Escrito por Juan Héctor Vidal.28 de Diciembre. Tomado de La Prensa Grafica.
Nadie cumple alegremente con sus responsabilidades tributarias. Pero el Estado también necesita recursos para cumplir con sus funciones y tiene la fuerza coercitiva para lograrlo. El punto está en quién, cuánto, cuándo y cómo. Cada uno de los factores gravita casi de manera natural sobre aquella actitud, aunque operacionalmente resulta difícil inscribirlos en los componentes esenciales de todo sistema tributario moderno: equidad, neutralidad y simplicidad.
De estos tres, el tema de la equidad es razonablemente el controversial, porque alude directamente a la forma en que se distribuye la carga tributaria. En este sentido, resulta sintomático que en las discusiones sobre la reforma fiscal que impulsa el gobierno, haya sido uno de los aspectos más debatidos, aunque la mayor confrontación se haya dado entre dos grupos de interés que, al menos en teoría, deberían ser más comedidos por el componente social implícito en el gravamen objeto de discusión.
Pero la equidad, igual se discute a nivel macro, punto en cual convergen, obviamente por razones distintas, los que pagan los impuestos y aquellos que los gastan. En las actuales circunstancias, este tema adquiere todavía mayor relevancia, si se parte de la precariedad fiscal y los grandes niveles de defraudación; pero también, si se toma en cuenta la caída de la capacidad contributiva de las personas naturales y jurídicas y el mal uso que se hace de los recursos públicos. Unas acotaciones al margen ayudan a esclarecer a qué me refiero.
Un sistema tributario equitativo no solo debe juzgarse desde una perspectiva técnica racional. Ese atributo también está inevitablemente vinculado con la rigurosidad y la eficacia con que se aplican los impuestos atendiendo las disposiciones legales. Siempre he sostenido que la regresividad de que a menudo habla la izquierda no deriva tanto de cómo está estructuralmente concebido el régimen tributario, cuanto de las grandes filtraciones del mismo, en términos de evasión, elusión y contrabando.
Es probable que en los intentos del gobierno por combatir todas y cada una de esas expresiones de defraudación no esté de por medio el tema de la equidad –sino un aspecto estrictamente fiscalista–, pero cualquier acción que se tome para enfrentarlas resultaría más aceptable para el grueso de los contribuyentes, que el aumento de las tasas vigentes. En el caso específico del fraude aduanero –que es donde aparentemente están los mayores problemas– obviamente también se requieren penas más severas, pero quizás el énfasis debería ser puesto en la voluntad política para combatirlo, ya que el tráfico ilegal de mercancías en grandes proporciones no pasa por los puntos ciegos, sino por las principales aduanas del país.
Los impuestos “confiscatorios” tampoco promueven la equidad; es más, son un estímulo para su incumplimiento; aunque también hay evasores “éticos” que se escudan en el mal uso que el gobierno hace de los recursos. En un estudio reciente de Latinobarómetro salió a relucir que un porcentaje no despreciable de salvadoreños invoca este motivo para evadir.
Otros contribuyentes pueden caer en una categoría distinta, como aquellos que responden a los llamados al no pago que hacen ciertas autoridades locales, esgrimiendo que el gobierno no cumple con sus responsabilidades mínimas, como dar seguridad a la ciudadanía y particularmente, a los empresarios. Apoyar este tipo de iniciativas sería en todo caso más grave que la expansión del sector informal, que igualmente es fuente de filtraciones muy grandes. Por cierto, esto último ha sido reiteradamente planteado por la cúpula empresarial, como un factor de inequidad. que se vuelca contra los contribuyentes registrados.
Pero tampoco oponerse a que los negocios que puedan hacerlo, estén conectados con el Ministerio de Hacienda, es un buen expediente. Con la reforma de 2004, estuvimos entre quienes apoyaron al ministro López Suárez en ese objetivo, pero vemos cómo en grandes establecimientos, todavía le preguntan al cliente si quiere factura o solo ticket.
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