Norma Guevara de Ramirios.08 de Diciembre. Tomado de Diario Co Latino.
Cuánto más se invoca la paz, es porque su ausencia nos lleva a reclamarla, a extrañarla y a sentir que la necesitamos en nuestro pequeño mundo. Muchos conflictos aparecen en diversas regiones, el más reciente aparece con fuerza entre Corea del Sur y Corea del Norte afectando una importante región del continente asiático y tomando visos de gravedad que no deben pasar por alto para la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para los países vecinos y para nosotros como pueblo.
La política exterior de nuestros países requiere estar atenta y pro activa, pero lo más necesario es que el pueblo se exprese de manera directa en solidaridad con otros pueblos afectados por esos conflictos, como buscamos en el pasado cuando éramos nosotros quienes vivíamos bajo la violencia y el enfrentamiento, o como se expresaron compatriotas de nuestro país en tiempos pasados; con demostraciones de condena a las agresiones contra Cuba, Guatemala, Dominicana y otros; con expresiones de solidaridad, y hasta con la ternura expresada por nuestros poetas en la guerra contra Corea en los años 50 del siglo pasado.
Esto es una necesidad porque la indiferencia de la gente, de nosotros como seres humanos, es la autopista más perfecta sobre la que se abren paso los cálculos de las fuerzas transnacionales que hacen negocio con las guerras, con los conflictos o con el simple uso de la violencia, es decir la industria militar de las grandes potencias. Por eso debemos luchar contra el acostumbramiento a la existencia de focos de conflicto mientras sigue la vida rutinaria en nuestras comunidades, es preciso que expresemos nuestro rechazo, nuestra indignación frente a quienes propician conflictos y expresemos solidaridad y apoyo a los que sufren y a quienes se muestran diligentes para resolverlos.
Corea fue divida a mitad del siglo pasado, un solo pueblo en dos países, dos sistemas de vida y un muro que desde el final de aquél cruento conflicto separa a los pueblos de una misma nación; el resurgimiento de la conflictividad lleva automáticamente a recordar que la guerra que les enfrentó fue cruenta, pero el tiempo actual tiene elementos de mayor peligrosidad por el escalamiento militar que ha vivido el mundo; por eso es pertinente que actúen las instancias internacionales procurando evitar que la tensión existente lleve hacia peores niveles del enfrentamiento.
A Corea del Norte al igual que a Cuba se le ha sometido a bloqueo, nadie tiene derecho a negarle su espacio y su capacidad de auto determinarse, y sería peligroso y errado creer que se someterá a intereses y caprichos de otros. Cualquier nivel de escalamiento de la violencia aleja procesos de reunificación de la familia en esas dos sociedades; urgen acciones que favorezcan la paz y evite niveles superiores de violencia, urgen manifestaciones de los pueblos que se animen a tomarlas.
En nuestra región centroamericana también la conflictividad asoma en el diferendo entre Nicaragua y Costa Rica, afectando las perspectivas de integración centroamericana. La OEA ha sido inoperante para restablecer la ruta de armonía, Nicaragua señala parcialidad indebida y apela a que el diferendo limítrofe se resuelva en la instancia internacional correspondiente, El Tribunal de la Haya, la misma que dictó sentencia sobre los límites de la frontera sur entre estos dos países hermanos.
La dimensión de ambos conflictos es diferente, pero en ambos la conducta de países grandes y con poder militar puede afectar un curso de solución político diplomática; Estados Unidos está desplegando maniobras militares junto a Corea del Sur, y en el caso centroamericano el diferendo aparece justamente luego de recientes desplazamiento de tropas estadounidenses en Costa Rica.
El pueblo del Sahara Occidental también padece un rebrote de violencia que cobra vidas de quienes han luchado por su independencia. En medio de la enorme crisis económica y financiera que estremece el mundo, el mercado de las armas parece recobrar peligrosas dinámicas de crecimiento. En el pasado reciente, en el período más álgido de la lucha del pueblo vietnamita por su liberación surgió un poderoso Movimiento en defensa de la Paz que hizo manifiesta una voluntad contra la guerra y en defensa de la vida; debemos evitar que a la gravedad de la crisis económica y financiera que emerge de los países más desarrollados, surja el fortalecimiento de la guerra como estrategia de respuesta, esa nada tendrá que ver con proteger la vida de nuestro pequeño, pero complejo mundo de hoy.
Manifestemos de las más variadas formas nuestra solidaridad con pueblos hermanos, nuestro rechazo a la guerra, nuestra disposición a que cualquier conflicto tenga un curso político y civilizado de tratamiento y solución.
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