, de lo cual le descuentan alrededor de $80, paga un apartamento y ayuda a los gastos de su familia.

Se ha enfermado en por lo menos cinco ocasiones y ha gozado de días de incapacidad. No hace turnos los fines de semana o nocturnos, salvo los establecidos por la correlación de los tribunales. Rara vez trabaja en una fecha festiva.

A diferencia de un agente de la PNC puede quejarse si considera que una tarea que le han asignado se sale de sus funciones. Ya lo ha hecho.

Siempre participa en las protestas de los sindicatos y reconoce que ha habido días que no hace nada, especialmente cuando el titular del tribunal se ausenta. Hace uso, en ocasiones, de los recursos del centro judicial para su beneficio académico, como fotocopias.

Hasta hace dos años jugaba fútbol en un equipo conformado por empleados del centro judicial y alguna vez recibió permisos para ausentarse por ese motivo.

Según José M. es justo que le aumenten el salario porque con cinco años de trabajar en la institución, ha dado lo mejor de si, para contribuir al buen funcionamiento de la institución, por eso apoyó el paro laboral y apoyaría otros.

Diario digital de noticias de El Salvador

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