Escrito por Leonel Flores. 23 de Diciembre. Tomado de Contra Punto.
Cada día nos volvemos más famosos en términos de mortalidad a causa de la delincuencia en términos estadísticos
WASHINGTON - La violencia generada por las maras y porqué no decirlo, aunque de miedo, el crimen organizado, tiene sitiada a la sociedad salvadoreña. Las extorsiones son el pan de cada día para la mayoría de la población, ha llegado a todos los estratos sociales y ya hay desesperación en la gente. Los más afectados han sido los de la clase media, los pequeños y medianos empresarios que se han visto obligados a cerrar sus negocios.
Cada día nos volvemos más famosos en términos de mortalidad a causa de la delincuencia en términos estadísticos. El presidente de la república decidió, después de mucho análisis y presionado por las alarmantes cifras de delincuencia, sacar el ejército a las calles.
Después de los Acuerdos de Paz (1992) los únicos que acataron algunos pactos establecidos fueron, en parte, los militares y los partidos de izquierda. Desde entonces la Fuerza Armada se replegó en sus recintos militares y estuvo al margen de los procesos electorales hasta que a finales de la recién campaña electoral, la derecha los sacó de sus guarniciones y los intentó poner en la palestra política. A Dios gracias, esto no creo mayores problemas y el cambio tan esperado por la sociedad salvadoreña se vistió de esperanza.
En muchos países, la decisión de involucrar la Fuerza Armada en la seguridad ciudadana es una practica fracasada y no ha habido grandes impactos en el curso de la violencia, esto por supuesto no da por sentado que en nuestro país sucederá lo mismo.
Recientemente la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos presentó varias denuncias cometidas por los militares que han salido a las calles, indicios de que esto puede terminar diferente de lo planeado. Es importante que la sociedad salvadoreña elimine los prejuicios contra los militares y colaboren con ellos para ganarle la batalla a la delincuencia y el crimen organizado.
A estas alturas y sin temor a equivocarme creo que la mayoría de salvadoreños hemos sido víctima o nuestras familias de extorsiones que van desde las dirigidas por las maras hasta las personas que han aprovechado esta mala práctica y echándole la culpa a los pandilleros también realizan extorsiones, es más, según versiones de los afectados, comenzaron dándole la famosa “renta” a gente muy humilde utilizada por las maras y han terminado aumentando las cantidades y entregando el dinero a “señores trajeados” que pasan a recogerlo.
De parte de la Fuerza Armada, tiene una gran responsabilidad, quizá la más importante después de los Acuerdos de Paz y es el demostrar que es una institución respetuosa de la democracia, de los derechos humanos y de la justicia. Cualquier paso en falso echaría por la borda la única esperanza que mantenemos los salvadoreños de confiar en alguna institución que fortalezca la seguridad ciudadana ya que la actual Policía Nacional Civil está plagada de malos elementos.
De parte de la sociedad civil, está centrada la oportunidad de darle el beneficio de la duda a la institución castrense, ya están en las calles no queda más que colaborar con ellos, informando y denunciando cualquier acto de delincuencia que puedan ser víctimas o testigos para que se genere un verdadero clima de paz y seguridad para los habitantes.
Riesgosa o no, la decisión de sacar los militares a patrullar ha sido una opción aceptada, aunque con reserva, por los salvadoreños, lo que demuestra el grado de desesperación de la población civil y la desconfianza hacia las autoridades que han tenido a cargo dicha función, pero que al mismo tiempo se vuelve un gran desafío para la Fuerza Armada. Ya no es la Fuerza Armada contra el pueblo, sino lo que siempre debió ser, la Fuerza Armada al servicio del pueblo. ¡Esperamos así sea!
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