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2010/12/29

LPG-¿Algún cambio para el 2011?

 Lo que los salvadoreños necesitamos son condiciones apropiadas para salir adelante por nuestros propios medios. 2011 debe ser el año de la seguridad y el empleo.

Escrito por Joaquín Samayoa.29 de Diciembre. Tomado de La Prensa Gráfica. 

 

Los aniversarios del gobierno salvadoreño se cumplen en medio de una intensa rutina económica, política y social; siempre con alta probabilidad de que el presidente y sus colaboradores estén concentrados atendiendo alguna de las crisis recurrentes que ocurren por falta de soluciones duraderas y respuestas eficaces a los problemas y necesidades de la población. El fin del año calendario, en cambio, ofrece una pausa y una mejor oportunidad para rectificar rumbos y pensar acciones de mayor impacto.

Los informes de fin de año que suelen divulgar los titulares de las instituciones públicas nunca son siquiera mínimamente honestos. Son elaborados cuidadosamente con el único propósito de verse bien, lo cual requiere encubrir errores y magnificar lo que pueda presentarse como acierto, aunque no lo sea. Generalmente son informes de gastos y acciones, nunca de resultados. Son informes autocomplacientes que ensalzan la mediocridad y en nada ayudan al país a funcionar mejor, menos todavía a superar gradualmente los problemas estructurales.

El país funciona más o menos bien. Ahí nos quedamos. Lo más grueso del gasto y de los esfuerzos en las instituciones públicas se invierte en sostener ese nivel básico de funcionalidad: mantener abiertas las escuelas, clínicas y hospitales, cobrar impuestos, decretar leyes y ordenanzas, procesar expedientes judiciales, capturar delincuentes y remendar algunas calles y carreteras. Con eso se evita que el país colapse y se hace más o menos posible la convivencia social. Y, como estamos acostumbrados a vivir en la oscurana de la caverna de Platón, con las sombras se dan por satisfechos los gobernantes y toda la gente que aprueba su gestión. Esto siempre ha sido así. La única diferencia es que esta vez se nos había prometido un cambio real.

El fin de año debiera ser ocasión de autocrítica para todos los funcionarios públicos, desde el presidente y sus ministros hasta el alcalde del más pequeño poblado, pasando por diputados, jueces, fiscales, policías y directores de escuelas y hospitales. Debiera ser ocasión de autocrítica, sobre todo, para los dirigentes de los partidos políticos, responsables directa o indirectamente de todas las elecciones y nombramientos de funcionarios y empleados públicos, así como de las leyes que promueven o frenan el desarrollo.

La pausa de fin de año también debiera servir para zarandear la conciencia cívica y moral de los propietarios y editores de medios de prensa, los cuales en la alternancia política están mostrando, con pocas y muy honrosas excepciones, más afinidad y compromiso con el poder que con una ideología o con el futuro del país.

En lo que concierne a los partidos políticos y al poder legislativo, lo que tienen entre manos en estos días es de importancia trascendental. Con la complicidad de los medios informativos, han tendido una cortina de humo para ocultar tras el debate sobre candidaturas no-partidarias la reforma verdaderamente crucial para el sistema político. De la forma como regulen la votación por los candidatos partidarios a diputaciones dependerá que sigamos anclados en la partidocracia o le demos una verdadera oportunidad a la democracia. El día que solo puedan ser electos diputados los candidatos que merecen la confianza de la gente empezará a ser posible una verdadera rendición de cuentas y emanarán de la Asamblea Legislativa las decisiones buenas para el país y no las que solo son convenientes para las cúpulas de dirección partidaria. Ese es uno de los principales desafíos en el año que está por comenzar.

La otra reforma de ley crucial para consolidar la democracia es la que debe hacerse atendiendo la resolución de la Sala de lo Constitucional de la CSJ pero estableciendo y protegiendo todas las condiciones necesarias para el ejercicio pleno de la libertad de expresión. La responsabilidad nunca ha estado ni debe estar reñida con la libertad.

Por su parte, el gobierno central también tiene mucho en qué pensar. Ha privilegiado hasta ahora las políticas asistencialistas, pero no ha atinado a hacer lo necesario para impulsar con lucidez y firmeza el desarrollo económico y social. Los subsidios y los paliativos pueden ser transitoriamente necesarios, pero lo que los salvadoreños necesitamos son condiciones apropiadas para salir adelante por nuestros propios medios. 2011 debe ser el año de la seguridad y el empleo.

¿Algún cambio para el 2011?

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