LPG-Cortar café, un trabajo de tradición familiar

Esa actividad es para muchas familias salvadoreñas el único trabajo seguro en todo el año. A las 6 de la mañana, abuelos, padres e hijos desayunan en la finca y luego cortan en grupo porque así abunda más.

Escrito por Eduardo Portillo. 28 de Diciembre. Tomado de La Prensa Grafica.

Es bonito (la corta de café) porque uno anda trabajando entre familia, además así abunda más.”

Felipe Reyes, cortador de café en Concepción de Ataco

Somos colonos en esta finca y nos dedicamos a cuidar y a trabajar en el cafetal durante todo el año.”

Elmer Mendoza, caporal en la fincaEl Nazareno
Siempre había escuchado que ir a cortar café era un buen trabajo, pero sobre todo una gran aventura....... Las cortas, como se le conoce popularmente, es la época del año en la que se arranca el café maduro de las matas. Comienza en noviembre, y para muchas familias es el único empleo fijo que tendrán en todo el año.

La finca El Nazareno, de Carlos Quintanilla, está en el cantón El Ciprés, en Concepción de Ataco, Ahuachapán. Está llena de matas de café tipo borbón. Llegamos a las 7:30 de la mañana y algunos cortadores ya habían iniciado labores en sus respectivos surcos. Otros, como la familia de Felipe Reyes, todavía desayunaban.

Felipe me prestó su canasto, que tiene capacidad para una arroba (25 libras). Me convertí en su “arriquín”, que es la persona que corta en surco y con canasto ajeno solo por ayudar. Por cada arroba cortada Quintanilla les paga $1. Felipe dice que, si la corta es buena, su grupo familiar —esposa y dos hijas— puede cortar hasta 20 arrobas en un día.

“Es mucho más fácil cortar cuando todo el café ya está maduro y se pueden usar las dos manos. A veces, entre el café maduro hay café verde o sazón, ese se tiene que dejar en la mata porque se va a cortar ya maduro en enero”, explicó.

Su ocupación
Cuando no están en las cortas Felipe es ayudante de albañil, sus hijas van a la escuela y su esposa permanece en casa. Cortar café les representa un mayor ingreso económico en esta época que cualquier otra actividad. El dinero que ganen será para pagar alguna deuda y para los preparativos de la Nochebuena.

En la finca El Nazareno hay otras familias cortando café. Entre ellos abuelos, tíos y primos. “Es bonito porque uno anda trabajando entre familia, además así abunda más”, cuenta Felipe.

En las fincas los cortadores se reparten en cuadrillas de 30 a 35 personas. Cada una tiene su caporal, que es la persona que reparte los surcos y a quien el dueño de la finca le pide cuentas al final de la tarde. El caporal también revisa que solo se corte el café uva (maduro).

Caporal
Elmer Mendoza tiene 25 años y es uno de los dos caporales de Quintanilla. En una página lleva anotados los nombres de todos los cortadores de su cuadrilla y se sabe de memoria cual es el surco que tiene asignado cada uno.

Vive en el casco urbano de la finca, con su esposa y dos hijos. “Somos colonos en esta finca y nos dedicamos a cuidar y a trabajar en el cafetal durante todo el año”, afirma.

La casa de Elmer tiene ciertas características, como tener la cocina y el sanitario separados de la casa principal.

Que sea así no es una casualidad, es un requisito de vivienda para los colonos que exige el último comprador del oloroso: Starbucks, la compañía de café más grande del mundo.

“Son cerca de 40 requisitos los que debemos cumplir los dueños de fincas que le vendemos a Starbucks”, señala Quintanilla. La mayoría de las exigencias son de carácter social, en beneficio de los colonos, y de carácter ambiental para proteger la flora y fauna en las fincas.

En la finca El Nazareno hay rótulos que prohíben la caza de animales por ejemplo. Starbucks —cuya sede está en Seattle, Estados Unidos— también exige programas de salud y educación para los colonos y prohíbe tener a menores de edad trabajando.

Quintanilla calcula que de cada quintal de café gourmet oro exportable, tipo borbón, Starbucks puede sacar casi 5,000 tazas de café que se venden en las más de 16,000 cafeterías alrededor del mundo a un precio de $2.50 por taza.

Es decir que por cada quintal de café cultivado en Concepción de Ataco, a 1,280 msnm, Starbucks puede recibir en sus cajas registradoras hasta $12,000.

La empresa internacional de café compra granos en El Salvador desde aproximadamente 10 años. En la actualidad paga cerca de $106 por el quintal de café gourmet.

Los cortadores en la finca El Nazareno no saben que el grano en sus canastos finalmente se degusta en lujosas cafeterías en Estados Unidos, Europa, Japón, Rusia y Australia. Lo que sí saben es que trabajar en las cortas les dejará el dinero que necesitan para pagar sus deudas en las tiendas de abasto y comprar lo necesario para los tamales de Navidad y de Año Nuevo.

Robo, un mal de todos los años
Muchos productores de café sufren el robo de algunos de sus cargamentos en esta época del año.
ProtecciónEn octubre pasado, el Ministerio de Agricultura y Ganadería y la Policía Nacional Civil (PNC) dieron a conocer el programa Triángulo Productivo, que busca proteger los delitos de contrabando y robo en los cultivos de café.
Afectación“Como cualquier negocio ilícito (el contrabando y robo de café), afecta la rentabilidad y estabilidad de cualquier sector”, indicó en esa oportunidad el presidente de PROCAFE, Mario AcostaOertel.
DecomisosA mediados del presente mes, la PNC de Ahuachapán se incautó de 128 quintales de café que fueron extraídos ilegalmente de la finca San Antonio, cantón El Sincuyo, de Tacuba, y de la finca El Nazareno, de Atiquizaya.
DetencionesEl año pasado, el plan de protección a la producción agropecuaria de la PNC dio como resultado ocho arrestos, tres por hurto de café y cinco por conducción de mercadería de dudosaprocedencia.
Tiempo de corta
La recolección del café en las fincas salvadoreñas inicia generalmente en noviembre. Esta labor sigue siendo una fuente de ingresos familiares.

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