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2010/12/16

EDH-Dimensiones espirituales del mal

 Mario Vega.16 de Diciembre. Tomado de El Diario de Hoy.

Una de las marcas de la actividad misionera de Jesús fue una gran profusión de sanidades y milagros. Las imágenes que las personas guardan de Jesús están muy relacionadas con su poder de curación. Sus enseñanzas y posturas no siempre se recuerdan con la misma claridad que los relatos, más bien breves, de sus sanidades. Pero, ¿cómo nos puede ayudar ese ministerio, repleto de curaciones milagrosas, en nuestra relación con Dios y en nuestra comprensión de las necesidades humanas?

Al sanar a los enfermos, Jesús se aseguraba de dejar muy clara la relación entre la fe y la salud. La expresión: tu fe te ha sanado, selló muchas de sus acciones de misericordia. Se percibe una preocupación de Jesús por aclarar el hecho que la enfermedad no se limita a unas dolencias corporales sino que es también manifestación del poder del mal en el mundo. Tal verdad, quedaba más dramáticamente expresada al tratarse de la expulsión de demonios que, a su vez, producían problemas físicos.

Si el mensaje de Jesús es que, cuando Dios realice el plan de su reinado universal, no sólo habrá una "salvación de las almas" sino un estado que se extenderá al universo entero, de manera que cesará todo lo destructivo y no habrá más sufrimiento, ni opresiones ni catástrofes ni muerte, entonces estaremos en la capacidad de comprender que todos esos sufrimientos, las lágrimas y la muerte expresaban tanto el alejamiento de Dios como el mal.

No se debe entender que quienes sufren todas esas cosas sean necesariamente malos o que las cosas que hacen son malas sino que la mera existencia de todo ello indica que el plan de Dios no se ha completado al presente. Al ocuparse no sólo de las enfermedades en cuanto opuestas al reino de Dios, Jesús está dramatizando una verdad bíblica básica acerca de Dios y del mundo. El mal existe y se manifiesta, pero Dios está trabajando por terminar con él.

La medicina moderna y su, cada vez, mejor diagnóstico de la enfermedades, no ha dado por terminados los temas del bien, del mal y de la responsabilidad. Si un médico diagnostica que una madre, con varios hijos menores, tiene un cáncer incurable que muy probablemente la conducirá a una muerte cercana, puede llevar a elaborar el reproche: ¿Por qué Dios permite esto? Por consiguiente, se comprende que el tratamiento global de un paciente tendría que incluir un asesoramiento y un apoyo espiritual que va más allá del análisis médico.

Si un devastador huracán acaba con la casa y la familia de alguien, el afectado no se enfadará contra las presiones altas o bajas y las variaciones barométricas sino que se interrogará sobre el sentido de la providencia divina. La gente relaciona la enfermedad, las tragedias y la muerte con el bien y el mal y no simplemente con las causas científicas.

Un Jesús que proclamó, tanto de palabra como con hechos, que la llegada del reino de Dios significaría el final de los males sigue teniendo importancia en nuestros días y sigue transmitiendo su mensaje en un mundo posmoderno en el que podemos conocer mejor los factores científicos causantes de tales males, pero en el que, tal vez, nos sentimos menos capacitados para el tratamiento de sus aspectos psicológicos y espirituales.

Es allí donde la esperanza que brindan las buenas nuevas del reino de Dios cobran relevancia y adquieren pertinencia. Esa esperanza se liga con el retorno de Jesús como evento inaugural de la nueva era de justicia, paz y supresión del mal. Él nos invita a seguirle y sumarnos a su lucha.

elsalvador.com :.: Dimensiones espirituales del mal

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