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2010/12/10

EDH-La disolución del poder

 Manuel Hinds.10 de Diciembre. Tomado de El Diario de Hoy.

Cuba está dando señales cada vez más claras de que va rumbo a una desintegración que será tan catastrófica como la de la Unión Soviética en términos políticos, económicos y sociales. Sólo en una dimensión puede esperarse que el cataclismo de Cuba será más benigno que el de la Unión Soviética: diferente de esta última, Cuba no parece que va a partirse en varios países. En todo lo demás, la desintegración de Cuba será más acentuada porque mientras la economía soviética era bastante diversificada y sofisticada en algunos sectores, la de Cuba es increíblemente primitiva.

Las personas que el gobierno cubano va a despedir a partir del primero de enero estarán abandonadas a su suerte en una economía para la cual nunca fueron preparadas y que no tiene conexiones claras con la economía estatal que todavía seguirá predominando. De allí en adelante, la caída del régimen será rapidísima, tanto que la gente se sorprenderá de lo rápido que el viejo poder desaparecerá, como se sorprendió cuando cayeron el Muro de Berlín y la Unión Soviética a una velocidad vertiginosa.

¿Cómo es que tiranías tan terribles como la Unión Soviética han podido mantenerse por tanto tiempo y caer súbitamente, como se derrumba una casa?

La respuesta corta a esta pregunta es que el poder de un gobierno depende de que la gente piense que tiene poder. Eso es lo que hace que la gente obedezca sus órdenes y cumpla con sus exigencias. Esta creencia puede generar un poder formidable, ya que si todas las personas en la sociedad creen que el gobierno tiene poder, cualquier persona que quiera desobedecer se verá rodeada inmediatamente por todos los demás, que no se atreverán a ponerse de su lado aunque crean que sería justo hacerlo. El poder se comienza a desmoronar cuando varias personas empiezan a dudar de dicho poder, y comienzan a retarlo, y comienzan a convencer a otros de que el viejo poder que los aterrorizaba en el pasado ya no tiene la fuerza para seguirlos esclavizando.

Esto fue lo que pasó con el Muro de Berlín. Por muchos años, los guardas del Muro disparaban a matar a las personas que quería saltárselo y detenían violentamente a las que trataban de pasar al Berlín Occidental escondidas por los pasos oficiales. Viendo la eficiencia con la que mantenían atrapada a la población del Este uno podía pensar que éstos jamás podrían salir de dicha sección. Pero en 1989 los signos de la decadencia del régimen comunista ya eran múltiples y se estaban acelerando. Igual que ahora pasa en Cuba, la economía iba en picada, el gobierno de Alemania del Este ya no podía pagar sus gastos, y la desobediencia social estaba aumentando exponencialmente. Poco a poco la gente fue probando si podía tomarse algunas libertades, y al darse cuenta de que el gobierno ya no tenía la fuerza para evitarlo, se tomaban aún más libertades. El efecto de este creciente presentimiento de que el comunismo iba a caer se multiplicaba exponencialmente, porque los alemanes del Este se daban cuenta de que su decadencia no se limitaba a su país sino que se extendía a toda Europa del Este, incluyendo a la Unión Soviética.

Poco a poco, al irse tomando estas libertades, los ciudadanos del Este comenzaron a caminar por los pasos al Occidente, probando si los guardas los detenían. Al principio, los detenían. Incluso, unos pocos días antes de que cayera el Muro, los guardas mataron a alguien que quiso saltárselo. Pero un día, los guardas perdieron la fe que tenían en el poder del gobierno tiránico que ellos servían y comenzaron a tener miedo de que si mataban a alguien, el gobierno que iba a sustituir a los comunistas los iba a castigar. Sintieron que la tortilla estaba dando vuelta. Y, entonces, no detuvieron al siguiente que se atrevió a tratar de pasar. Y al pasar uno, pasaron miles. Y luego botaron el Muro.

Yo estaba en Moscú a fines de 1991 y vi los tanques del ejército soviético entrando a la ciudad para supuestamente defender a la Unión Soviética y al gobierno de Gorbachev, que estaban siendo amenazados por las repúblicas que la constituían, principalmente la República Rusa, que ya no querían ser parte de la Unión Soviética y ya no querían ser comunistas.

El propósito era intimidar a Yeltsin y los nacionalistas rusos. Pero a pesar de lo impresionantes que eran los tanques avanzando por las calles llenas de nieve, la población de Moscú no se intimidó en lo absoluto. Tampoco tomaron una actitud desafiante. Simplemente los ignoraron. Ya ese sutil balance del poder se había roto adentro de los ciudadanos de Moscú. De alguna forma, sentían en sus huesos que esas tropas no iban a disparar contra ellos, que el antes poderosísimo partido comunista ya no podía hacer que los soldados le obedecieran.

Y así fue. Los soldados que sólo un par de meses antes hubieran aterrorizado a todo Moscú no asustaron a nadie; los oficiales le informaron a Gorbachev que no lo defenderían, y Yeltsin fue al Kremlin a decirle a Gorbachev que se fuera. El 25 de diciembre de 1991, se bajó la bandera soviética y se izó la de Rusia en el Kremlin. Así, sin pena ni gloria se disipó esa tiranía terrible que había matado a más de 20 millones de personas, y ante la cual el individuo no valía nada.

Así va a pasar en Cuba. Ya está comenzando a pasar. Y eso tendrá enormes consecuencias en la política de El Salvador. Va a cambiar el mapa político del FMLN, en donde la fuente del poder ya no podrá ser el estar cerca de los Castro y el Partido Comunista Cubano. Va a ser interesante ver quiénes suben y quiénes bajan en ese momento.

elsalvador.com :.: La disolución del poder

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