Jesús fue representado joven y sin barba, usando la vestimenta corta de los pastores. Es el supremo pastor de almas.
Editorial.24 de Diciembre. Tomado de El Diario de Hoy.
Belén era una apacible aldea con un mercado bullanguero, cuando hace años visitamos la linda basílica cristiana del Siglo IV, edificada por Santa Elena, donde la tradición sitúa el lugar en que estuvo el pesebre y tomaron refugio María y José. Es Nazaret una región de suaves colinas, fría en el invierno y calurosa en el verano, aunque en la Antigüedad debe de haber sido boscosa, muchísimo más verde que hoy en día.
La Palestina de entonces era parte del mundo helénico, suelo en el cual, a lo largo de milenios, se asentaron sumerios, egipcios, hititas, semitas, griegos y, en el Año VI a de C, los romanos. Con toda probabilidad la población era blanca, de ojos y cabellos claros, bien formada e inteligente.
Empédocles afirmaba que si los bueyes tuvieran dioses, éstos se concebirían también como bueyes. El Cristo, como el Niño Jesús, es rubio para los nórdicos, moreno para los pueblos del mediodía, oscuro para los negros y de ojos rasgados para los orientales. Muy poco dice la Biblia sobre su infancia, la que rodea de poesía, de predestinación, y de un acendrado amor prodigado por sus padres terrenales.
No hay, fuera de las Sagradas Escrituras, ninguna referencia a magos que llegaron del Oriente ni de una matanza ordenada por el rey Herodes, que la historia recuerda como "El Grande". Lo que se ha logrado establecer es una coincidencia de la fecha probable del Nacimiento de Jesús con la aparición de un cometa, fenómeno celestial que los antiguos siempre interpretaron como el preludio de sucesos portentosos. Según la Biblia, María y José huyeron a Egipto con el infante Jesús para escapar de la persecución ordenada por Herodes.
¿Cómo era Jesús? A los doce años se vio rodeado de doctores, que lo interrogaban y se maravillaban de su sabiduría y su encanto. Él ayudaba a José en su trabajo de carpintero. Y después de deslumbrar a los que enseñaban y juzgaban, nada más se dice sobre Él hasta que comienza su magisterio al recibir las aguas bautismales de su primo, San Juan Bautista.
Llegar a la verdad a través de la poesía
En una enigmática realización, el gran director de cine Luis Buñuel se preguntaba cómo era Jesús. Igual interrogante se vienen planteando los teólogos y luego los historiadores por dos milenios. ¿Es que Jesús era solemne, pausado en el andar, de pocas palabras, intenso en su trato, ensimismado? ¿O acaso fue un espíritu risueño y poseedor de un extraordinario magnetismo que, sin embargo, no le salvó cuando lo condujeron ante Pilatos?
¿Era Jesús sonriente, alegre, lleno de vida y pletórico de gracia? Hasta el Siglo V de nuestra era, Jesús fue representado joven y sin barba, usando la vestimenta corta de los pastores. Es el supremo pastor de almas. El Jesús de los mosaicos y relieve de la época concuerda con la imagen y personalidad del que nace con un irresistible carisma y enciende un amor capaz de ofrendar la propia existencia.
No nos es posible, a los humanos, separar la poesía y las imágenes que dan forma a la vida de Jesús, de lo que son las tradiciones asentadas sobre hechos reales. La visita del Arcángel a María, el anuncio a los pastores, el milagro del Nacimiento en el pesebre, el largo peregrinaje de los Reyes Magos con sus ofrendas de oro, incienso y mirra, y la fuga a tierras ignotas revelan infinitamente más sobre las esencias de una figura, y de todo su mensaje de redención, de lo que se puede deducir de datos históricos.
Ese carácter poético de la religión universal, que también perfila la historia de Buda, es escueto en el detalle, pero inmensamente rico en profundidad y grandeza. Corazonadas, intuiciones, la emoción de la fe, el amor que despierta el milagro de la maternidad, llevan más allá de lo que podría el testimonio directo y la reflexión fría. Es la diferencia medular entre lo terrenal y lo celestial.
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