Muchos dirán que el subtítulo del artículo de Maite Rico del periódico español El País, publicado el martes, es exagerado, otros dirán que la crisis efectivamente existe y que es grave.
Escrito por Ernesto Rivas Gallont.12 de Diciembre. Tomado de La Prensa Gráfica.
Si recordamos las denuncias públicas del FMLN hechas durante la celebración del 30 aniversario de su fundación, sobre un potencial golpe de Estado, cualquiera podría decir que eso no fue una ligereza de lengua, sino una clara advertencia al presidente Funes y entonces la crisis sí es grave.
Pero la verdad es que desde que existen relaciones diplomáticas entre El Salvador y Estados Unidos, hemos acudido a ella en busca de su asesoría o ayuda con nuestros problemas y esto ha sido objeto de un sinnúmero de cables entre el o la jefe de misión y el Departamento de Estado en Washington.
La última campaña política y la llegada de un gobierno de izquierda al poder fue una coyuntura extraordinaria para probar ante las autoridades en Washington que lo que sucedía aquí era importante para las relaciones bilaterales.
Desde que durante la campaña Funes trazó una línea divisoria entre él y el sector duro de su partido, debió haberse imaginado que su decisión no cayó nada en gracia entre quienes lo propusieron para el cargo, que seguramente pensaron que en Funes tendrían un aliado que promovería su propia versión del socialismo del Siglo XXI y no alguien que declarara sus ideales más próximos a Lula, de Brasil, Obama de EUA y Bachelet de Chile, que a Chávez y sus aliados del eje bolivariano.
Una vez en el poder, las diferencias entre ambos se exacerbaron y, sobre todo de parte del FMLN, se hicieron evidentes, hasta que, como por arte de magia, desaparecieron, producto, seguramente, de un pacto de no agresión en público que lo único que promovía era las diferencias políticas entre ellos.
Todo esto pudo haber significado un riesgo agravado para la seguridad del candidato/presidente.
Poco antes de las elecciones, una persona de credenciales incuestionables se me acercó para pedirme que hiciera llegar al candidato Funes una información importante respecto a su seguridad.
La seguridad del candidato estaba entonces a cargo de una empresa propiedad de un alto dirigente del Frente que había organizado para el propósito, cuyos integrantes habían sido, durante el conflicto, jóvenes originalmente miembros de la policía nacional que tuvieron a su cargo soluciones finales.
Este amigo me pidió que le hiciera saber a Funes que no estaba protegido de la manera, ni por las personas más adecuadas, y que sería aconsejable buscar otro escudo protector que le ofreciera mejores garantías.
A pesar de que nuestra relación personal con el candidato, y antes con el periodista, no había sido más que casual, aunque amistosa, logré contactarlo y nos reunimos. Funes escuchó intensamente la información que contenía retazos verificables para confirmar su autenticidad, pero no hizo ningún comentario. Hablamos sobre seguridad largo rato y entre ello, le referí cómo el presidente Duarte había acudido a su amigo Luis Herrera Campins, entonces presidente de Venezuela, para que le ayudara en el tema de seguridad personal y que de esa manera logró organizar un mecanismo muy seguro para su protección.
No sé qué resultó de nuestra plática, pero llama la atención que más tarde, ya siendo presidente, haya enviado mensajeros a la embajada americana gestionando asistencia.
La preocupación de Funes por las diferencias con los líderes ortodoxos y el jefe del Organismo de Inteligencia del Estado (OIE) no son producto de la imaginación del presidente o sus colaboradores. Lo que sí son es motivo de preocupación para quienes buscamos un El Salvador democrático y en paz.
Lea más detalles sobre lo ocurrido, hoy en mi blog, http://blog.netorivas.net
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