LPG-Editorial-En un mundo cambiante es vital evolucionar a tiempo

 Todo está en que nos apuntemos todos a la construcción evolutiva, empezando por los liderazgos políticos, económicos y sociales, sin distingos ideológicos o de intereses.

Escrito por Editorial.29 de Diciembre. Tomado de La Prensa Gráfica. 

 

Venimos de un tiempo en que las ideas parecían cristalizadas en idearios presuntamente intocables. Era la época de las ideologías consagradas, incompatibles y en consecuencia excluyentes, bajo aquel principio perverso que es la consigna de todas las guerras, militares o políticas: hay que destruir al “enemigo” para poder sobrevivir. Nosotros, los salvadoreños, llevamos esa consigna malévola al extremo de la eliminación fratricida, y por fortuna histórica que nunca deberíamos de cansarnos de agradecerle a la historia o a la Providencia, y de seguro más bien a las dos juntas, logramos salir de la trampa mortal por medio de un entendimiento reconciliador, cuya construcción en los hechos aún estamos haciendo, con muchas dificultades y obstáculos, pero de manera evidentemente progresiva.

Una vez que se derrumbó el comunismo en Europa, empezó a modificarse el panorama global. En un principio, muchos creyeron que el capitalismo, tal cual venía practicándose, quedaba con una credencial absoluta para hacer lo que le viniera en gana. Así surgió el neoliberalismo, que dos décadas después hizo crisis global, como pudimos verlo y sentirlo todos a partir de 2008. Hoy existe una gran necesidad de replantear idearios, ya no excluyentes sino complementarios. La libertad individual –no el egoísmo exacerbado– está en la primera línea, y eso es el mejor augurio de tiempos más humanos, que requerirán desde luego grandes dosis de compromiso y de creatividad. Y como siempre que la libertad levanta cabeza, es preciso multiplicar todas las vigilancias para preservar y estimular su avance.

Evolucionar a tiempo es ley básica del éxito, en cualquier actividad, tiempo o ambiente. Los casos en que esa ley ha sido sistemáticamente transgredida son patéticos y aleccionadores, como el caso de Cuba, que hoy, en la confusa andadura de una transición desde hace tiempos inevitable, tiene que decir, por boca de su “líder” artificial del momento: Si no cambiamos, nos hundimos. Y eso se dice cuando el barco de una revolución estancada y oxidada hace agua por los cuatro costados. Y aquí caemos en la famosa palabra “cambio”, que tanto se usa para adornar discursos y ofrecer ilusiones. El cambio que siempre se necesita no es un planteamiento ocasional, coloreado de intereses personales o sectoriales: es el cambio evolutivo, el dinamismo de la adaptación constante, la transformación de la realidad a partir de sí misma.

Nosotros, los salvadoreños, que venimos “de donde asustan”, no tendríamos por qué asustarnos por los ejercicios naturales de la evolución. Tenemos hoy una prueba en marcha, que es la alternancia en el ejercicio del poder político, y en nuestra experiencia acumulada hay suficientes recursos creativos para pasar esta prueba con nota satisfactoria y aun sobresaliente. Todo está en que nos apuntemos todos a la construcción evolutiva, empezando por los liderazgos políticos, económicos y sociales, sin distingos ideológicos o de intereses.

No nos perdamos en disputas de esquina ni en complicaciones de salón. Lo esencial es que el país continúe edificando la racionalidad que arrancó en los acuerdos de paz; y que dicha edificación sea suficiente para albergarnos a todos en la casa común, que es esta Patria a la que nos debemos sin reservas. La democracia es el vehículo insuperable para hacer bien el trayecto e ir arribando a estaciones seguras. Garantizar la democracia es asegurar la buena evolución.

En un mundo cambiante es vital evolucionar a tiempo