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2009/12/30

Co Latino-Opinando sin política (566)

Escrito por Eduardo Badía Serra. 29 de Diciembre. Tomado de Diario Co Latino.

Estamos llegando al final de la primera década del siglo XXI, el siglo de la ciencia y de la tecnología, del “hombre modificado” del Dr. Helmer, del “homo geneticus” de Hawking, de la sustitución de la mente por la inteligencia artificial, del calentamiento global del que todos hablan pero nadie explica científicamente, y de tantas otras predicciones que asombran al hombre mismo al comprobar hasta donde ha podido llegar en su pretendido dominio de la naturaleza.

Es el siglo del post-modernismo pleno, realidad esta de las más reales que existen y que sin embargo algunos niegan, el siglo de lo simbólico, del sentimiento, de la negación de la historia, de lo oportuno, de lo contingente, de lo fugaz……siglo precario en cuanto al hombre mismo como persona se refiere, en el que va predominando el individuo sobre la sociedad, lo corporativo contra lo nacional. Es el siglo, pues, de la famosa aldea global, dominada y dirigida por las comunicaciones y por las relaciones económicas y de poder.

Cada siglo tiene su propia historia, sus paradigmas, sus simbolismos. El paradigma de la cultura griega osciló entre el mito y la filosofía; el mundo medieval hizo girar su centro de reflexión alrededor de la teología y sus grandes temas, la Creación, la razón y la fe, y la existencia de Dios; en la época moderna, este fue el conocimiento, con sus dos grandes e inconfundibles posiciones, el empirismo y el racionalismo, girando alrededor del innatismo o no de las ideas, de la tábula rasa de Locke contra las ideas innatas de Descartes.

En fin, que el mundo, en su evolución, ha ido también modificando sus realidades y sus ámbitos de preocupación. Ahora estamos ante el siglo de la ciencia y de la tecnología, y nada pasa en el mundo que no haya pasado antes por esos meridianos, como bien decía Ignacio Ellacuría.

Estamos ante realidades distintas: Una realidad microcósmica, la más profunda pero no la más compleja, que corre desde la estructura interna de las partículas elementales hasta los niveles moleculares, realidad de las pequeñas masas, de los pequeños tiempos y de las pequeñas distancias; una realidad mesocósmica, que es precisamente la realidad del hombre y que transcurre dentro del espectro visible, esto es, entre lo rojo y lo violeta; una realidad macrocósmica, precisamente la realidad universal, la de las grandes masas, los grandes tiempos y las grandes distancias; una realidad vital, la de la vida; y finalmente una realidad socio-histórica, la más compleja aunque no la más profunda.  

Son, pues, realidades, que el hombre de este siglo debe reconocer y afrontar. Enfrentarse ante la posibilidad de la vida en otros espacios universales, es una realidad que hay que reconocer, así como las posibilidades de modificación de las formas de vida en la Tierra lo es también. El presente actual es arrogante, nada tranquilo, difícil, complicado, y más lo será indudablemente el futuro que viene, ese que viene lento pero viene, como decía Benedetti. Por ello el hombre necesita ser más reflexivo, más prudente, más humilde, y además, más educado y culto. Y debe dar lugar a las reflexiones y a los momentos espirituales, esos que lo hacen persona, como decía San Agustín, y que lo elevan hasta la propia realidad del ser mismo.

La década que viene es complicada. En el orden económico, los sistemas fallan, y lo hacen debido a esa visión equivocada de sostener a toda costa el predominio del tener sobre el ser. El consumismo es un verdadero jinete del apocalipsis, que desgasta horrorosamente a la humanidad entera. El afán corporativo de dominio mundial, saturado de un nuevo profetismo, de renovados destinos manifiestos con sus visiones mesiánicas, niega la posibilidad de un desarrollo humano equilibrado y justo.

Hay una visión casi apocalíptica de la situación del medio ambiente, que lleva a concluir la próxima desaparición de la Tierra y de sus contenidos debido a la contaminación y al efecto depredador que el hombre mismo ejerce sobre ella, visión que personalmente no comparto pero que debo reconocer que está allí.

Los valores humanos han sido subvertidos, dando paso al predominio de lo que Fromm llama valores no oficiales, esto es, aquellos que no se enseñan pero se practican, en contra de los valores oficiales, precisamente los que constituyen la motivación de la escuela pero no se dan en la vida real y en la práctica concreta,  que vuelve a los pueblos, como decía Ortega, pueblos perversos.

Esa síntesis terrible que se está dando en el atanor de la historia debe combatirse de alguna manera, y la única forma de hacerlo, pienso, es volver al hombre mismo, a ese animal de realidades zubiriano que sabe acceder a su propia realidad trascendiendo, es decir, haciendo del ´de suyo ´un ´suyo ´pero ´en propio ´.

Para que el hombre vuelva a ser animal de realidades necesita algunos ingredientes: Fe, que es lo primero, y esperanza después. Vuelta a  la fe, la fe en un Ser Superior, que está allí, también, como bien lo acepta ya la ciencia, y que debe reconocerse porque se encarnó en el hombre para redimirlo de su propio pecado. El hombre está en pecado contra sí mismo. Para salvarse, debe ir a la fe. No hay de otra.

Por eso, yo digo:
Pueblo, ¡Rechaza las discusiones ligeras!
Pueblo, ¡Cuidado con los cantos de sirena!
Pueblo, ¡Levántate y anda!
Pueblo, ¡Decídete por el cambio! ¡Anida la esperanza!
¿De política?
¡Noooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo!
¿Para qué?
De estas, y de otras cosas, seguiremos hablando, si Diario Co Latino me lo permite.

Opinando sin política (566) | 29 de Diciembre de 2009 | DiarioCoLatino.com - Más de un Siglo de Credibilidad

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