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2010/12/27

Co Latino-Como le conocí | 27 de Diciembre de 2010 | DiarioCoLatino.com - Más de un Siglo de Credibilidad

 Carlos Edmundo Novoa. 27 de Diciembre. Tomado de Diario Co Latino.

Corrían los finales de los treinta del Siglo pasado. San Miguel vivía apacible a pesar que se daba el inicio de la segunda Guerra Mundial y se rumoraba que los alemanes nos invadirían, por lo que más tarde recibiría instrucción militar y nos hacían desfilar a los estudiantes de secundaria, con armamento obsoleto del Regimiento Departamental.
La diversión cultural tenía lugar en el antiguo Teatro Nacional símbolo arquitectónico de la ciudad, que se acomodaba para representaciones de operas y operetas de la Compañía Encanto, de los que disfruté de las conocidas obras de la Duquesa de Baltabarín, el Conde de Montecristo, la Tosca, el Barbero de Sevilla y otras obras teatrales, que por una semana o quince días nos calmarían el estrés que nos causaba el hundimiento del submarino alemán en la bahía de Montevideo.
Así también nos exhibían películas argentinas, u orquestas de gran renombre de los países del sur, recítales de cantantes o declamadores de poesías, y así corrían los primeros años de los cuarenta y en las carteleras de tela que colgaban de los postes del alumbrado, se publicita que se presentaría un recital de un poeta migueleño por lo que me llamó la curiosidad de irlo a escuchar lo que me hubiera lamentado no haberlo presenciado, porque conservo el recuerdo agradable de aquel recital espectacular que comenzaba con el anuncio de la primera llamada con el escenario y el local a plena luz, después vendría la segunda llamada, con menos luz y a la tercera llamada quedaba toda la gran sala en penumbra y de pronto un rayo de luz de un lánguido reflector iluminaba parcialmente el vetusto escenario en donde se encontraba el personaje en una reverencia cortesana pronunciado los versos de su poesía: “permitidme condesa que os anude la liga quiero daros la muestra de mi humilde homenaje” y terminaba su soneto de “Capricho Galante” y “me olvide de la liga y en el muslo sedeño se posaron mis labios con un beso felino” dicho chasquido resonó en todo el auditorio, que le acallaba con un estruendoso aplauso, que le hizo permanecer en reverencia hasta que se acabara el interminable reconocimiento de aquel respetable que lo escuchaba con ansiedad y que lo esperaba para el siguiente poema que resulto ser el del padre que le dice a Margarita: “te voy a contar un cuento” y aquella noche hasta percibimos “desfilar 400 elefantes a la orilla del mar”.
En realidad estábamos ante un declamador que transmitía telepatía colectiva para estar en medio de lo tridimensional que transportaba al público que hacía temblar las instalaciones del rancio edificio y ya más tranquilo del bienestar al que nos había sometido, aparece a la escena el gitano recitando “y que yo me la lleve atrio creyendo que era mozuela pero tenía marido” el espectador queda boquiabierto al verlo estremecerse lujuriosamente cuando nos recita: “sus muslos se me escapaban como peces sorprendidos, la mitad llenos de frío” y cuando termina como un verdadero gitano señorón, con un “no quise enamorarme porque teniendo marido me dijo que era mozuelo cuando la llevaba al río”; era espectacular, la muchedumbre lo premiaba con ensordecedores aplausos y para calmarnos nos recitó “ya viene el cortejo, ya se oyen los claros clarines” y siguió con la marcho triunfal de su ingenio; después de varios poemas famosos se quiere despedir de su querida ciudad con “te evoco alba ciudad de años ausentes, cuando en palotes de ilusión primeros fui escribiendo mis versos inocentes a la cálida luz de tus luceros”; la romántica ciudad de sus abuelos no lo quiere despedir, no solo aplaude sino que zapatea sonoramente sobre el piso del entarimado de madera y como no lo dejaban partir ante la ruidosa ovación terminaría con un verso a “la Virgen de la Paz de su ciudad que siempre estaría de pie” golpeando con un estruendoso zapatazo el entarimado del afortunado escenario, el famoso Marques de Brandomín como los apodaban los congéneres poetas de su tiempo, al insigne migueleño, salvadoreñísimo escritor, orador, poeta y diplomático don LISANDRO ALFREDO SUÁREZ.

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