Editorial.26 de Mayo. Tomado de Diario Co Latino.
Ya iniciaron los consensos, los sondeos, las encuestas, al rededor del primer año de mandato presidencial que ahora está bajo la responsabilidad de Mauricio Funes y el FMLN.
A simple vista, el rumbo que no alcanzan a ver algunos empresarios o voceros de la gran empresa, lo nota el pueblo que califica al Presidente Funes con una nota arriba de 7, y el rumbo está bien marcado a pesar del corto tiempo que significa un año.
Por más de veinte años prevalecieron los intereses partidarios que cansaron principalmente porque la pobreza creció y la riqueza la acapararon unos cuantos que usufructuaron banca y autónomas de una u otra forma.
Hoy, la mayoría de salvadoreños reflejan esa simpatía y aceptación tanto hacia el Presidente Funes como al partido oficial, según organismos encuestadores tanto nacionales como internacionales.
Es natural que después de veinte años de gobiernos dependientes: los diputados del ejecutivo y el ejecutivo del partido y el partido de los poderosos… no nos acostumbremos de golpe a diputados efemelenistas expresando sus propios criterios con total independencia.
Ahora los salvadoreños tenemos un gobierno indepediente de su partido y a un partido que hasta hoy sigue firme en su objetivo por un socialismo del cual poco se conoce por el ocultamiento al que se nos ha sometido.
Esa independencia ya la está calificando el pueblo en las encuestas cuando le preguntan ¿si las elecciones fueran hoy por quien votaría? Y en más de alguna, los consultados, arriba del cincuenta por ciento, afirman que votarían por el FMLN.
La derecha partidaria bajó sensiblemente en las preferencias electorales y las disidencias, que han golpeado fuerte, pareciera que no terminan aún, lo que denota una inestabilidad en ese sector político y que por el otro lado provoca confianza en seguidores, simpatizantes, militantes y dirigentes de la izquierda que aspiran a mantener la hegemonía por sobre las demás fuerzas.
Ahora, lo que nos corresponde a cada salvadoreño es analizar cada suceso político que se nos muestre o se nos ponga enfrente, verlo desde la superficialidad que se presenta y esmerarnos en entender el trasfondo, para almacenar nuestras propias percepciones sin dejarnos influir por quienes están acostumbrados al manipuleo.
No debemos hablar y hablar por lo que nos dijo fulano, o por lo que oímos o vimos en más de algún programa televisivo, o leímos en un periódico. Eso es injusto con nosotros mismos, por eso profundicemos y saquemos nuestras propias conclusiones, porque a la larga, esas son las que valen para nosotros.
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