Los salvadoreños todavía no alcanzamos a digerir la noticia, aún en proceso, de la compra de aviones de guerra por unos $100 millones que el gobierno pretende hacer a la empresa brasileña Embraer.
Escrito por Elena María de Alfaro.09 de Diciembre. Tomado de La Prensa Gráfica.
“Lo que el gobierno debe hacer es invertir el dinero de los contribuyentes en solucionar los problemas del país.”
La inquietante noticia, que en un inicio fue anunciada como una decisión tomada por el presidente Funes, fue luego corregida por el mismo mandatario, quien “aclaró” que todavía estaba analizando el millonario gasto. Fue una de esas aclaraciones presidenciales que acaban por generar más confusión y desconfianza sobre sus decisiones, más si se considera que, según el portal de Wikipedia.com, los susodichos aviones fueron ordenados en octubre, y que no son diez sino dieciséis. La verdad es que este tema está sumergido en una nube de dudas que pone en entredicho la transparencia con que deben manejarse los recursos públicos.
Ni siquiera el argumento de necesidad está claro. Sabemos muy bien que los aviones de guerra de la Fuerza Aérea datan desde hace muchos años. Conocemos también que el narcotráfico se ha incrementado y que debe ser combatido, pero las aeronaves Super Tucano que se pretende adquirir no son la solución más eficaz para combatir a los narcotraficantes o a las maras, y menos para evacuar a personas en casos de desastres, como también argumentó el presidente.
La ciudadanía en general, que utiliza las redes sociales, que vierte su opinión en los medios radiales y televisivos, así como los analistas de la realidad nacional están en desacuerdo con tan importante gasto en tan intrascendente objetivo. Lo que el gobierno debe hacer es invertir el dinero de los contribuyentes en solucionar los grandes problemas del país, priorizando lo más urgente y dejando para después aquello que puede esperar a que los tiempos mejoren.
Según el documento presentado en ENADE 2005, con $100 millones se podría llevar energía eléctrica a todos los hogares de El Salvador, lo que mejoraría su calidad de vida y el rendimiento escolar, reduciría la inseguridad e incrementaría la productividad de miles de salvadoreños. También podría llevarse agua potable a 600,000 ciudadanos que actualmente se surten de ríos o fuentes contaminadas, exponiéndose a enfermedades gastrointestinales; y con $80 millones se podría implementar el manejo integral de los desechos sólidos, lo que reduciría la contaminación al suelo y al agua. Con cualquiera de estas opciones, la población que más se beneficiaria sería la que vive en pobreza severa; en consecuencia, el gasto en salud y en medicinas se reduciría significativamente.
Otra alternativa: durante el conflicto armado salvadoreño, Estados Unidos donó al país varios helicópteros de los usados en la guerra de Vietnam. Ahora bien, el gobierno salvadoreño podría solicitarle al presidente Obama que, como gesto de agradecimiento por el acompañamiento y presencia de la Fuerza Armada durante la ocupación de dicho país a Iraq, nos regale unos cuantos helicópteros y un par de aviones de los que fueron usados en la Tormenta del Desierto.
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