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2010/12/25

:: OBSERVADOR POLÍTICO - El impuesto a la banca lo pagaremos todos

 25 de Diciembre. Tomado de El Diario de Hoy.

Parece que los diputados del Frente y de su partido apéndice, Gana, no consideran las implicaciones de las leyes que aprueban. Por instrucción del Presidente y solicitud del Ministro de Hacienda, la semana pasada el FMLN, Gana y PCN impusieron impuestos a los préstamos internacionales que reciban los salvadoreños, empresas, y banca nacional.

Este incremento en el costo del dinero se traducirá en intereses más altos en el país, golpeando el bolsillo de los salvadoreños y frenando aún más la economía. Además este inconsulto e imprevisto cambio en las reglas de juego sólo suma a la desconfianza que este gobierno siembra en los posibles inversionistas locales y extranjeros. ¿De qué sirve pedirles a los empresarios que inviertan en el país si los actos del gobierno motivan lo contrario? La banca es rentable en todo el mundo, y así debe ser. Los bancos guardan nuestros ahorros y, si pierden dinero, se pierden los ahorros. En todos los casos, los costos que imponen los gobiernos a la banca son trasladados a los consumidores. Sean los costos regulatorios razonables o excesivos, sea un impuesto lógico o ilógico, éstos son trasladados a los usuarios. El que no tiene claro esto es porque vive en otro planeta o porque falta este capítulo en el manual del Socialismo del Siglo XXI. Los banqueros, inversores y empresarios grandes o pequeños aplican la lógica empresarial y crean y administran sus negocios para generar bonanza para ellos y sus socios. Al hacerlo, generan empleo y desarrollo en el país donde operan. En ninguna parte celebran nuevos impuestos, pero igualmente en ninguna parte dejan de trasladarlos a los consumidores. No hay almuerzo gratis; si un negocio paga más impuesto, lo traslada a sus clientes. Lo más absurdo de la nueva ley es que impone una retención (impuesto) del 20% a créditos entre partes relacionadas. Es decir, un crédito que un banco extranjero le da a su subsidiaria en el país al 6%, en realidad le cuesta 7.5%, por que este tiene que retener el 20% del monto, 1.5%, y entregarlo a Hacienda. El banco extranjero le cobra al local 7.5%, pero recibe únicamente 6% neto. El incremento en el costo de fondos el banco local lo traslada a sus clientes, como es natural. Además de encarecer los créditos innecesariamente, también castiga una de las formas más eficientes de financiamiento que los bancos internacionales usan: prestarse dinero entre sí. Ahora cuando un banco local reciba un préstamo de su casa matriz en EE.UU., Canadá, o Colombia se pagará impuesto tres veces.

El banco que prestó el dinero paga impuesto en su país, el banco local retiene intereses y los entrega a Hacienda, y luego el banco local paga impuesto sobre la renta por los ingresos percibidos de los créditos que coloca con el dinero prestado. Posiblemente no le explicaron las implicaciones ni al Presidente ni a los legisladores, pero si este decreto se convierte en ley, todos pagaremos más intereses por nuestros préstamos. No hay que ser muy letrado para entender que si los intereses suben, habrá menos inversión, menos construcción, menor actividad agrícola, menos compra de viviendas, menos comercio y menos empleo. El gobierno ha creado un impuesto más para todos los salvadoreños, con la diferencia que los recaudadores son los bancos locales. Aunque la ley dice que el impuesto es para la banca extranjera, quien cobra, retiene, y le pasa el dinero a Hacienda son los bancos locales, quienes a su vez le pasan la factura a sus clientes. Los diputados del FMLN y Gana nos mienten o están equivocados al decir que la población no saldrá afectada por la medida “porque son bancos y no son domiciliados en El Salvador”. Este impuesto lo vamos a pagar todos los salvadoreños, ricos y pobres. Este es un ejemplo de otra pésima ley aprobada por la actual Asamblea Legislativa, cuyos diputados votaron sin transparencia, sorpresivamente, sin un abierto debate sobre las ventajas y problemas de la propuesta y sin consultar con los conocedores del tema.

El Presidente y su gabinete hablan de transparencia, de consenso, y de pactos pero en realidad su actuación es obscura, intransigente e impositiva.

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