Escrito por Norma Guevara de Ramirios. 28 de diciembre. Tomado de Diario Co Latino.
Llegamos al final de un año que por muchas circunstancias será inoplvidable para las y los salvadoreños, es la primera década del nuevo milenio, vivimos realmente las “elecciones del siglo” en marzo pasado; inició una época de cambios aún bajo el pesado efecto de una crisis profunda del capitalismo, y enfrentamos, además, los efectos concretos y visibles del cambio climático bajo forma de desastre por una tormenta. Difícilmente pasaría por alto tanto acontecimiento para la memoria colectiva existente en el país, y de las y los salvadoreños en el mundo entero.
Un ligero balance nos permite darnos cuenta que el principal cambio del año ocurrió en la vida política del país. Dejamos de ser gobernados por regímenes de derecha. El pueblo, la ciudadanía, venció el miedo a lo nuevo, venció el miedo a la izquierda que le era inoculado como veneno de las más variadas formas y decidió cambiar. Para quienes tengan o tengamos de 50 años en adelante, quedó atrás la imposición del fraude, de los golpes y contragolpes de Estado. Se ha recuperado el contenido real de la soberanía como expresión de superioridad del pueblo sobre los gobernantes, queda atrás la soberbia del gobernante que trata al común como un finquero a su colono.
La construcción de una conciencia popular y la articulación de uno de sus partidos políticos se sobrepuso, y la alternancia política que se miraba dificultosa llegó; el último partido de esa oligarquía fue sacado de la Presidencia de la República para iniciar una nueva época, la de los cambios justos y necesarios.
Ahora empezamos a ver cosas que parecen desconocidas: un Presidente de la República que actúa de manera diferente, que intenta impulsar políticas públicas nuevas; un equipo de gobierno en el cual los cuadros superiores intentan acercar las instituciones al servicio público; una población que es la autora de los cambios, que ha elevado sus expectativas y su capacidad de vigilancia y su crítica al quehacer público; una derecha desconcertada en la cual las cabezas tienen claro lo que quieren, pero que al dejar de estar en el gobierno es notorio lo que efectivamente son, ya no es suficiente contar con maquinarias para disimular, engañar, mentir, manipular, a pesar de su poder considerable, es más notoria su esencia reaccionaria y por ende opuesta a los cambios justos.
Al final del año, de un año que ha sido tenso, volcánico en emociones; démonos cuenta, pues, que el FMLN fue mejor, fue más querido por la gente y su estrategia fue victoriosa. Escogió bien su fórmula presidencial, hizo buena campaña, supo interpretar el deseo de la población, elaboró mejor programa para gobernar, tenía claro que debe contar con otros que visualizaban que el país debía ser recuperado pues marchaba por mal camino, ha sabido manejar bien su papel y entender el papel que otras fuerzas y personas deben jugar en el cambio, y todo esto es saludable para la vida nacional. Debemos decir a la ciudadanía activa: ¡gracias por tu grandeza! ¡gracias por permitirnos ser testigos del inicio de un nuevo momento en la historia de la patria! Gracias porque en medio de una enorme crisis, existen personas capaces de ver que primero es la gente.
Este momento de cambio no significa que sea un momento fácil; pero dejar de ver su grandeza sería mezquindad con quienes dedicaron su vida con generosidad y esperanza en el pueblo y su futuro mejor. Nos conforta a los efemelenistas que la gente tenga una escuela, un hospital, que pueda hacer del maestro y la maestra, del médico, de la enfermera, del policía, del soldado, del empleado público, de ANDA, de CEPA, una persona que guía y ayuda. Ahora viene el reto de convertir este momento en un espacio para la dinamización de la economía, de cuido y recuperación del medio ambiente, de impulso a la agricultura y el turismo.
Sin duda en este marco los salvadoreños y especialmente los militantes políticos (vale decir, servidores públicos), encontremos el espacio para el fortalecimiento institucional de la democracia en su más amplia comprensión. Recuerdo lo que afirmó una funcionaria del Banco Mundial (de origen brasileño): “La política más política, es la política educativa”, esto es poner por encima el interés común sobre el particular o privado. Así, este momento debe ser la base para profundizar la democracia, este es un reto de ciudadanía, de los partidos y del gobierno, de la cultura nacional. Ojalá el 2010 sea aprovechado para avanzar en ese camino.
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