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2009/12/24

LPG-El espíritu nacional necesita revitalizarse

Esta Navidad nos llega al final de un año especialmente difícil; pero nosotros, los salvadoreños, tenemos acumulada una extraordinaria experiencia histórica para superar dificultades.

Escrito por Editorial. 24 de Diciembre. Tomado de La Prensa Grafica.

Estamos en época de Navidad, y en estos días es siempre oportuno hacer reflexiones sobre la trascendencia de cultivar las fuerzas del espíritu, como corrientes esenciales de la vida. Los tiempos que corren, tan cargados de incertidumbres y trastornos de todo tipo, hacen aún más apremiante acudir a aquellas fuerzas, para contar con las suficientes energías que nos permitan ir renovando a fondo los contenidos de la existencia.

Nuestro país ha vivido una accidentada sucesión de experiencias históricas, hasta llegar adonde está. Durante muchos decenios, los salvadoreños nos dedicamos –la mayoría de seguro sin advertirlo– a construir la guerra, hasta que ésta se desató allá a comienzos de los años ochenta del pasado siglo. Cuando la guerra mostró su venturosa incapacidad para resolverse por la vía militar, vino el ejercicio de darle forma a la solución política; y a partir de ahí estamos construyendo la paz. Ese cambio histórico de dirección es el que rige nuestros actuales destinos. Reconocerlo y valorarlo, en medio de todos los afanes, desafíos y problemas con los que tenemos que lidiar a diario, es indispensable para autorreconocernos y autovalorarnos como sociedad que se ha ganado a pulso su mejor futuro.

Antes se hablaba en el país de alma nacional y de espíritu nacional, y eso era más retórica que otra cosa. Hoy, el alma nacional y el espíritu nacional son más reales que nunca, y es cuando deberíamos asumir su importancia para el destino de la salvadoreñidad. Los salvadoreños de este tiempo, que pertenecemos a un país sin fronteras, somos depositarios, todos, los que estamos dentro del territorio tradicional y los que están fuera, del tesoro de nuestra pertenencia a esa alma y a ese espíritu. Hagámoslos presencia viviente y actuante.

Es tarea compartida

Ya que la política, sobre todo aquélla que se manifiesta en forma de partidos, genera normalmente atmósferas de desconfianza y discordia, es siempre conveniente delimitar bien los terrenos de la realidad. La política cumple una función vital, pero no es la única ni debe ser la que se imponga sobre todas las demás. Para el caso, la tarea de mantener vivo y activo el espíritu nacional está más allá de las opiniones y los vaivenes políticos. Porque país somos todos, independientemente de las diferencias que se den por diversas causas y razones. Durante la larga época de la construcción de la guerra, esa idea de totalidad nacional parecía no sólo ilusa sino peligrosa al máximo; en esta época de construcción de la paz, tal idea constituye la base de todo lo que falta por hacer.

Quisiéramos ver que el espíritu nacional vaya adquiriendo los bríos que la nación salvadoreña necesita para seguir en el avance por la ruta de su auténtica modernización, que es en primer término un estado de conciencia ciudadana. En la medida que tomamos conciencia de nuestro propio ser nos hacemos capaces de perfeccionar progresivamente eso que somos. La tarea es compartida, y nadie debería eludirla.

Esta Navidad nos llega al culminar un año especialmente difícil; pero nosotros, los salvadoreños, tenemos acumulada una extraordinaria experiencia histórica para superar dificultades. Esta vez no será la excepción. A la luz del espíritu navideño, que irradia amor y comprensión, tenemos que hacernos entre todos la entusiasta promesa del futuro.

El espíritu nacional necesita revitalizarse

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