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2010/12/29

LPG-Sociedad bipolar

El Trastorno Bipolar es una patología psiquiátrica caracterizada como cambios abruptos en el estado de ánimo de los pacientes, transitando de la depresión a la euforia; este fenómeno antagónico, como metáfora sociológica, explica muy bien lo que sucede en nuestro paisaje contemporáneo.

Escrito por Óscar Picardo Joao.29 de Diciembre. Tomado de La Prensa Gráfica. 

 

A nivel político, se mantiene la tensión duélica y absurda entre el gobierno y el empresariado, entre el FMLN y ARENA, entre la izquierda y la derecha; sean temas económicos, políticos, sociales o culturales no se puede llegar a un consenso “mínimo”. Declaraciones vienen y van, en un tono amenazante y contestatario, haciendo predominar los caprichos e intereses de cada grupúsculo. Mientras tanto, el país va al garete, sin futuro, sin rumbo, y los dirigentes y pseudolíderes dedicados a “apagar incendios” cotidianos en los medios de comunicación, muchos de los cuales caen en la trampa ideológica y se suman al tren bipolar de políticos y empresarios.

A nivel social, la gente ya no sabe a quién creer; pastores, políticos, gobernantes y empresarios jugando con sus verdades a medias; entre las falsas estadísticas de la criminalidad, los toques de queda de las maras o las pseudomedidas de los diputados (leer la biblia, las cachiporristas, los chalecos para motociclistas, interpelar al presidente del BCR, etc.) la gente no sabe dónde está parada y va perdiendo la confianza. Mientras tanto nos hacemos más violentos, más intolerantes, más anárquicos y más consumistas: te pueden pegar un balazo por un puesto de estacionamiento o te pueden quemar en un microbús porque el dueño no pagó la “renta”...

A nivel económico, el debate es más agrio y hay más preguntas que respuestas: ¿habrá crecimiento o reforma fiscal?, ¿dolarización versus enfermedad holandesa?, ¿impuestos al gran capital para seguridad?, ¿declaración y control patrimonial?, ¿cómo va a funcionar el control del subsidio a las gas propano?, ¿vale la pena seguir subsidiando a los buseros?, ¿cómo funciona la fórmula para el control de precios de los combustibles?, ¿aún existe la partida secreta?, ¿hubo o no corrupción en la Diego de Holguín?, ¿quién tiene razón en las licitaciones de compra de medicinas?, entre muchas otras; pero lo triste es que no hay respuestas diáfanas, con datos y argumentos, solo son pleitos entre caudillos.

Todo es blanco o negro, no hay tonalidades de gris; algunos que ayer fueron revolucionariamnte de izquierda hoy son de derecha, y viceversa; puedes cambiar de ideología o de partido como cambiarse de ropa, y no pasa nada, nuestra democracia lo tolera todo; puedes navegar sin visa desde el aparato gubernamental a los medios de comunicación, de ida y vuelta, y se ve normal como parte de la movilidad del talento humano. La academia sigue patinando en el mismo charco: docencia poco prestigiada, graduando administradores de empresas y abogados a lo loco, un tantito de investigación social, mucha imagen y buen negocio. El sueño de la mayoría de jóvenes no está aquí, sino en Estados Unidos. Seguimos abriendo centros comerciales, y también seguimos con las reformas institucionales pendientes.

La historia y la verdad también padecen del trastorno bipolar; aún no sabemos con certeza quién asesinó a Roque Dalton, Mons. Romero o a los jesuitas; no se ha logrado identificar públicamente a un general o comandante guerrillero como responsable de tan solo un asesinato de los 70,000 muertos de la guerra civil, tampoco sabemos dónde está Majano ni por qué no deportan al ex diputado Silva; ni conocemos los secretos de los grandes escándalos económicos y políticos de las últimas décadas, solo algún golpe colateral de algún fulano no alineado o que estorbaba políticamente.

Solo nos van quedando algunos milímetros de esperanza, y la necesidad urgente de un proyecto de país, en donde estemos de acuerdo en al menos un objetivo.

Sociedad bipolar

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