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2010/12/27

EDH-Mi deseo para la educación en esta Navidad

 Helga Cuéllar-Marchelli.27 de Diciembre. Tomado de El Diario de Hoy.

Recordar el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo me llena de alegría y optimismo. Este es un buen tiempo para agradecer y pedir a la divinidad que conceda no sólo los deseos de mi corazón, sino también haga realidad los anhelos más importantes en la vida de quienes me rodean.

Esta época del año es, además, una oportunidad muy singular para hacer visible la infinidad de lazos que tengo con mi familia, amigos, colegas y usted, amigo lector, a quien le agradezco mucho encontrarse conmigo a través de esta columna editorial.

Esta semana alguien me preguntó cuál era mi deseo para la educación en esta Navidad. La verdad, nunca había pensado en eso; pero, me pareció que ya era tiempo de hacerlo. Entonces me pregunté: "¿cómo debe de importar la Navidad en la vida de aquellos que toman decisiones acerca de la educación en el país?".

El milagro de la Navidad deja lecciones profundas sobre cómo enfrentar uno de los principales desafíos de la educación salvadoreña: elevar la política educativa pública a política de Estado. Alcanzar metas como ampliar la equidad en el acceso a las escuelas y elevar significativamente la calidad requiere acciones prolongadas y sostenibles en el tiempo. Esto no es cuestión de un período de gobierno, sino de muchos años. Por eso es fundamental lograr consensos mínimos y definir una política de Estado para este sector.

La educación es un esfuerzo de colaboración entre distintos actores: docentes, directores, padres de familia, técnicos, etc. Quienes pueden hacer la diferencia en la búsqueda de una política de Estado en educación, son aquellos actores que están dispuestos a encontrar consensos mínimos y son capaces de tolerar respetuosamente los disensos. ¿Y qué tiene esto que ver con la escena del nacimiento de Jesucristo?

Quienes trabajamos por mejorar la educación podemos aprender sobre los valores y mensajes que encierra la Navidad. Si queremos hacer la diferencia debemos seguir el llamado personal a buscar el bien, como lo hicieron los pastores cuando el ángel les anunció el nacimiento del hijo de Dios y se lanzaron al camino en su búsqueda. Debemos ser como los sabios, aceptando nuestras limitaciones y cosechando generosidad, tal como lo hicieron los Reyes Magos.

La historia cuenta que ellos regalaron oro, incienso y mirra. Símbolos para recordar que debemos poner inteligencia, corazón y voluntad en todo lo que hagamos por la educación y la construcción de un futuro provechoso para nuestra nación. Gran tarea tenemos queriendo imitar a José, quien a pesar del desconcierto que le provocó saber que María tendría un hijo siendo virgen, atendió el llamado de Dios con obediencia. José superó su temor a lo incierto porque creyó en la grandeza de los frutos que son producto del amor.

En el país, hay algunos que afirman tener un plan de educación pensado para cien años sin haber sido consultado ampliamente. Otros están dispuestos a asumir el reto de definir una política de Estado en educación que sea representativa. A veces pareciera imposible alcanzar acuerdos, pero esto debe ser una obligación práctica y moral por el bien común. En la escena navideña, María facilita la vida y nos invita a tener fe en lograr aquello que parece imposible.

Mi deseo para la educación en esta Navidad es que seamos ejemplo en la práctica de la confianza, tolerancia, respeto y solidaridad para determinar conjuntamente el rumbo de la política educativa de mediano y largo plazo. Y mi deseo para usted, amigo lector, es que el próximo año le traiga mucha prosperidad, amor y comprensión. Dios bendiga siempre su trabajo y conceda los deseos de su corazón. ¡Feliz Navidad!

elsalvador.com :.: Mi deseo para la educación en esta Navidad

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