Escrito por Marvin Aguilar.21 de Enero. Tomado de La Página.
Los países progresan por la madrugada: cuando los políticos duermen. Me decía Adriano Gallo Stampino en Italia. Jean Claude Duvalier no fue lo que se dice un hombre sanguinario. Nunca tuvo la maldad de su padre. Amaba el poder por el dinero que le proporcionaba y la dominación que podía ejercer sobre la gente. Su padre lo despreciaba y lo consideraba un inútil, todo este entorno lo volvió un escéptico que despreciaba a su pueblo, igualmente lo llevó a no tener ningún respeto por la naturaleza humana.
Así escribía en febrero de 1986 José Comas. Cuando el dictador se fue estaba casado con Michelle Bennett, ahora regresa con nueva esposa: la francesa Veronique Roy; la cifra de muertes que acumula la dictadura Duvalier según los gustos oscila entre los 60,000 que apuntaba la prensa española o, como informaba Telesur, 150,000. Su capital económico para el año de su derrocamiento se calculó en 800 millones de dólares, luego René Preval diría que solo fueron 500 millones. Pobre no se marchó de Haití desde luego.
A la salida del poder, las historias sobre Baby Doc acuñaban desde su pedofilia con niños, enriquecimiento por narcotráfico, hasta ser él mismo cocainómano. Al cabo de 25 años vuelve para “ayudar”.
¿Por qué regresa un crápula?
Hace algunos años en un concurso para determinar quién sería el personaje influyente dentro de la historia nacional, se llevó a cabo en Rusia una votación, resultó que los dos personajes más admirados por el pueblo ruso eran: Nicolás II y José Stalin, dos dictadores. Preocupado el Kremlin, se apresuró a impulsar lo menos malo: levantó la imagen del zarismo, se dio a la tarea de revivir viejas tradiciones de los Romanov. Esto motivo una pregunta dentro de la sociedad rusa: ¿sería conveniente instaurar la monarquía en Rusia?
A todo esto se le agregó la repatriación de los restos desde Dinamarca de la madre de Nicolás II, el último Zar, María Fiódorovna Romanov para ser enterrada junto a Alexander III su esposo, en la bella fortaleza de San Pablo y San Pedro en San Petersburgo en 2006. Finalmente ganó Nicolás II, ya que si ganaba Stalin se podría correr el peligro de beneficiar al PCFR, que aun existe; después de todo, la realeza está muerta el comunismo aun no.
Silvio Berlusconi es un político de derecha, católico, defensor furibundo de los valores familiares, así como anticomunista confeso. Tiene 71 años, es empresario de medios. Llegó al poder con un discurso de superación personal muy cautivador ya que provenía de la clase media, además de dueño del AC Milan, pero perdió popularidad en 1995 por ejercer de forma autoritaria el poder, así como por grandes escándalos de tráfico de influencias con la mafia italiana y corrupción de sus allegados.
Pero volvió. Desde el 2001 hasta el 2006 que en medio de otros escándalos se vio forzado a dimitir siendo sustituido por Romano Prodi. Durante este periodo, que se puede decir preparó su etapa de Calígula del siglo XXI: rico, poderoso, bacanales y divorciado; controló para este tiempo el 100% de las comunicaciones terrestres y el 90% del total de todos los medios de Italia. El único objetivo: que nadie hablara mal de él, crear opinión pública favorable y perpetuar su fiesta de poder.
Con todo este aparataje mediático respaldándolo decide regresar, disuelve su antiguo partido, crea uno nuevo y para sorpresa de todos ganó otra vez. Para estas fechas sus aliados tradicionales el Vaticano –entre otros- lo han abandonado, su esposa se divorció de él debido a su putiferia, según Wilkileaks hace negocios aprovechándose de su cargo de primer ministro y finalmente, se ha visto involucrado en escándalos sexuales con prostitutas y corrupción a menores de edad de increíbles proporciones y aun indeterminables consecuencias para su tan cuidada popularidad, sumémosle los casos que tiene en la justicia sobre soborno, evasión de impuestos, blanqueo de dinero. Su imagen de viejo verde, hipócrita defensor de valores morales predomina sobre su infalible táctica sobre las masas: si Berlusconi se divierte, Italia también.
¿Cómo es aquello de: maldito el hombre que en el hombre confía?
La generación del 44, héroes de aquella época decidieron levantarse contra la dictadura de Maximiliano Hernández Martínez, de eso hace 67 años. Hay quienes sostienen que aquellos tiempos eran seguros y prósperos, quienes esto dicen son los que comenzaban a vivir al final de la dictadura que caía, los otros, los muchos no habíamos nacido. ¿Cómo podemos los salvadoreños de hoy pretender echar al traste los cambios positivos que los compatriotas de ayer hicieron? ¿Aspirar a la dictadura como medio para ordenar el país? ¿Pensar en matar todo lo que definamos como paria social solo para vivir tranquilos? De esta manera mientras en Túnez el pueblo recurre al suicidio a lo bonzo para derrocar dictadores paternalistas, en Latinoamérica los vitoreamos.
Los pueblos desesperados recurren a medias extremas, el dictador, o la dictadura se presenta entonces como una salida efectiva, hacen de la carne su fortaleza mediata para salir del atolladero en que nos encontramos algunos pueblos. Y es ese el gran reto para la clase buena y pensante de una nación: impedir la regresión al caudillismo.
Jean Claude Duvalier regresó por lo mismo que regresan las figuras desgastadas: por matizar con nuevos brillos su imagen decrepita. Baby Doc volvió por el mismo motivo por el cual todos deciden reaparecer: “responder al llamado urgente de la patria”, para enriquecerse a través del poder. Al ex dictador de ese país antillano le acontecen dos cosas a la vez: está quebrado económicamente debido a su derroche adolescente en la Costa Azul francesa y, además tiene un ataque de nacionalismo, ha decidido morir con honor, restaurando su dignidad, retirándose cuando él lo decida y no cuando el pueblo decidió echarlo. Muchas veces el criminal no está a la altura de su acción, ya que con su actitud posterior la empequeñece y la denigra.
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