Dos horas de viaje desde San Salvador son necesarias para estar a las puertas del parque nacional El Imposible en Ahuachapán.
Escrito por Mauricio Chacón.08 de Mayo. Tomado de La Prensa Gráfica.
He estado antes en ese lugar pero nunca regresé con la sensación de esta última salida: haber estado dentro de otro submundo y ver moverse libremente allí al tepemechín. El tepemechín (Agonostomus monticola) es uno de los tantos habitantes de El Imposible y de los pocos animales que se dan el lujo de vivir en aguas sin contaminación.
En el Centro de Interpretación del Parque, unos guías del lugar nos esperaban. Se nos explicó que si contábamos con suerte podríamos ver un pez exigente, glamuroso considerado como un rey dentro de los ríos del Imposible.
El popular y viejo conocido tepemechín, una de las tantas especies que está en peligro de extinción, la alerta se enciende, extinción significa para siempre.
Cuando nuestro guía hablaba del tepemechín, una jovencita en el grupo expresó que si se trataba de un escritor, me di cuenta de que ella hablaba del general e ingeniero José María Peralta Lagos, conocido por sus obras literarias como “La Muerte de la Tórtola” y quien escribía bajo el pseudónimo T.P. Mechín. A lo largo de Centroamérica existen cerros, ríos y pueblos que llevan este nombre, hay páginas en internet que se especializan en turismo y con su nombre motivan a turistas extranjeros a venir a la región, abundan los artículos sobre la importancia del pez en la cadena alimenticia.
Fue una delicia culinaria de nuestros antepasados que lo disfrutaron por décadas antes de que los ríos se contaminaran y cuando las montañas aún estaban pobladas con abundante vegetación, a pesar de ser una especie casi extinta, en El Imposible aún se conserva ese pez en abundancia y se dejará ver solo si las aguas siguen siendo cristalinas y si se mantienen libres de contaminación.
El Imposible esconde muchos secretos, pero que si somos generosos cuidando del medio ambiente los podemos develar poco a poco. Para tener un encuentro cercano con el tepemechín no se necesita llevar un permiso especial, solo hay que seguir las instrucciones que sus guardianes dan. Disfrutar de esa experiencia no tiene precio y por unos pocos dólares podemos contribuir al desarrollo de una zona rural con elevados niveles de pobreza, pero que han aprendido a vivir de las bondades que la naturaleza les ofrece y se han convertido en miembros activos de la cadena turística de la zona: guardaparques, guías turísticos, administradores de hostales, empleados de restaurantes y hasta intérpretes ambientales que han ganado la habilidad de transmitir a los turistas los secretos más celosamente guardados por el imperio del tepemechín.
Merecen felicitaciones las ONG como SalvaNatura, que desde hace 15 años invierte en la protección del bosque, el mismo Ministerio del Medio Ambiente que con sus escasos recursos también es parte del séquito que cuida al tepemechín. Pero mi invitación la extiendo a las otras organizaciones que trabajan en la conservación de los recursos naturales para que fomenten más el desarrollo sostenible a través del eco turismo.
Nuestro país tiene un alto potencial, pero muchos desafíos hay que resolver aún, la delincuencia y la poca infraestructura pueden ser obstáculos para desarrollar el sector. Sin duda un obstáculo más grande aun es la desinformación y la falta de interés en conocer nuestro propio país. Para las personas que aún no conocen este lugar, me atrevo a retarlos a que se dejen consentir por el aire puro y por el canto de los pájaros. Se están perdiendo una enorme oportunidad de contar una experiencia de por qué nuestro país es impresionante.
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