Cristina López G.26 de Diciembre.Tomado de El Diario de Hoy.
El último madrugón legislativo del año nos dejó, además de la inesperada introducción de puntos de agenda, que antes no estaban en discusión, la anunciada eliminación del "drawback". Objetivamente, la medida es aplaudible, porque es de las pocas que realmente contribuye a inyectar austeridad al desbocado gasto gubernamental.
Sin embargo, encontró resistencia de diversos sectores y gremiales, además de una férrea oposición por parte de ARENA, el partido que, por lo menos en estatutos, defiende las libertades (a pesar de que el "drawback" tiene todo de mercantilista y nada de liberal).
Oponerse a la eliminación del "drawback" puede justificarse como la defensa de un interés clientelista por parte del empresariado, y por parte de ARENA, como una postura de oposición, que analiza las políticas sólo en base a quienes las proponen y no estudiando los resultados que se esperan alcanzar con ellas.
Pero sustentar la oposición a la eliminación del "drawback" como defensa del libre mercado es tan inconsistente y contradictorio como bombardear una ciudad con el fin de alcanzar la paz. Se argumenta que el "drawback" es bueno para los mercados, porque ayuda al empresario salvadoreño a ser más competitivo, a generar más empleos y a reavivar nuestra enferma economía. Se dice que es justificable tener este empujón porque en comparación a otros gigantes de las grandes ligas, los exportadores salvadoreños son menos competitivos.
Sin embargo, al hacer este análisis se dejan fuera las razones por las que somos menos competitivos, o los orígenes de la enfermedad que se pretende sanar con la curita del "drawback": el hecho de que la empresa privada salvadoreña sea menos competitiva no está relacionado con el factor de que sea más pequeña en territorio y recursos, si no con que es menos eficiente: gasta más que otras en energía por las desordenadas políticas de distribución y generación, usa menos tecnología porque está menos capacitada que otras, es más lenta porque brinca más obstáculos burocráticos de trámites que otras, produce menos gastando más porque debe contemplar un alto porcentaje de sus costos para vigilancia, seguridad privada y protección de sus instalaciones y activos.
Los impulsos gubernamentales a la exportación y productividad del sector privado deberían ser políticas que garanticen la seguridad pública, el tipo de inversión en capital humano y tecnología de primer mundo; esto llevó a la India a ser una de las economías más pujantes del mundo, la simplificación de trámites burocráticos y el fortalecimiento del Poder Judicial: para asegurar que se cumplen contratos y que el incumplimiento de leyes trae consecuencias que se cumplen.
El "drawback" atenta contra la justicia, porque no es justo que los no exportadores con sus impuestos costeen parte del riesgo a los emprendedores que escogen libremente el rubro de la exportación. Si los exportadores salvadoreños quieren que se les tome en cuenta como competidores de las grandes ligas del comercio internacional, deben jugar limpio y sin trampas. La mejor manera de igualar el terreno de juego, es siguiendo la recomendación de eliminar el "drawback", que la OMC ha tildado de "distorsión al libre comercio".
Lo que los opositores deben recordar, es que la libertad de los mercados no se puede defender sólo cuando el gobierno pretende introducir regulaciones o aumentar impuestos: si de lo que se está a favor es de la libertad, entonces también hay que oponerse a la intervención, aunque venga en forma de ayuda y aunque oponerse implique eliminar un beneficio clientelista. Es cuestión de consistencia.
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