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2010/05/28

EDH-Secuestran, cobran y luego asesinan

 Los salvadoreños sobrevivientes de la gran matansinga podrán analizar lo sucedido, como un paso fundamental en la dura labor de reconstrucción moral, legal, institucional, productiva y física

Editorial. 28 de Mayo. Tomado de El Diario de Hoy.

La violencia afecta el trabajo y la inversión, pero lo más horrible es el sufrimiento causado a las víctimas y sus familias. Cuando los padres encuentran el cuerpo descuartizado de su hijo, los tíos de sus sobrinos, los hermanos de sus hermanos, por su mente y alma pasan los espantos de lo que su ser querido padeció, el tormento de las torturas y el tormento de saberse perdido, sin esperanza.

Los extremos de sadismo y perversidad que día a día se descubren, una crueldad inexplicable para quienes no son presa de esa locura, son lo que más y más marca la vida de los salvadoreños. Un amigo nos contaba lo que por otros supo: que muy cerca de su lugar de trabajo viven dos adolescentes, uno de catorce y otro de dieciséis años, "menores infractores", que por deporte descuartizan a quienes caen en sus manos. Se sabe pero no se logra seguirlos ni detenerlos porque de inmediato sobre el par de sicópatas cae la protección de la ley, los "derechos humanos", la presunción de inocencia, las garantías procesales, la ternura de jueces que han perdido la noción de lo que es la verdadera justicia. Los sicópatas que andan sueltos matan en la forma más espantosa imaginable pero la legislación blandengue y cómplice en vigencia no es capaz de hacer mayor cosa contra esos monstruos.

Pero ¡ah! las autoridades están emprendiendo un gran plan de prevención, lo que de seguro contempla charlas a grupos entre los cuales se esconden descuartizadores. No sabemos a quién se le ocurrió que para detener una terrible matansinga lo propio era "prevenir", cuidar los derechos de secuestradores y asesinos, ocuparse del trato decoroso de los recluidos en penales, perseguir a los que revelen la identidad de homicidas.

La gran tarea de los sobrevivientes

A esto se suma la decisión de algún inteligente, de desarticular la unidad antisecuestros que había venido funcionando con gran eficiencia y honestidad, con los resultados que eran de esperarse: el número de secuestros se ha disparado, con la variante de que los plagiarios cobran los rescates y matan a sus víctimas. Antes los secuestradores cumplían con el código de honor: cobraban el rescate, sacaban a los infelices del agujero donde los habían tenido por meses, y los liberaban. Gente correcta.

Por si nuestros lectores lo han olvidado, la industria del secuestro en nuestros tiempos fue una de las grandes innovaciones sociales de Fidel Castro, que en 1958 secuestró a Juan Manuel Fangio, el argentino cinco veces campeón de Fórmula Uno. Después de Fangio siguió con los secuestros de aviones.

Por disposición de la ley minoril, la actual variante de la Ley del Menor Infractor que promovió el ex magistrado Hernández Valiente, y para proteger el futuro y la buena imagen de los niñitos que descuartizan, asesinan, extorsionan y violan, las autoridades no pueden llevar un registro de los que perpetran tales fechorías. Cada caso que se investiga inicia de cero, con el agravante de que otras víctimas no pueden sumar sus denuncias ya que la captura de estos sujetos se maneja con el mayor secreto.

Dentro de unos años, los salvadoreños sobrevivientes de la gran matansinga podrán analizar lo sucedido, como un paso fundamental en la dura labor de reconstrucción moral, legal, institucional, productiva y física que va a ser su primordial tarea.

elsalvador.com :.: Secuestran, cobran y luego asesinan

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