La salida a luz de opiniones entregadas en un tenor confidencial me compelen inquietudes: ¿Mejoran las relaciones interpersonales el instalar una cámara de TV en la intimidad del hogar? ¿Sería bueno poder leer los pensamientos ajenos? ¿Qué pasaría si el vientre materno fuera de cristal, mostrando el embarazo desde la concepción hasta el nacimiento del bebé? ¿Disiparía finalmente las dudas sobre el respeto que se debe a la vida del infante embrión? ¿Contamos con la sinceridad intelectual indispensable para buscar, encontrar, conocer y recibir la verdad, para luego darla a quien corresponde, en el momento adecuado, para beneficio de la familia, la empresa o la nación, de tal forma que no se cometan injusticias? ¿Sabemos distinguir entre opinión y verdad?
Escrito por Kalena de Velado.12 de Diciembre. Tomado de La Prensa Gráfica.
Confío que la amistad entre el pueblo americano y el salvadoreño no tendrá mayor deterioro por la filtración de documentos en WikiLeaks y la divulgación en periódicos, porque está anudada con los mismos principios que dieron origen a las democracias modernas y a las sociedades libres (fe profunda en Dios, cultura judeocristiana, respeto por la persona humana, sus derechos, sus libertades de culto y de expresión, etc. Estos valores universales los resume en su página web la Cámara de Comercio e Industria de El Salvador). El lazo amistoso está sellado además con sangre y labor humanitaria de soldados en Iraq y abonado por el sudor de la frente de hermanos trabajadores emigrantes.
El arte de aplicar los principios esenciales a lo accidental (la circunstancia variable del presente) es el objetivo de la gran virtud política llamada prudencia (nada que ver con Maquiavelo), permitiendo aplicar la recta razón para lo que hay que hacer. En cambio, la opinión “es la postura del sujeto ante asuntos que no son unívocos, realidades que no son en sí verdaderas o falsas, sino que responden a la búsqueda de lo más conveniente en una determinada situación humana, social, histórica. Por ejemplo las cuestiones relacionadas con el gusto (musical, artístico, literario), con lo que deberían legislar las leyes de tráfico (no es un absoluto moral que 120 km/h sea la mayor velocidad permisible, dependerá más bien de la calidad de las carreteras y del parque móvil; tampoco lo es si hay que circular por la derecha o la izquierda de la vía, aunque sí sea fundamental que todos alcancemos un acuerdo...)”. Javier Aranguren
Lo que más destruye la confianza, la credibilidad y el prestigio personal o institucional es tener doble discurso. En cambio, lo que genera mayor confianza es una persona sin dobleces, íntegra y sencilla, que lucha porque coincida lo que piensa, con lo que dice y actúa, pues nadie quiere ser engañado ni relacionarse con mentirosos. De allí la sed de transparencia que hay en el mundo. Celebro y felicito a ARENA, al FMLN y al CD por unir sus votos en la aprobación de la Ley de Acceso a la Información, la cual será un primer paso hacia una cultura ciudadana de reivindicar honestidad en la cosa pública. Animo a tomar este instrumento legal como propio, liderando juntos la titánica faena de restablecer la confianza, siendo que fue resultado en parte del trabajo y debate sano de sectores civiles con ideas diferentes, como es el Grupo Promotor y sus aliados. Mucho me temo que a veces olvidamos que lo que hacemos, pensamos o decimos será conocido abiertamente, tal como lo explica la fe cristiana en Navidad, en el Día de la Transparencia Universal, ese momento en el que cada cual, a solas ante el único Juez Insobornable y en el día del Fin de los Tiempos, nos situemos en silencio ante las grandes preguntas: ¿Qué has hecho? ¿Cuánto has amado?
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