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2010/12/26

LPG-¡Feliz Año Nuevo!

 Una sonrisa cuesta poco y produce mucho. No empobrece a quien la da y enriquece a quien la recibe.

Escrito por Ernesto Rivas Gallont.26 de Diciembre.Tomado de La Prensa Gráfica.

En la antigua Grecia, Sócrates era ampliamente admirado por su sabiduría. Un día el gran filósofo se encontró con un conocido, quien se le acercó y le dijo: “Sócrates, ¿sabes lo que vengo de oír de uno de tus estudiantes?”

“Un momento”, Sócrates respondió, “antes de decirme, quiero que pases la siguiente prueba; se llama, la Prueba de Tres”. “Antes de hablarme de mi estudiante, tomemos un momento para someter a la prueba lo que me vas a decir. La primera es la verdad. ¿Estás absolutamente seguro de que lo que me vas a decir es verdad?”

“No”, respondió el hombre, “a decir verdad, hace solamente un momento que lo escuché”.

“Muy bien”, dijo Sócrates. “Así es que no sabes si es verdad o no. Veamos la segunda prueba, la de lo bueno. ¿Lo que me vas a contar es algo bueno?”

“No, por el contrario...”

“Entonces”, continuó Sócrates, “me quieres contar algo malo respecto a mi alumno, a pesar de no estar seguro que es verdad”.

El hombre encogió los hombros, apenado.

Sócrates continuó. “Todavía puedes aprobar la prueba, porque hay un tercer filtro, el de la utilidad. Lo que me quieres decir acerca de mi estudiante me será de utilidad”.

“Bueno ... en realidad...”

“Bien”, concluyó Sócrates, “si lo que me quieres decir no es verdad, ni bueno, ni útil, ¿para qué sirve que me lo digas?”

El hombre se sintió derrotado y avergonzado.

Esta, amigos míos, es la razón porque Sócrates era un gran filósofo y se le tenía en tan alta estima; también explica por qué nunca se enteró que Platón le ponía los cuernos.

Señor, te pido: sabiduría para entender a mi hombre; amor para perdonarlo; paciencia con sus malos actos y bondad para tratarlo con ternura. Porque, Señor, si te pidiera fuerzas, ¡lo mato a patadas!

Un diputado de la localidad y miembro de la comunidad fue invitado para la presentación del regalo al cura que se retiraba y hacer un breve discurso.

El diputado se tardó en llegar por lo que el sacerdote decidió dar unas palabras él mismo para llenar el tiempo. “Mi primera impresión de la parroquia la tuve con la primera confesión que me tocó escuchar. Pensé que el obispo me había enviado a un lugar terrible, ya que la primera persona que se confesó me dijo que se había robado unos escritos originales muy antiguos, había recibido sobornos de empresarios poderosos, había tenido aventuras sexuales con la esposa de un colega. También en ocasiones se dedicaba al tráfico y a la venta de drogas. Y para finalizar, confesó que le había transmitido una enfermedad venérea a una prima”.

“Me quedé asombrado, estupefacto. Pero conforme fueron transcurriendo los días fui conociendo a más gente que no era para nada semejante a este hombre... Es más, viví la realidad de una parroquia llena de gente responsable, con valores, comprometida con su fe y así he vivido los 25 años más maravillosos de mi sacerdocio”.

Justo en este momento llegó el diputado, por lo que se le dio la palabra para la presentación del regalo de la comunidad. Por supuesto que pidió disculpas por llegar tarde y empezó a hablar diciendo: “Nunca se me va a olvidar el primer día que llegó el padre a nuestra parroquia. De hecho, tuve el honor de ser el primero que se confesó con él”. Moraleja: la puntualidad es privilegio de reyes.

¡Feliz Año Nuevo a todos y todas! ¡Gracias por regalarme con su amistad y leerme!

Sonría más hoy en mi blog, http://blog.netorivas.net

¡Feliz Año Nuevo!

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