En Venezuela, como por desgracia comienza a ser una realidad en El Salvador, rige la autocensura al corresponsabilizar a los medios de difusión y a los operadores de Internet por lo que se publica
27 de Diciembre. Tomado de El Diario de Hoy.
La mordaza se amplía para el nuevo año en Venezuela. Después de cerrar RCTV, restringir la labor de periodistas, imponer censuras, cierres y multas, toca ahora el turno a las emisoras radiofónicas y la Internet. Los espacios para la comunicación independiente, profesional, administrada y responsable prácticamente están llegando a su fin; en adelante los venezolanos leerán, oirán y verán lo que Chávez disponga, abriendo paso a los rumores, las noticias alarmistas y los pasquines.
La censura aísla, encierra, coloca vendas sobre los ojos de un país entero, petrifica, ensordece. Chávez intenta esconder las realidades del mundo actual, cerrar puertas y ventanas, meter a los venezolanos en un oscuro calabozo, impedir que se comuniquen, que se actualicen, que sean parte de la dinámica del momento.
Chávez pretende que sus súbditos oigan sólo lo que él les obliga a oír, piensen como quiere él que piensen, actúen como conviene a su régimen. La censura es el paso previo a la domesticación, a condicionar a seres humanos como Pavlov condicionaba a los perros.
En la maratón legislativa última, Chávez se otorgó poderes casi totales, incluyendo la potestad para disolver la Asamblea y, se presume, anular las venideras elecciones. De elecciones manipuladas pasarán ahora a "ruedas de caballitos" y de allí a su anulación total, como se anularon en el bloque soviético y no hay en Corea del Norte ni en Cuba.
En Venezuela, como por desgracia comienza a ser una realidad en El Salvador, rige la autocensura al corresponsabilizar a los medios de difusión y a los operadores de Internet por lo que se publica, se diga y se transmita. En Venezuela queda al criterio subjetivo y antojadizo del régimen determinar si una transmisión, un artículo o una noticia "generan zozobra" o irrespetan a los funcionarios. Con ello los señalamientos, reclamos, denuncias y revelaciones pueden llevar a la cárcel no sólo a las personas que los hacen (y lo hacen ejerciendo una libertad reconocida universalmente), sino también a los editores y dueños de medios.
El profanador de la tumba de Bolívar
La censura es contra todos los venezolanos y contra los profesionales de comunicación, sus organizaciones y sus empresas. Pero también ataca a las noticias e informaciones de otros países, impidiendo que se difundan en Venezuela. Igual a lo que sucede en Cuba y en Corea del Norte.
Volver corresponsables a editores y dueños de lo que otros dicen, publican y declaran, equivale a forzarlos a convertirse en censores, a ser los que silencian a la gente. Como además no hay reglas escritas, como no las pueden haber, con facilidad se cae en extremos y se termina por sacar temas como la corrupción oficial, las calamidades económicas, abusos de funcionarios y desgobierno, de la luz pública.
La luz mata a los microbios; las sombras los propagan.
Bajo una dictadura la crítica abierta, aunque se trate de frases o exclamaciones que surgen de una frustración o porque alguien se desespera, se persigue con toda saña; en Cuba a los opositores los condenan a veinte y treinta años en una cárcel por protestar, criticar o señalar las barbaridades del régimen; hablar peyorativamente del déspota es el equivalente a una blasfemia; en Pakistán hay varios cristianos condenados a muerte por blasfemar "contra Dios".
En Venezuela dios es Chávez, el profanador de la tumba y del nombre de Bolívar.
elsalvador.com :.: Meten a Venezuela en el callejón de tinieblas
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