La más efectiva labor social que se puede hacer es generar empleo, no repartir dinero. Fortalecer la economía y la producción es lo que vence a la pobreza.
Editorial. 18 de Diciembre. Tomado de El Diario de Hoy.
Aunque "no es por la benevolencia de la que echa tortillas que cada mañana las tenemos en nuestra mesa" (parodiando a Adam Smith), nos conviene como personas y familias que ese pequeño negocio se mantenga e inclusive prospere.
Lo mismo podemos decir de la tienda donde compramos el jabón y los frijoles, del puesto del mercado donde adquirimos la carne y del almacén que nos vende la ropa. Lo mismo podemos decir de los bancos cuyos créditos sostienen a esos negocios.
A la inversa, cuando un taller tiene que cerrar por las extorsiones de los mareros del lugar, o asesinan al busero por no pagar "renta" y se suspende el transporte, el vecindario entero padece las consecuencias.
En los desórdenes raciales que asolaron el barrio de Watts de Los Ángeles en los Años Sesenta, los revoltosos dieron fuego a los comercios, tiendas y negocios que allí estaban establecidos, con lo que ellos mismos destruyeron la infraestructura de servicios y ventas que utilizaban. Los dueños de empresas perdieron muchísimo, pero más perdió la gente que vivía en Watts; pasaron años hasta que la vida allí se normalizó.
Cuenta Ortega y Gasset que en el Medioevo una enardecida comunidad incendió el castillo y los graneros del señor del lugar. "Pero llegado el invierno", prosigue el filósofo, "todos murieron de hambre".
Hace un par de días un alto funcionario dijo que las campañas contra determinados aspectos de la propuesta reforma fiscal, "defendían intereses" además de "mentir". Ayer señalamos que es legítimo y, más que legítimo necesario y de gran importancia, que cada sector defienda sus intereses y exponga las razones por las cuales considera inconveniente y nociva una disposición. Aunque es muy sabroso quitarse de encima críticas diciendo que "se defienden intereses", lo que procede en beneficio general es contraargumentar, no descalificar.
Nadie está mejor preparado para exponer los efectos de medidas en un sector de la economía, que los involucrados, pues "sabe más el loco de su casa que el cuerdo de la ajena". La discusión sirve, además, para que salgan a luz cuestiones que habían pasado inadvertidas pero que pueden estar afectando otras actividades económicas.
La pobreza se elimina produciendo, no repartiendo
Perseguir a las grandes y medianas empresas puede llegar a ser el equivalente de darle fuego a lo que suministra servicios, ropa, alimentos, muebles, aparatos diversos, precisamente lo que usa, disfruta, necesita y divierte a los salvadoreños. Sería un contrasentido que un agricultor que produce alimentos para la población pueda ser objeto de acoso fiscal, pero que muy poco le suceda a los corruptos, a los traficantes de droga, a los contrabandistas y a las bandas que extorsionan que, por definición, son evasores.
En verdad los emprendedores de todo tamaño defienden sus intereses, pero al hacerlo también salvaguardan al personal que trabaja con ellos, a los proveedores a quienes compran materiales y servicios, a las clientelas que adquieren lo que fabrican, a todo el engranaje de familias y actividades que dependen en forma directa de esa unidad productiva. Si se trata de una maquila o una empresa que produce para la exportación, se protegen los ingresos de divisas para pagar las importaciones que el país necesita.
La más efectiva labor social que se puede hacer es generar empleo, no repartir dinero. Fortalecer la economía y la producción es lo que vence a la pobreza.
elsalvador.com :.: Sabe más el loco de su casa que el cuerdo de la ajena
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