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2010/12/26

LPG-Una Navidad diferente...

Es tiempo de Navidad. Amanezco llena la imaginación de los sabores, olores y música propios de estas fiestas familiares. A cada momento repito: gracias a Dios por todas las bendiciones en este año difícil... y me deleito con el video sugerido por mi querida amiga Nuria Chinchilla, para aprender a agradecer en más de 25 idiomas y de 80 maneras distintas cada cosa recibida. (Puede verlo en http://blog.iese.edu/nuriachinchilla/, preparado por un genio del coaching, Guillermo Echevarría)

Escrito por Kalena de Velado.26 de Diciembre.Tomado de La Prensa Gráfica.
 

La celebración navideña es para regocijarse por el nacimiento del Hijo de Dios encarnado, el niño Jesús. El mundo entero se detiene a contemplar este momento y se une a las festividades cristianas aun sin entender el verdadero sentido, pero comprendiendo que su mensaje sencillo es una invitación la solidaridad y a que estamos en época de perdonar.

¿Qué significa decirle a alguien: “te perdono”? De acuerdo con la Dra. Jutta Burggraf, perdonar es un arte. Significa que renuncio a la revancha y a devolver ojo por ojo a quien me daña. Al perdonar, “es evidente que reacciono ante un mal que alguien me ha hecho; actúo, además, con libertad; no olvido simplemente la injusticia, sino que renuncio a la venganza y quiero, a pesar de todo, lo mejor para el otro” (Jutta Burggraf).

Aprender a perdonar comporta, como mínimo, dos cosas. “Una es aceptar y entender al agresor. Esto no significa justificar algo que puede ser terrible; significa no derivar la experiencia de la agresión en odio al agresor, sino en entender al que hace el mal como persona, incluso en su malicia. La segunda es todavía más difícil; es entender que la propia vida o la de los míos entra también en el ámbito del mal, que todos navegamos en la misma nave. Para el Evangelio, perdonar comporta en su raíz aceptar también el propio pecado. Ambas cosas son posibles solo en el ámbito de una experiencia, la del perdón de Dios, al otro y a mí mismo. Saberse ya perdonado es el único clima que hace capaz al hombre de dar estos dos pasos; entender al que hace el mal y aceptar las propias negatividades, sin negarlas...” (Jutta Burggraf).

“Si uno se acostumbra a callarlo todo, talvez pueda gozar durante un tiempo de una aparente paz; pero pagará finalmente un precio muy alto por ella, pues renuncia a la libertad de ser él mismo. Esconde y sepulta sus frustraciones en lo más profundo de su corazón, detrás de una muralla gruesa, que levanta para protegerse. Y ni siquiera se da cuenta de su falta de autenticidad. Es normal que una injusticia nos duela y deje una herida. Si no queremos verla, no podemos sanarla. Entonces estamos permanentemente huyendo de la propia intimidad (es decir, de nosotros mismos); y el dolor nos carcome lenta e irremediablemente... Un dolor oculto puede conducir, en ciertos casos, a que una persona se vuelva agria, obsesiva, medrosa, nerviosa o insensible, o que rechace la amistad, o que tenga pesadillas... Perdonar es un acto libre que elige no actuar con venganza. El odio provoca la violencia, y la violencia justifica el odio. Cuando perdono, pongo fin a este círculo vicioso; impido que la reacción en cadena siga su curso. Entonces libero al otro, que ya no está sujeto al proceso iniciado. Pero, en primer lugar, me libero a mí mismo. Estoy dispuesto a desatarme de los enfados y rencores. Afrontar un sufrimiento de manera adecuada es la clave para conseguir la paz interior.”

¡Feliz Navidad! Que el Niño Dios nazca en su familia y en su corazón.

Una Navidad diferente...

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