Estamos, pues, en el Año Nuevo. Y es momento propicio para desear a todos nuestros compatriotas, dentro y fuera de las fronteras, el presente y el futuro a los que tenemos derecho.
Escrito por Editorial.31 de Diciembre. Tomado de La Prensa Grafica.
Ha concluido 2009, y al lanzar una mirada retrospectiva hacia lo que fue este año, hay una doble sensación: por una parte, el cúmulo de acontecimientos sucedidos en estos doce meses induce a sentir que se dio en este corto tiempo una coyuntura muy especial dentro del proceso de transición histórica que venimos viviendo en la posguerra; y por otra parte, la aceleración de lo ocurrido genera un sentimiento de tránsito rápido, alucinante por momentos. En todo caso, sobre el tapete de la realidad nacional quedan múltiples hechos por analizar y variadas lecciones por ordenar y asimilar. 2009 será, sin duda, para los salvadoreños, un año inolvidable en muchos sentidos.
Después de este año, ni la política ni la economía nacionales serán las mismas que veníamos creyendo conocer en las etapas anteriores de este proceso, que todavía muchos se resisten a reconocer como una verdadera transición de largo alcance. En lo político, la alternancia que ha hecho posible el paso a un nuevo gobierno de izquierda luego de 20 años de gobierno de derecha es el punto principal de inflexión; pero hasta hoy, el efecto principal de dicha alternancia no se ha dado en el Gobierno, sino en los partidos: el FMLN es partido de gobierno sin estar plenamente en el gobierno; ARENA dejó de ser partido en el gobierno y eso lo ha dejado en una especie de orfandad de pronóstico reservado. Veremos qué pasa en ambos partidos en el futuro inmediato.
Como la política lo determina prácticamente todo, por tratarse además de un régimen intensamente presidencialista como siempre ha sido el nuestro, el desempeño del factor político es determinante, y 2010 tendrá que ser inevitablemente año de redefiniciones.
Lo económico es tarea mayor
2009 deja un gran legado de adversidades en el plano económico, a cuyo deslinde y tratamiento tendrán que dedicarse, si es que asumen sus responsabilidades con el debido compromiso, tanto los actores políticos como los actores económicos. La conducción gubernamental se preocupa más por obtener recursos para financiar sus proyectos; pero, ya que logró pasar la propuesta tributaria, hoy le toca aplicarse de lleno a generar una política de reactivación del crecimiento, que no sea bandera política sino ejercicio realista efectivamente consensuado.
Lo económico siempre es tarea mayor, porque no sólo está íntimamente vinculado con la estabilidad y el desarrollo en términos generales, sino que conecta de manera directa con las condiciones de vida en que se mueven los ciudadanos y sus familias. En este punto, como hemos sostenido de manera reiterada, hay que pasar cuanto antes de una tendencia asistencialista, que sólo ayuda a sobrevivir medianamente, a una incidencia existencialista, que se enfoca en hacer lo necesario para cambiar de veras la vida de la gente. Desde luego, lo primero es más fácil y más explotable publicitariamente que lo segundo; sin embargo, a estas alturas de nuestro proceso, ya no se puede seguir funcionando a punta de imágenes: hay que producir realidades de fondo.
Estamos, pues, en el Año Nuevo. Y es momento propicio para desear a todos nuestros compatriotas, dentro y fuera de las fronteras, el presente y el futuro a los que tenemos derecho.
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